Otra vez el mismo sueño. No sabía si era este lugar que me ponía las emociones a flor de piel, pero nuevamente el niño de ojos dorados apareció en mi sueño más sonriente que nunca.
En mi sueño todo era paz y luminosidad, y estaba segura que nada podía hacer cambiar esa sensación. Y aunque podía sentir que el niño sonreía, me miraba suplicante porque tenía miedo de que lo dejara.
– ¡Milla Ñé! ¡Qué bueno verte otra vez!–Dije sonriendo en respuesta a su mirada feliz. Cuando me acerqué a él extendió sus bracitos para que lo tomara entre los míos, para apretarlo contra mi pecho y besarle sus cabellos–Te amo Milla Ñé.
Abrí mis ojos y volví a la realidad. Maldije por lo bajo porque quería seguir soñando. Quería seguir sintiendo el calor de su hermoso rostro junto al mío proporcionándome calidez. Cuando estaba en mi sueño con ese niño me hacía más fuerte, me hacía sentir segura... algo que definitivamente no sentía en mi mundo real.
Volví a abrir mis ojos y con dificultad pude enfocar el rostro de Curipan, que en el sillón continuo estaba velando mi sueño. El cuarto estaba en penumbras, apenas iluminado con una lámpara que estaba en la mesa al lado de la cama.
– ¿Hace cuánto que estoy durmiendo? ¡Cuanto lo siento!–Me apené porque ella había estado a mi lado todo ese tiempo.
–Solo una hora Cariñé–Dijo suavemente.
Me incorporé del sillón y lo hice con tanta prisa que la cabeza comenzó a darme vueltas. Me recosté en el respaldo del sillón y traté de acostumbrarme al peso que sentí en mi cabeza, porque la fuerza de gravedad parecía querer enviarla hacia el suelo.
–Estoy bien–dije al ver el ceño fruncido de Curipan expresando preocupación–De verdad estoy bien–Exclamé con convicción para que ella se quedara tranquila.
–Bueno... en ese caso te dejo... porque alguien quiere verte.
Curipan giró su rostro hacia la puerta, y siguiendo el trayecto de su mirada vi la silueta de Daniel en penumbras pegado a la puerta, mirándome.
Nuevamente el aliento abandonó mi cuerpo y mientras me ponía de pie traté de recomponer mi cuerpo y mi corazón, porque tenerlo a mi lado me hacía dar cuenta de que todo lo que era y tenía le pertenecía,
Curipan pasó a su lado para salir de su habitación pero antes de que lo hiciera vi como la anciana tomaba el rostro de Daniel entre sus manos y él bajaba su rostro al de ella para quedar pegados frente con frente.
Esa imagen me llenó de emoción, Curipan era más que una madre para Marcos y Daniel. Tendría que haber sido siempre así, así de unidos como ahora, por más que la muerte los haya reunido. Y mientras los miraba, una sombra cruzó mi conciencia, cuando vislumbre que sería el motivo que los alejara nuevamente.
Curipan salió del cuarto y cuando Daniel cerró la puerta y giró para mirarme... el mundo se detuvo para mí.
A pesar en lo que me había convertido, me quedé sin aliento. Eso que tantas veces domine con todas mis fuerzas, eso que tantas veces había reprimido para que no escapara de mi cuerpo desbordando mis sentimientos, estaba ahí en su mirada. Tantas cosas por decir y no podíamos pronunciar una palabra. No era una ilusión. Lo amaba desesperadamente y ya no podía callarlo.
Solo fui consciente de su presencia, porque todo se esfumó a nuestro alrededor, solo él y yo. Se acercó hacia mi sigilosamente, hasta parecía que estaba flotando en el aire, porque cuando me di cuenta estaba parado frente a mí, tan cerca que podía respirar el mismo aire que el respiraba. Su aliento sobre mi rostro me hizo estremecer y mucho más difícil de sostener fue su mirada, tan cálida, tan apasionada como recordaba.
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La decisión
Romance¿Es posible amar a dos hombres al mismo tiempo? Sofía nunca lo hubiera creído. Marcos Aguada, el hombre del cual estaba perdidamente enamorada, le había hecho dos proposiciones, una de casamiento y la otra, hacer un viaje a su pueblo natal al sur de...