Capítulo 37

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Dejando de lado más de un compromiso de mi abultada agenda, me encontraba sentada en un restaurant de Puerto Madero esperando a Malena, que como no podía ser de otra manera, estaba retrasada.

La vi entrar hecha un torbellino tratando de contrarrestar el hecho de que llegaba tarde, era imposible, hasta lo indecible, pero viendo su hermoso rostro, enmarcado en ese cabello rojo como el fuego, más ardiente aún que el mío, tan solo pude sonreír.

Era hermosa de verdad y no era curioso ver como todos giraban para mirarla, como lo hacían ahora mientras se acercaba a la mesa en donde yo estaba.

– ¡Dios mío Sofi, no podía llegar!–Dijo mientras dejaba su cartera y el maletín con su notebook en la silla de al lado. Me estampó un beso en mi mejilla y se desplomó en la silla en frente de mí.

–Parece que venís corriendo en vez de en auto–Dije al verla tan acalorada a pesar de que estábamos casi en el mes de diciembre y el calor este año todavía no se había hecho notar.

–Casi, no podía estacionar en ningún lado, la playa de estacionamiento está a dos cuadras y las hice corriendo. Te veo cansada–dijo cambiando drásticamente de tema.

–Lo estoy, desde que tengo el estudio no paro un minuto, es diferente tener a cargo uno, ahora entiendo a papá.

–Si claro, pero para tu información dejame decirte que desde hace un tiempo que está delegándome muchos casos y lo veo que se retira más temprano, algo tiene entre manos.

–Pero... ¿No lo sabías? Mamá me contó que la invita a comer afuera cualquier día de la semana, van de compras juntos, cosa que antes hacía solo mamá porque papá nunca estaba en casa. Hasta me contó que estaba planeando ese viaje que desde hace tiempo quiere hacer.

– ¿Está planeando ir a ver las pirámides? ¿Se van a Egipto? No lo puedo creer–Exclamó con duda.

–Créelo, lo está haciendo–Y seguí convencida– ¿No crees que ya es hora de que empiece a disfrutar de lo que tiene y se de los gustos ahora que puede?

–Por supuesto que sí–Dijo Malena relajándose un poco sobre el respaldo de la silla–Solo es que lo vi tanto tiempo dedicado a su trabajo que me cuesta verlo de otra manera.

–Sí, pero uno nunca sabe lo que puede suceder... –Y por supuesto que me detuve porque estaba hablando de mí.

– ¿Si?–Preguntó Malena al ver que no había terminado la frase.

–No lo sé... tal vez...

– ¿Qué?–Inquirió con seguridad.

–Nada, solo que muchas veces uno piensa que tiene todo solucionado y... no lo sé...

–Sí que lo sabes.

Miré por unos segundos a Malena y separé su mirada inquisidora de la mía, pero no lo logré, ella seguía ahí firme sin siquiera pestañear.

–Sos la persona que más amo en este mundo–Dijo suspirando–Te admiro desde siempre, y no solo porque sos mi hermana, sino por la clase de persona que sos. Me impresiona tu fortaleza, lo decidida que sos cuando hay algo que queres y lo que haces para lograrlo. Y siempre me da la impresión que queres más, siempre estás buscando algo más.

Volví a separar mi mirada de la suya para que no viera todas esas emociones que había tratado de contener todos estos meses. Tenía miedo a que sucediera lo que en definitiva e irremediablemente iba a suceder. Desilusionar a las personas que más amaba en este mundo y eso no lo podía soportar.

Malena observó mi rostro descompuesto por la desesperación y frunció su seño en señal de preocupación.

–Sofi... ¿Qué...?–Y se detuvo porque mis lágrimas la dejaron sin palabras.

La decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora