Capítulo 9

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Lo que quedó de la tarde la ocupe haciendo las compras de último momento para el viaje, fui a un negocio de productos autóctonos de Buenos Aires y adquirí algunos regalos para la familia y los amigos de Marcos.

Volví a mi departamento casi a las ocho de la noche cargada no solo del equipaje y los obsequios, sino de una culpa imposible de soportar. Tenía la sensación de haber cometido el peor de los crímenes y tal vez lo había hecho. Era culpable. Traté de pensar miles de formas de contarle a Marcos lo que por accidente había encontrado, pero nada me convencía, sobre todo cuando comprendí que si hubiera querido, hacía un tiempo que me hubiera contado lo que había sucedido con su madre.

Preparé la cena con la misma preocupación y luego tomé un baño pensando que el agua tal vez la llevaría. Pero no ocurrió, a medida que pasaban los minutos me sentía peor.

Dispuse la mesa para la cena y cuando estaba todo listo, tan solo me senté en el sillón a esperar.

El tiempo pasaba y distintas imágenes de su familia desfilaban delante de mí tratando de adivinar cuál versión sería la correcta. Pero había algo que todas tenían en común, el hombre que amaba había sufrido.

Escuché la puerta del ascensor y mi corazón se precipitó de mi pecho al comprender que el momento había llegado. Sin pensarlo corrí a abrir la puerta y encontré a Marcos cargado de carpetas mientras mantenía una conversación por su celular. Me sonrió con calidez y mientras tomaba las carpetas que cargaba para luego cerrar la puerta, vi cómo se desplomaba en el sillón, y alargando su mano me pidió con un gesto que me sentara a su lado. Me miró mientras hablaba y no pude resistir sus increíbles ojos sobre los míos. Acarició mi rostro y esa fue toda una señal de alivio para mí. Lo abracé y apoyé mi cara sobre su pecho, mientras podía escuchar su voz.

– ¡Qué buen recibimiento!–Exclamó cuando terminó su conversación y arrojó con cansancio el celular sobre el sillón.

Me abracé más a él y Marcos pudo notar que un perceptible estremecimiento recorrió todo mi cuerpo.

–Sofi... ¿Qué pasa?–Me sostuvo más contra él, mientras yo deliberaba si sería acertado hablar en este momento.

–Estoy un poco cansada y ahora que te veo me doy cuenta de cuánto te extrañé.

– ¿Estás segura?–Preguntó mientras se separaba de mi para mirarme a los ojos.

Por primera vez desde que lo conocía tuve que hacer mucho esfuerzo para poder sostener su mirada. A pesar de su rostro cansado de tantas horas de trabajo seguía siendo tan hermoso como siempre. Acaricié su mejilla y traté de sonreír lo más convincente posible. No podía hablar, me paralicé por completo y comencé a preguntarme cuando encontraría el momento de decirle la verdad, porque no solamente me sentía culpable, estaba siendo cobarde, algo que nunca había sido.

–Bueno... este viaje, conocer a tu familia, conectarme con tu pasado. Estoy un poco emocionada. Eso es todo.

–Todo va estar bien, te va a gustar mucho el lugar, mi padre te va a agradar y por decirlo de alguna manera, mi hermano también. Es un poco difícil, pero... es como es.

–Estoy segura que voy a poder con todo eso. Te veo muy cansado–Inquirí besando su mejilla y abrazándome nuevamente a él.

–Realmente lo estoy. No me detuve ni siquiera para comer.

–Te preparé tu comida favorita, está todo listo–Dije levantándome del sillón para dirigirme hacia la cocina.

Pero Marcos tomó mi mano y me retuvo. Miré su rostro y luego su mirada hizo literalmente que se me detuviera el corazón. Me tomó por mi cintura y me atrajo hacia él con un movimiento seguro. No pude resistirme a rodear su cuello con mis brazos para quedar lo más pegada a él.

Buscó mis labios sin dejar de mirarme y fundió su boca con la mía completamente excitado.

– ¿Mi comida favorita? Entonces no te muevas de mi lado–Dijo sobre mis labios sonriendo con picardía–Hasta puedo olvidarme del día terrible que tuve.

– ¡Qué bueno escuchar eso, amor!–acaricié su rostro, pensando si yo podría olvidarme del día que había tenido también.

Pero en lo más profundo de mi corazón sentí ese incómodo sentimiento de traición que sabía que duraría hasta que pudiera sincerarme con él.

Traté de hacerlo durante la cena, pero no pude, y lo peor de todo es que cada vez me sentía peor. Era algo muy íntimo y delicado y por sobre todas las cosas terriblemente doloroso para él. Lo pude adivinar, ese había sido el motivo por el cual jamás me había dicho nada.

La cena pasó entre preparativos para el viaje, el inventario que le hice de lo que le había puesto en la valija y del horario que saldríamos.

Mientras terminaba de limpiar la cocina le pedí a marcos que tomara una ducha para que pudiera descansar mejor, a lo que me respondió que era una buena idea y que me esperaría en la cama.

Pensé que la intimidad de mi dormitorio me haría más fácil abordar lo que había descubierto sin querer en su casa.

Pero cuando entre a mi habitación Marcos estaba profundamente dormido y tranquilo y en ese momento pensé que tal vez así sería mejor. Tocar ciertos temas en la víspera de nuestro viaje tal vez no sería lo más acertado. Tenía alrededor de veinte horas de ruta para poder confesarle la verdad y esperaba no equivocarme en hacerlo.

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