Capítulo 19

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    Solo cuando abrí los ojos a la mañana siguiente comprendí que lo único claro que podía ver era el sol que entraba por la ventana, que el cielo por fin lo había liberado. Todavía había algunas nubes amenazantes, pero con alegría descubrí que estaban alejándose de Aguas calientes.

Pero lo demás, todo era incomprensiblemente caótico.

Marcos se había marchado hacia Buenos Aires y no tenía novedades de él, Alberto, si bien era muy amable conmigo seguía en su mundo, una mezcla del pasado que quería unir con el presente como si nada hubiera sucedido. Curipan, que a pesar de mis intentos frustrados, seguía sin aprobar cualquier cosa que viniera de mí, y tal vez tendría que aceptar finalmente que no me aceptaba y que no lo iba a hacer nunca.

Y para terminar de rematar este hecatombe emocional , Daniel.

Pero trataría de no analizar lo que había sucedido anoche. Era una mujer racional y como tal deducía que su comportamiento se había debido a su estado de ebriedad. No quise ni por un segundo pensar en sus manos, en su boca cerca de la mía, ni en su mirada... todo eso era algo en que no quería pensar.

Con el único propósito de que mi cabeza dejara de confabular en mi contra, decidí empezar el día, me vestí con toda la ropa térmica que pude encontrar, porque afuera estaba hermoso, pero podía adivinar que el frío seguía siendo tan despiadado como el día anterior.

Luego de salir del cuarto de baño y de acomodar el dormitorio, bajé las escaleras hacia el hall de entrada en donde me detuve por unos segundos para poder familiarizarme con los ruidos de la casa, pero no pude escuchar nada, ni un simple sonido que me indicara que alguien estuviera en ella.

Me dirigí a la cocina donde el aroma a café captó mis sentidos. "Por fin algo placentero esta mañana" Pensé. Tomé una taza de la alacena y la llené de la bebida oscura y humeante que tanto me gustaba tomar por las mañanas, y mientras lo hacía pensaba en que parte de la casa estaría Curipan y considerándolo mejor, no sabia si seria buena idea saberlo.

Un ruido de pronto rompió el silencio de la mañana y también mis pensamientos. No lo podía determinar, era un motor, o una maquinaria tal vez, que por momentos emitía un sonido agudo y por otros solo se podía escuchar un suave ronroneo.

Pero de algo estaba segura, el ruido venía del exterior. Me asomé por la ventana de la cocina y por primera vez, desde que había llegado, contemplé la parte trasera de la casa.

La misma galería que había en la parte delantera se encontraba también en la parte posterior, solo era que esta era más ancha en la que se situaban unos sillones de madera y una mesa de apoyo en el medio de ellos.

Cuando salí, el viento frío pegó de lleno en mi cara, me hizo estremecer y fue en ese momento en que escuché el motor de la maquinaria otra vez, nada más que ahora lo pude identificar como algo parecido a una sierra que provenía de un galpón detrás de la casa.

Bajé las escaleras de madera y seguí un camino que conducía directo hacia el tinglado hecho completamente de chapas acanaladas que tenía la puerta entreabierta.

No tenía que ser adivina para saber quién estaba ahí adentro. Consideré por unos segundos la posibilidad de volver a la casa y seguir con lo que tenía planeado, un paseo con Tony... pero fue más fuerte que todo lo que soy, y un impulso inexplicable me condujo a ese lugar.

No sabía qué quería averiguar, tal vez quería unas disculpas por su comportamiento de anoche, quizás quería comprobar que estaba equivocada, que no era tan desagradable como pretendía ser... tal vez quería sacar de mi cabeza que su forma de mirarme había sido producto de mi imaginación...

La decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora