Capítulo 2

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Me había costado muchísimo despedirme de él esa mañana, pero teníamos obligaciones que cumplir. Marcos era contador, tenía su propio Estudio Contable desde hacía algunos años, y por estos días estaba más que ocupado. Y yo había cosas que tenía que enfrentar sola, porque todo era parte de la transformación que estaba a punto de efectuar.

Pase gran parte de la mañana acomodando los papeles, entre ellos los expedientes que debía llevar esa tarde al juzgado. Acomodé la casa, lo mucho o poco que había desordenado por ahí, y cuando me quise acordar eran casi las doce del mediodía.

Me preparé un sándwich de pollo y me serví un vaso de gaseosa. Comí más rápido de lo que me pude dar cuenta, estaba ansiosa, lo podía notar a pesar de que trataba todo el tiempo de conservar la calma.

De pronto mi teléfono celular comenzó a sonar y lo tomé de la mesa del living. El ringtone me indicaba que tenía un mensaje de texto.

"Te amo Sofi, no importa lo que decidas, mientras pueda estar con vos"

Marcos sabía que este sería un día difícil y su mensaje me había proporcionado la paz que precisaba.

No solo por eso lo amaba, estaba más que enamorada de él, mi vida no sería lo mismo sino lo tuviera a mi lado, pensaba en él en cada minuto, desde esa noche, cuando su mirada con la mía se fundieron en mucho más que locura y pasión.

"No estás en ella, sos mi vida misma"

Él lo sabría entender y también que nada podría cambiar nuestros sentimientos.

Después de terminar con mi frugal almuerzo, tomé un baño bien caliente para poder sobrellevar las bajas temperaturas que siempre hacía en el mes de junio. Me vestí con un traje abrigado de pantalón y saco entallado color negro y debajo un sweater de lana blanca con el cuello alto.

Me calcé unas botas de tacón cuadrado negras, lo suficientemente cómodas para afrontar el día que me esperaba yendo de un lugar a otro.

Con el secador de pelo terminé de sacarle toda la humedad a mis cabellos, los que al final caían lacios como lenguas de fuego sobre mi espalda. Apliqué un maquillaje suave sobre mi rostro, ya no pretendía tapar mis pecas, sino para humectar mi rostro y proteger mi piel del crudo frío del exterior.

Cerca de la una de la tarde salí de mi departamento, me dirigí hacia la cochera y saqué mi automóvil. No estaba muy lejos del estudio, pero después tendría que dirigirme al juzgado y llevarlo me haría ganar tiempo.

Las calles del centro de la ciudad de Buenos Aires estaban congestionadas como siempre, era ese mismo paisaje cotidiano en el que se podía ver a miles de personas camino a sus destinos, con la certeza de que uno nunca sabía lo que ese día pudiera deparar. Lo inusitado, lo incomprensivo, lo imprevisto... siempre sucedía y muchas veces cambiaba nuestras vidas para siempre.

Yo misma podía hablar de eso, porque la llegada de Marcos a mi vida había sido inesperada y definitivamente la había cambiado para siempre.

Pensaba en él y mi rostro se iluminaba con una sonrisa. Nunca había estado tan segura de algo en toda mi vida, la legitimidad de nuestro amor iba más allá de cualquier decisión y de cualquier cambio. No importaba las alteraciones que tendría que sufrir mi vida... mientras Marcos me amara.

Llegar al estudio esa tarde significaba encontrarme con un conjunto de miradas expectantes, que me anticipaban que sería una jornada difícil de sobrellevar, ya que la familia de la víctima esperaba con ansias este día, y aunque nunca me involucraba personalmente con ningún caso, este era particularmente especial.

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