Capítulo 33

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Era muy difícil pretender, pensar o sentir que mi vida iba a ser la misma de siempre, era imposible tener la plena seguridad de que algún día podría olvidarlo cuando esa parte de mi corazón me lo impedía.

Más de una vez trató de sorprenderme queriendo saltar de mi pecho, pero lo reprimía, lo contenía de tal manera que quedaba arrinconado en alguna parte de mí ser, haciéndole comprender que había decidido.

Pero un día advertí claramente que no solo era mi corazón, mi cabeza más de una vez me llevaba en un viaje imaginario hacia ese río en donde todo se volvía dulce, exquisito, pero también doloroso y cruel.

Pero había recobrado fuerzas, había tomado mi decisión y supe desde el primer instante, que mi vida había recobrado sentido y razón, lo sentí  esa misma noche en que Marcos volvió a Aguas Calientes.

Ya habían pasado cuatro meses...

Todavía recuerdo cómo temblaba su cuerpo cuando me tomó entre sus brazos mientras susurraba palabras de amor, dulces promesas, que estaba segura que cumpliría. Y no podía dejar de reconocer que el mío, mi alma y mi ser esa noche recuperaron, lo que creí con un temor incontrolable, que había perdido para siempre, porque no tenía mucha idea de lo que podía llegar a pasar cuando lo volviera a ver.

La culpa, de manera irremediable estaba impresa en cada partícula de mi piel.

Había sido inevitable sentirme de esa manera, y estaba totalmente convencida de que no merecía su amor, pero solo tuve que tenerlo cerca de mí para saber que él era lo que yo quería, y todo se diluyó.

Aunque al principio tenía miedo todo el tiempo de que mi lenguaje corporal delatara mi engaño y que quedara al descubierto mi traición, su mirada, su cuerpo y su forma de amarme hicieron que me olvidara de todo. Fui capaz de reprimir en el fondo de mi alma toda aquello que se había despertado en mí, mostrándome esa mujer oculta a la que nunca había conocido.

Esa mujer que quedó entre las montañas y el río caliente, tan caliente como los mismos recuerdos.

Pero después de que el tiempo había pasado, fui comprendiendo poco a poco que lo que más me dolía era saber que Daniel amaba a esa mujer, que sin poder evitarlo pujaba por salir. pero no lo logró, pude detenerla. Es por eso que rogaba que Daniel dejara morir su corazón y que definitivamente me olvidara para siempre.

Pero no me podía engañar. Si era difícil para mí, si tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para intentar olvidarlo, no quería ni pensar en lo que él tendría que haber hecho, para reprimir sus sentimientos.

Tal vez lo había conseguido, tal vez no me amaba como él había pensado, y luego de haberme marchado de Aguas Calientes y de su vida, que volvió a su curso normal, quizás ahí habría comprendido que solo había sido un capricho, solo un sueño del que pudo despertar.

Habían pasado cuatro meses.

Día tras día trataba de convencerme de que me había olvidado.

Olvidar.

No era tan fácil, solo yo sabía lo que sentía, pero con esfuerzo pude controlarlo, me había convertido en una gran simuladora y había logrado contener y estabilizar mis sentimientos. Y fue así que a pesar de todo, con Marcos en Aguas calientes vivimos unos días extraordinarios.

Fui testigo del amor que profesaba por su padre. Sus largas charlas en la gran sala, hasta algunas discusiones que solo cumplían con el cometido de subsanar todo lo que había sucedido en el pasado.

Ahora podía entender la relación que Marcos tenía con Curipan. Comprendía porque ella era especial para él, porque en esos años oscuros para los Aguada, Marcos no lo hubiera logrado sin su ayuda.

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