Era algo con lo que pensaban que habían aprendido a convivir. Al despertar cada día, uno sin la presencia del otro por la diferencia de horarios.
Ella a las 6:00 para trotar, ducharse, arreglarse e irse a trabajar. Él apenas le podía decir buenos días cuando despertaba a las 7:00 e iba a lavarse los dientes.
Ambos estaban siempre impecables, siempre responsables en sus trabajos. Él como jefe podía llegar a tiempo. Ella optando por un ascenso trabajaba el triple, llevándose gran parte de la carga de las labores del lugar.
Él a veces la llamaba para almorzar, pero siempre recibía las mismas respuestas.
"Tengo una reunión-almuerzo"
"Hay conferencia"
"Quizá más tarde"
"Hoy no comeré"
La última era la que más lo angustiaba. Ella estaba trabajando duro, pero había constantes ocasiones en que no comía. Habría bajado unos 10 kilos en los últimos meses.
Carla, la asistente de ella, siempre intentaba conseguirle una cita para verla en algún momento en el día. Pero era prácticamente imposible.
Él solo quería amarla, pero no había tiempo, nunca había tiempo.
-Francesca- le habló al teléfono-Recuerda que tenemos una gala esta noche.
-Lo sé- respondió ella mientras a la vez revisaba mails en su computadora-Carla me trajo 4 sugerencias de atuendos, te mando fotos para que escojas uno.
-Claro- dijo él, y antes que pudiera decir algo más, ella colgó.
No importaba, sabía que ella colgaba rápido cuando estaba ocupada. Nada importaba, ella estaba trabajando por lo que quería y él lo entendía, claro que lo entendía.
La quería más que a nada en el mundo.
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Si había algo que Giotto Vongola amaba, eran las fiestas de la familia. Antes le parecían aburridas, llenas de tonterías y sonrisas falsas. Pero desde que ella empezó a trabajar a tal intensidad las amaba, pues eran las únicas horas en que ella estaba para él, solo para él.
Ella siempre había respetado su trabajo, y jamás había faltado a una fiesta. A final de cuentas, era la dueña y señora de la familia. Pero Timoteo, el gran patriarca, estaba preocupado por su nieto, lo notaba más decaído desde que ella había comenzado a trabajar así, ya llevaban más de un año de esa manera.
Giotto vio las fotos que ella le había enviado y sonrió, al menos sabía que ella lo tomaba en cuenta para todo tipo de cosas banales como aquella, lo único que les faltaba era tiempo, solo un maldito tiempo.
A veces deseaba volver a los tiempos de la universidad, donde sufría pensando que no les quedaba tiempo para nada, pero en realidad pasaban largas noches hablando del futuro, amaneciéndose estudiando juntos, yendo al cine, comiendo picnics en el parque, huyendo de aburridas clases, escapándose a casa para hacer el amor de forma apasionada.
Se preguntó cuándo fue la última vez que hicieron el amor, ni siquiera para ello había tiempo.
Pero debía entenderla, ella estaba agotada todos los días, las fuerzas apenas le daban.
Él debía ser su pilar.
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-Giotto- la voz de su abuelo lo sacó de sus pensamientos-¿Estás listo?
-Sí- dijo terminando de ponerse el pañuelo en el bolsillo del saco, de aquél color rojo vino que combinaba con el jumpsuit que había escogido para ella.
-¿Francesca viene?
-¿Alguna vez no ha venido?- preguntó el rubio con una sonrisa, el mayor sonrió con melancolía.
-Estoy preocupado por ustedes.
-Ya calma- dijo Giotto con un suspiro, habían tenido esa conversación tantas veces.
Timoteo era un hombre de familia, y le agobiaba la idea de que Francesca trabajara tanto, pero sabía que no era por dinero. La única vez que se lo había ofrecido, ella se había ofendido y enfadado, no le habló por un mes.
-Solo me gustaría que ella estuviera más tiempo contigo.
-El tiempo que tenemos es suficiente- dijo Giotto apretando el hombro de su abuelo con cariño-A pesar que tiene muchísimas cosas que hacer, siempre soy prioridad, es suficiente para mí.
-No puedo evitar pensar que a este paso nunca seré bisabuelo- dijo Timoteo con una pequeña risa que fue acompañada de su nieto.
-No diga eso, abuelito- dijo Giotto con una sonrisa-Estoy seguro de que Tsu cumplirá su deseo.
-¿Francesca no quiere?
-¿Qué es lo que yo no quiero?- escucharon una voz tras ellos.
Giotto perdió el aliento. Siempre para él era como el primer día, cada vez que la veía creía que estaba soñando y se sentía el hombre más afortunado del mundo.
-Nada, Fran- respondió Timoteo con una sonrisa-Cosas de viejos- dijo con una risita que fue correspondida por ella.
-Usted no está viejo, Teo- dijo acercándose a abrazarlo- Hola, mi cielo- dijo abrazando al rubio después.
-Hola- respondió con una gran sonrisa mientras la aferraba a él. Momentos como esos hacían que todo valiera la pena.
-¿Vamos?- preguntó Timoteo que aunque enternecido por la escena, sabía que se les hacía tarde.
-Vamos- respondió Francesca con una sonrisa tomando a Giotto de la mano.
Definitivamente Giotto amaba esas fiestas. Ellos dos riéndose de cualquier tontería, abrazados, dándose de comer el uno al otro.
¿Qué importaba si debía saludar a docenas de personas que apenas conocía como amigos de toda la vida? ¿Qué hubieran aburridas conversaciones de las que no quería participar?
El estar con ella ahí valía cada maldito segundo.
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Nota Final: Hola todo mundo! He tenido demasiadas ganas de escribir una historia de KHR! AllXOC.
Así es, como dice la descripción de la historia, Francesca es la donna de la décima generación, pero realmente creen que el que esté casada impedirá que los personajes de Reborn estén tras ella? Solo esperen y verán! :D
*Pregunta: ¿Qué opinaron de la portada del fic?*
Esperaré atenta a leer sus opiniones :3
Por cierto, quise dedicarle esta historia a @--Shea que lleva años leyéndome y te lo agradezco demasiado <3
Nos estamos leyendo,
Bye! <3
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Pacta Sunt Servanda
FanfictionFrancesca es la donna que lleva la décima generación Vongola junto a su marido Giotto. Aunque ocupa ese cargo, prefiere quedarse en la superficie viviendo una vida normal alejada de la mafia. Pero cuando su adicción al trabajo termine por pasarle l...