Ya tenía cargada la camioneta con la canasta de comida que me había preparado Curipan y con abrigo extra también, porque el frío, aún con el sol a pleno en el cielo, era crudo y despiadado, a pesar de que ya me estaba acostumbrando.
Cuando llegué a la casa de Tony, él me estaba esperando en la puerta. Lucía realmente radiante, bien peinado, la cara luminosamente limpia, hasta podía decir que se había vestido mejor de lo que lo hacía a diario, porque se notaba que tenía ropa nueva.
Me recibió con una sonrisa y literalmente eso me contrajo el estómago de una incontrolable ansiedad. Era una persona inteligente, sabía que no era Luciano, pero haría trampa y permitiría que Tony me lo hiciera recordar, aunque sabía que eso después me partiría el corazón.
Amanda con una sonrisa en su rostro salió a mi encuentro y después de preguntarme como lo estaba pasando, me comentó que Tony estaba esperándome desde muy temprano y le comentaba a todo el mundo que tenía una nueva amiga con la que hoy saldría a pasear.
Me enterneció el alma que así fuera y disfrutaría de esta oportunidad que me daba la vida de poder revivir mi dolor, pero de manera distinta, porque solo yo sabía lo que sentía. Disfrutaría de la compañía de Tony, con el que a cada minuto que pasaba me encariñaba más. ¡Pero como no hacerlo! Si solo bastaba mirarlo a los ojos, para que su sonrisa inocente y angelical me conmoviera.
Con mi nuevo amigo ya subido a la camioneta emprendimos nuestro viaje, y él con total seguridad, me iba indicando por dónde ir. Llegamos al río y me pidió que siguiera el camino que lo bordeaba hasta que me indicara nuevamente por donde seguir.
El paisaje a mi alrededor y ahora iluminado por el sol, era de una belleza sin igual y tal vez lo que más me gustaba de Aguas Calientes era esa apariencia inhóspita, agreste y salvaje que poseía. La escasa población y la limitada cantidad de viviendas ayudaban a que así fuera, y más aún cuando nos fuimos alejando cada vez más del pueblo.
Mi copiloto me indicó un camino lateral por el que teníamos que doblar y cuando lo hice me di cuenta que era un senda de montaña. Estaba bien cuidada y a pesar de que había llovido no estaba embarrado como me había imaginado. La vegetación se hizo más espesa a medida que íbamos avanzando hasta que en un punto el camino se hizo demasiado estrecho para seguir con la camioneta y fue cuando Tony me indicó que deberíamos seguir a pie.
Me asombraba la forma que este hermoso niño, que se había ganado por completo mi corazón, me guiaba por estos lugares desconocidos para mí, pero a su vez me sentía muy tranquila, porque sabía que estaba en buenas manos.
Saqué la canasta y mi mochila de la camioneta y me dejé llevar por mi maravilloso guía. Necesité de esfuerzo extra porque el camino por momentos era sinuoso y con una leve inclinación, pero Tony me sostenía de mi mano y supe que podría con eso.
Más adelante los árboles comenzaron a abrirse y pude notar que el camino se había convertido en una clara pendiente descendente hasta terminar en un claro.
Había estado tan preocupada por fijarme en donde pisaba que no pude ver donde estaba, pero cuando lo hice, cuando levanté mi mirada, pensé que así debería ser el paraíso.
Dos montañas se entrecruzaban y un río corría entre ellas tratando de separarlas, pero eso era imposible, el río se perdía entre la majestuosidad de la Cordillera del Viento y detrás de ellos el Donuyo, que con su imponente belleza hacia destacar su presencia. Me quedé sin palabras, lo único que sentía era la mano de Tony que sostenía la mía, apretándola.
–Es mi lugar favorito–Dijo apenas en un susurro porque tal vez no quería romper el embelesamiento que veía en mi rostro.
–Ahora entiendo porque lo es–Dije arrodillándome en el suelo para poder quedar a su altura–Gracias por compartirlo conmigo.
ESTÁS LEYENDO
La decisión
Romance¿Es posible amar a dos hombres al mismo tiempo? Sofía nunca lo hubiera creído. Marcos Aguada, el hombre del cual estaba perdidamente enamorada, le había hecho dos proposiciones, una de casamiento y la otra, hacer un viaje a su pueblo natal al sur de...