Capítulo 8

70 12 9
                                    


Algo me despertó, no sabía si había sido la claridad que entraba por la ventana de mi cuarto o el cansancio que sentía en todo mi cuerpo. Abrí mis ojos y tuve la clara sensación que lo que había vivido toda la noche solo había sido un sueño, que tal vez Marcos no había estado aquí.

Pero en contra toda presunción había dos pistas insoslayables y contradictorias que me hicieron volver a la realidad, Marcos no estaba a mi lado y me encontraba completamente desnuda.

Sonreí y envuelta en el cobertor de mi cama, fui en busca del teléfono inalámbrico que se hallaba en la sala. Me senté en el sillón e impulsada por las ganas de solo escuchar su voz, marqué el número directo del estudio contable.

Estudio Aguada buenos días–saludo Marcos con su voz impersonal.

– ¡Hola, Buenos días amor!–Susurré.

– ¡Hey, buenos días dormilona! ¿Cómo estás?–Preguntó con suavidad.

–Tratando de descubrir si lo de anoche fue solo un sueño.

Lo escuché suspirar y supe que estaría sonriendo. Imaginé por un segundo sus ojos resplandecientes y su sonrisa iluminando su rostro, tratando de ocultar su timidez. Esa timidez que adoraba en él y que desaparecía por completo cuando estaba junto a mí.

Estabas tan hermosa anoche... y tu mensaje...no pude resistirme–Suspiró.

–Marcos... es difícil de explicar lo fuerte que es para mí...

No intentes explicarlo... yo tampoco puedo hacerlo mi amor, no se puede.

–No lo puedo evitar, quiero encontrar una razón... ya sabes cómo soy... pero tendré que acostumbrarme a esperar a que me lo hagas sentir–Dije sonriendo.

Esperaba que se riera, que festejara mi sentido del humor, pero tan solo lo escuché suspirar nuevamente.

No lo dudes–Respondió con su voz suave, seductora y pude imaginar en ese momento sus ojos dorados cargados de deseo.

–Mm... No puedo esperar a que lo hagas–Dije con voz seductora, ronroneando al pronunciar cada palabra.

No me hagas esto... tendrías que saber lo que me costó dejar tu cama esta mañana. Vas a tener que tener un poco de paciencia–Dijo con resignación y creí escuchar un tono de frustración también.

– ¿Mucho trabajo por ahí?

Lo suficiente para retenerme todo el día en esta oficina. Quiero dejar todo en orden para que la gente del estudio siga con su trabajo sin problemas.

– ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?

Creo que sí. ¿Podrías encargarte de mi equipaje por favor?

-Por supuesto que sí.

-Gracias mi amor. No voy a tener tiempo de prepararlo. Tendrías que ir a mi departamento y preparar mi ropa para el viaje. Lleva todo a tu casa que lo más probable es que salgamos de allí mañana por la mañana.

– ¿Hay algo en especial que quieras llevar?

Lo que creas necesario... ¡Ah! Mis botas de nieve están guardadas en una caja en lo alto de mi guardarropa... eh... creo que eso es todo.

–De acuerdo ¿A qué hora vas a llegar?–Quería organizar mi día y todas las cosas que todavía tenía que hacer.

Voy a llegar tarde, quiero terminar con todo para poder irnos mañana.

La decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora