Marcos partió hacia Buenos Aires después del mediodía, un amigo, que justo estaba de visita en el pueblo, lo llevó hasta el aeródromo de Chos Malal en donde una avioneta lo trasladaría hasta el aeropuerto de Neuquén, y luego un avión lo llevaría directo al aeroparque Jorge Newbery, donde seguramente lo esperaría alguien de su estudio.
Cuando Marcos se fue me arrepentí de no haber insistido lo suficiente para irme con él, tenía la certeza que quedarme no había sido una buena idea, si bien Alberto era una persona agradable, parecía estar siempre en su propio mundo y para completar mi buena suerte, Curipan, que desde que Marcos se había marchado, me miraba peor que nunca.
Solo esperaba que estos días pasaran tan rápido como fuera posible.
Llamé a mis padres esa misma tarde, porque se morirían del susto si por casualidad vieran a Marcos en Buenos Aires.
Estuve hablando con ellos por casi una hora y gran parte de ese tiempo lo utilicé para describir este lugar. Les hablé de Alberto, de lo encantador que era y también les hablé de Curipan, claro que sin entrar en muchos detalles. Les relaté el motivo de la intempestiva partida de Marcos y del problema con el socio de su cliente, a lo que mi padre me contestó que ese tema terminaría en una demanda judicial, algo en lo que, sin poder evitarlo, ya había pensado.
No estaba segura, pero cuando corté con mis padres tuve la leve sospecha de que estaban felices de que estuviera acá. Y quizás tendrían razón.
No faltaba mucho para que me convirtiera en parte de esta familia y me tendría que ir acostumbrando a ella.
Así que, pretendiendo que toda la situación era de lo más normal para mí, decidí dejar de preocuparme y tratar de pasar lo mejor posible estos días sin Marcos.
Bajé las escaleras y cuando llegué a la puerta de la estancia la golpeé con cuidado. Escuché la voz de Alberto que me permitía entrar y lo hice deseando no molestarlo.
–Discúlpeme Alberto–Dije cuando lo vi sacar la vista de un libro que tenía en su mano y que parecía que leía con mucho interés.
–No pidas disculpas Sofía, por favor. Lamento que Marcos se haya tenido que ir–Dijo con pena en la voz.
–Si... pero en cuestión de días estará de vuelta–Dije dándole ánimos, pero me parecía que me lo estaba dando a mí misma.
–Eso me haría muy feliz, recuperar a Marcos después de tanto tiempo... –Suspiró profundamente y temí por él, porque lo vi muy emocionado.
Me senté a su lado y contemplé su rostro, el que todavía no podía acostumbrarme que fuera igual al de su hijo. Sonreí y él me devolvió el gesto.
–No tuve la oportunidad de agradecerte... nunca voy a dejar de hacerlo, me diste una alegría que creí que había perdido, trajiste a mi hijo–Habló con suavidad.
–Alberto, no tiene nada que agradecerme, hace unos días ni siquiera imaginaba que hoy estaría hablando con usted. Fue Marcos el que decidió por fin regresar–Respondí con convicción.
–No lo creo así, ya sabes que para Marcos venir hasta este lugar fue unas de las cosas más difíciles que tuvo que hacer. No creo que lo hubiera hecho por su cuenta.
–Tengo que reconocer que estamos viviendo un momento especial, su proposición de matrimonio me tomó por sorpresa, pero la esperaba desde el momento que lo conocí. Tal vez reconciliar su dolor, dejarlo atrás para comenzar una nueva etapa en su vida, hizo el regreso más fácil. Alberto, tiene que saber venir hasta Aguas Calientes significó que Marcos me confesara todo lo que ocurrió... –No era del todo cierto, pero obvie los detalles. Baje mi mirada al recordar cómo había descubierto lo de su madre.
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La decisión
Romance¿Es posible amar a dos hombres al mismo tiempo? Sofía nunca lo hubiera creído. Marcos Aguada, el hombre del cual estaba perdidamente enamorada, le había hecho dos proposiciones, una de casamiento y la otra, hacer un viaje a su pueblo natal al sur de...