Capítulo 29

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Mi primera reacción al ver a Curipan a mi lado fue de desconfianza, porque instintivamente me alejé de ella corriendo mi cuerpo hacia un costado, sobre todo tratando de esconder mi expresión. Pero luego de unos segundos levante mis ojos hacia ella y su rostro y su mirada suavizados sosteniendo la mía me dejaron sin aliento, dejé mi postura defensiva y me relajé hasta que volví a caer nuevamente en un pozo profundo, rindiéndome a cualquier acto de reprobación en mi contra.

Amaba a sus Milla Ñé, como ella decía, y si había algo de cierto en eso de leer las almas, leería en la mía solo egoísmo y desconsideración. Aunque sabía que estaba muy lejos de serlo. No pude manejar mis sentimientos, era culpable de mis propios sentimientos.

Tomé el poco aire, que mis pulmones contraídos me permitieron atrapar con dificultad, y consciente de que no tenía escapatoria, levanté mi rostro hacia Curipan para enfrentarla con el propósito de explicarle mi verdad.

Pero cuando la miré a los ojos para encontrarme con su mirada fría y distante, a cambio de eso me topé con su expresión cargada de dolor. Sus ojos nublados por las lágrimas me derrotaron por completo. Fue como darme una dolorosa cachetada. No era lo que esperaba.

Se acercó más a mí y volvió a acariciar mis cabellos para luego pasar su mano áspera por mi mejilla consolandome.

–No llores más... sh... sh... sh...–Me alentó con dulzura.

–No me... pidas... que deje de llorar–Dije entre sollozos–No puedo... dejar de hacerlo–La miré a los ojos y mientras lo hacía no vi el odio que esperé encontrar. Ahora lo sabía, ahora lo comprendía todo. Supo todo el tiempo lo que iba a ocurrir, pude leerlo en su mirada, y esa conexión, ese diálogo mental que siempre veía en los miembros de esta familia, lo estaba teniendo con Curipan. Más, aun así, sentí que no me odiaba.

– ¿Por qué no me advertiste? Pudiste haberlo hecho. Así no me sentiría la peor basura de este mundo.

– ¿Realmente crees que me hubieras escuchado? ¿Crees que tu corazón me hubiera escuchado? ¿Y tú razón? Sos fuerte Sofía, más de lo que te puedas imaginar y aun así...

Estaba en lo cierto. Fuerza, razón, utilizo esas mismas herramientas todo el tiempo para hallar la verdad, y sabía que no me hubieran servido de nada... no me sirvieron de nada. Lo que nos había sucedido con Daniel había ido mucho más allá de todo eso.

–No soy tan fuerte, Daniel también piensa que lo soy, sin embargo aquí me ves. me duele el corazon-Puse mi mano en mi pecho.

–Nada hubiera podido hacer, por más que hubiera intentado arrancártelo del pecho para que no sintieras... lo habrías hecho igual, exactamente como sucedió. Estaba en tu alma, en tu ser, no era el destino. Lo pude ver desde el principio.

–Lo hubieras intentado, no para salvarme, no lo hubieras hecho por mí, sino para evitar el dolor que sé que voy a causar. Si sabes todo, si sabes lo que siente mi alma también sabrás lo que siento por Daniel desde el mismo instante en que lo vi... tanto como amo a Marcos...–Mis lágrimas comenzaron a salir nuevamente quemando mi rostro.

No estaba segura sí Curipan llegaría a comprender toda esta locura, no podía darle respuestas a lo que ni yo sabía o podía comprender. Sin embargo y a pesar de todo no pude encontrar ningún vestigio de su mirada desconfiada y fría, esa que me hizo sentir tan incómoda desde el primer momento que la conocí. A cambio de eso encontré tristeza, hasta puedo decir que una pena totalmente perceptible cubría su rostro ensombreciéndolo, contrayéndolo en miles de arrugas que cambiaban su expresión por completo. No era la misma Curipan que había conocido hacía unos días. Creo que definitivamente esta era la verdadera india Mapuche tan orgullosa de sus raíces como de esta tierra misma.

La decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora