Capítulo 3

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No me había equivocado cuando esta mañana presentí que iba a ser un día difícil de sobrellevar, pero había terminado, y al fin podía sentir que todo estaba en orden. La finalización de ese juicio tan importante para mí, y mi independencia, que a pesar de que siempre la había tenido, pero que la necesitaba en su totalidad, hicieron que todo se conjugara en un día perfecto.

La idea de emanciparme había cobrado vida en mí desde hacía un largo tiempo y por varias razones, la primera y principal era entrar en el área de acción social. No podía dejar de pensar en la cantidad de cosas que tenía por hacer, pero nada me podría detener. Tenía muy buenos contactos, todo este tiempo que había estado trabajando en el estudio de mi padre me habían dado la oportunidad de conocer mucha gente que estaba relacionada con los juzgados de minoridad y familia, y también con asistentes sociales que eran los encargados de buscar hogares sustitutos para esos niños que por razones de fuerza mayor no podían estar con sus padres.

Suspiré pensando nuevamente en todo lo que tenía que hacer... pero ahora...

Cuando entre a la cochera de mi departamento mi celular comenzó a sonar. Miré la pantalla y sonreí, ya me había parecido raro que mi hermanita no me hubiera llamado en todo el día.

–Male ¿Cómo estás?–Dije sacando mis cosas del auto.

– ¿Lo hiciste?–Preguntó con ansiedad.

–Sí... lo hice. –Afirmé e imaginé su cara de satisfacción.

–Sofi, estoy feliz por vos, sé lo que habrá significado tomar esta decisión, pero también sé que es esto lo que querías desde hace mucho tiempo.

– ¡Hermanita! No pudiste describirlo de mejor manera. –Respondí mientras salía del estacionamiento. Solo espero no haberme equivocado.

– ¡Claro que no! No puedo escuchar que hables así. –Exclamó Malena realmente sorprendida. – ¿Por qué dudas?

– ¡No!... no es duda. Sé perfectamente bien lo que quiero y te puedo asegurar que es esto lo que necesito hacer-Confirmé camino hacia el palier de mi departamento- Esta noche el jefe me habló de tomar decisiones y de cómo eso puede modificar no solo mi vida, sino la de los que tengo a mi alrededor y todo eso...

–Sofi ¿Por qué siempre estás pensando en los demás? –Hizo una pausa y supe que solo era para aclarar sus ideas. –Por supuesto que vas a cambiar la vida de los demás... la mía por ejemplo. Ya no te voy a ver todos los días en el estudio, voy a tener que ir sola a pelear con el jefe cuando resuelva algo con lo que no esté de acuerdo, y después tendré que ir sola a pedirle disculpas porque tenía razón...

Solté una carcajada, pero mis ojos se llenaron de lágrimas oprimiendo mi alma, no pude pronunciar una palabra. Saqué las llaves de mi maletín y abrí la puerta vidriada, y en silencio me quedé ahí parada en el palier.

–... pero nosotros sabemos los motivos de tu cambio y estamos orgullosos de vos...

Malena no pudo terminar de expresar lo que sentía, su angustia embargó su voz y mis lágrimas comenzaron a rodar sin poder contenerlas. En mitad del palier me di cuenta que había hechos en la vida que nunca se podrían superar, aunque pasara el tiempo, aunque uno aprendiera a convivir con el dolor, quedaban ahí, instalados en el corazón partiéndolo en mil pedazos.

–...y Luciano también lo estaría-Terminó a duras penas.

Ese dolor que estaba cimentado en nuestras almas reapareció, tan vivo como siempre, como un sistema automático que se activaba y nos hacía rememorar una y otra vez el mismo sufrimiento.

La decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora