El cuarto estaba en penumbras solo iluminado por la luna que curiosamente esa noche estaba suspendida en un cielo despejado.
Así fue como lo dejé, no encendí ninguna luz, quería que lo demás lo dejara para su imaginación. Me acerqué a la cama y me deshice de la poca ropa que me quedaba, mientras que él se había quedado pegado a la puerta para ver como lo hacía.
No podía ver bien los detalles de su rostro, pero podía escuchar su respiración que dio rienda suelta a su deseo.
Con un gesto de mi mano le pedí que se acercara y lo hizo con tanta lentitud deliberada que creí desvanecerme de ansiedad. Siguió mi juego. Se detuvo frente a mí tan cerca que podía sentir el calor de su piel. Comencé a desabrocharle la camisa y cuando terminé de hacerlo me coloqué detrás de él para poder sacársela.
Acaricié los músculos de su espalda y pude sentir cómo se tensaban por el contacto de mi mano. Lo oí suspirar cuando apoyé mis labios sobre su piel una y otra vez besando cada rincón para luego saborear con mi lengua su sabor. Estaba totalmente excitado, pero redoblé la apuesta, porque lo estuvo mucho más aún cuando lo abracé por su cintura y apoyé mis pechos sobre su piel para que pudiera sentir mis pezones endurecidos.
Pero caí en mi propia trampa, porque más hacía para excitarlo, más conseguía estarlo yo.
Pero quería apostar a más.
Su pecho subía y bajaba, estaba excitado y como lo quería y pude ver sus ojos completamente ardientes cuando me paré delante de él.
Sin dejar de mirarlo desabroché el botón de su jean, bajé el cierre y noté como su cuerpo quedo sin aliento cuando introduje mi mano en su entrepierna acariciando su erección.
Fue más de lo que pudo soportar, ya no quería seguir jugando. Tomó mi rostro entre sus manos y completamente enajenado se posesionó de mi boca con una violencia contenida.
Me soltó para poder desprenderse de lo que quedaba de su ropa, mientras que yo me tendí en su cama esperándolo con ansiedad. No me hizo esperar demasiado, porque en segundos estaba debajo de él, rodeando con mis piernas su cintura, con una impaciencia que ya no podía controlar. Lo quería dentro de mí de una manera desesperada y se lo hice saber contorneándo mis caderas, apretándome contra él.
Pronunció mi nombre cuando me penetró y lo recibí entre gemidos y jadeos, abrí más mis piernas, porque lo quería todo dentro de mí.
Nunca habíamos vivido algo así, los movimientos de mi cuerpo lo calentaban cada vez más, lo que sin dudas apresuró lo inevitable, los dos terminamos juntos, envueltos en una nube de pasión y deseo, un delicioso estallido recorrió nuestros cuerpos, que parecía no tener fin.
Solo después de unos segundos de tratar de recuperar el aliento y la consciencia, se colocó a mi lado rodeándome con sus brazos y besándome una y otra vez. El sudor de nuestros cuerpos comenzó a enfriarse, Marcos nos envolvió en una manta y así abrazados nos quedamos hasta que nuestras respiraciones se convirtieron en un suave movimiento de nuestros pechos.
Quedamos enfrentados mirándonos a los ojos. Aún en la oscuridad pude ver que era hermoso y su mirada resplandecía más que nunca... y me decía todo. Sus ojos eran transparentes, penetrables y me dejaban ver todo lo que sentían.
–No voy a decirte cuanto te amo, lo creo innecesario–Dijo en un susurro.
–Lo sé, pero aun así me gusta escucharlo–Confesé.
–Te amo–Respondió besando mi rostro una vez más.
–Y yo a vos–Exclamé totalmente conmovida, tratando que mis lágrimas no se desbordaran.
–Pero dejame decirte que desde que llegué te encuentro cambiada, es como si fueras otra mujer, una mujer increíble. Tal vez la culpa la tenga este lugar. Si sabía, te hubiera traído a Aguas Calientes hace mucho tiempo–Dijo bromeando.
Los dos sonreímos, pero solo mi exterior lo hacía, porque ese medio corazón punzó mi pecho hasta dejarme abatida. Ese medio corazón sabía quién lo había despertado y protestaba porque sin piedad yo lo estaba matando.
Con la excusa de ir al cuarto de baño, me encontré parada frente al espejo en donde pude soltar mi desesperación. Mis lágrimas de amargura brotaron sin poder contenerlas y era muy difícil describir con palabras la sensación de sentirse la peor basura del mundo.
Pero había algo que todavía no podía resolver y era la misma pregunta que Curipan me había hecho esa mañana en el taller.
¿Cómo podía amar así? ¿Cómo podía estar enamorada de dos hombres al mismo tiempo?
¿Cómo podía pensar en Daniel en este momento después de haberle hecho el amor a Marcos de esa manera?
Solo eran preguntas a las que nunca le encontraría respuestas.
Salí del baño, completamente abrumada de solo pensar que mi alma nunca tendría paz, porque cada vez que terminara de hacer el amor con Marcos pensaría en Daniel, esa sería otra forma de pagar.
Encontré a Marcos en el pasillo y agradecí que las luces estuvieran apagadas para que no pudiera ver mis ojos enrojecidos. Me besó con dulzura prometiéndome que solo iba a tardar unos minutos.
Corrí el acolchado, las sabanas y me metí en la cama. Giré mi cuerpo y di la espalda al lugar en donde Marcos se acostaría. Cerré mis ojos y traté de no pensar y tan solo dejé que el sueño poco a poco se apoderara de mí. Entre dormida escuche sus pasos en el pasillo y luego la puerta para cerrarse nuevamente. Se metió en la cama y se acercó a mí para comprobar si ya estaba dormida. Se aproximó a mi cuerpo y pegó su pecho contra mi espalda mientras que con sus brazos me rodeo para que pudiera dormir acunada en ellos. Besó mis cabellos con exquisita ternura y suspiró. Me acomodé mejor a la forma de su cuerpo y su calor comenzó a envolverme hasta empezar a entregarme por completo a mi sueño.
–No puedo vivir sin vos Sofi–Susurró para sí mismo, mientras me acercaba más a él.
Entreabrí mis ojos y mis lágrimas comenzaron a brotar sin poder detenerlas, su trayecto silencioso recorriendo mis mejillas, quemando y lastimando mi rostro, fue solo una pequeña muestra del dolor que padecería, mientras pensaba cómo iba a hacer... para vivir conmigo misma.
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La decisión
Romance¿Es posible amar a dos hombres al mismo tiempo? Sofía nunca lo hubiera creído. Marcos Aguada, el hombre del cual estaba perdidamente enamorada, le había hecho dos proposiciones, una de casamiento y la otra, hacer un viaje a su pueblo natal al sur de...