Capítulo 46: "El concurso de Talentos" - Primera Ronda

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Giotto se enfrentó a una de las pruebas más difíciles de su vida como décimo de la familia, y es que estaba de pie frente a sus subordinados tratando de decidir quien participaría y quien no, en el concurso.

Por las reglas Daemon estaba eliminado y Cozart le había quitado una carga al irse con Dino y probablemente lo sabotearía, pensó. Pero cuando volteó a buscar a Cozart con la mirada, ni siquiera se había acercado a Dino, sino que estaba muy ocupado coqueteando con Matilda, Giotto negó con la cabeza riendo internamente, estaba seguro que esos dos se traían ganas hace años.

Buscó a Fran con la mirada sospechando que ella pensaría lo mismo, y efectivamente, estaba junto a Dominga cuchicheando mientras miraban a Matilda y Cozart.

—Tierra a Decimo —dijo G pasando su mano por delante de los ojos de Giotto—. Tienes toda la vida para mirar a tu mujer, ahora concéntrate.

—Sí. Perdonen, chicos —dijo Giotto volviendo con ellos—. La verdad es que no sé que tipo de estrategia deberíamos seguir, ¿alguna idea?

—Creo que Lampo y Elena deberían ser los que queden fuera —dijo Alaude cruzado de brazos—. Creo que podríamos mejorar nuestras posibilidades usando nuestras llamas. Nada persona, Elena.

—Lo sé— dijo ella con una sonrisa.

—¿Entonces conmigo sí? —preguntó Lampo molesto.

—Por supuesto que sí, eres un flojo —respondió Alaude sin titubear.

—Ya, ya —dijo Giotto deteniéndolos y abrazando a Lampo por el hombro—. ¿Hay algún talento que quieras ofrecer Lampo?

—Pues no —respondió el peliverde bostezando.

—Entonces está decidido —dijo Giotto con una sonrisa—. Por eso eres el mejor consejero, Alaude.

El rubio platinado mostró una pequeña sonrisa en respuesta, que desapareció en un segundo.

—Y ahora, a ganar—dijo G—. No puedes dejar que Xanxus gane, Giotto. Tienes que demostrar porqué eres el jefe.

—Ay, G —dijo Giotto quejándose—. Ya tuve suficiente de esa tonta pelea, ya soy el décimo.

—Aun así —dijo G.

—Y tampoco debe ganar el pequeño Tsunayoshi —dijo Daemon riendo, recibiendo un codazo por parte de Elena.

—Oh, ¿el pequeño Tsuna va a participar? —preguntó Knuckle sorprendido.

—Ay por favor —dijo Daemon—. Solo voltea a ver como mira a Kika.

—Ya, Daemon, deja a Tsu en paz —dijo Giotto más serio, sabía que si dejaba pasar aquello Daemon comenzaría a molestar a Tsuna a viva voz, y eso podría ponerlo en peligro.

—Creo que al decimo debería preocuparle Reborn —dijo Lampo burlesco.

—O Colonello —complementó Daemon.

Giotto volteó los ojos antes de reír y volteó una vez más a ver a las chicas. Sabía que aquello debía ser obra de las amigas de Fran, desde la lista de invitados, hasta el dichoso premio. Pero solo era eso, un juego. Y Fran lucía tan hermosa esa noche, con su vestido rosa, y su cabello suelto y ondulado, y sus labios pintados de rojo, y su sonrisa brillante mientras reía con sus amigas de toda la vida, y le acababa de decir que quería que tuvieran un hijo juntos, ¿tendría los ojos café de ella?, ¿El cabello rubio de él?, ¿Tendría una llama del cielo?, ¿Una piel nivea?, ¿Sería niño o niña?, ¿La madre de Fran pelearía con ellos para que le pusieran Chayanne?, ¿Fran pelearía con él para que le pusieran Melendi?, ¿Iría a la escuela en Italia?, ¿Fran le enseñaría español?, ¿Querría ser abogado como ellos?, ¿Cuando creciera...?

Pacta Sunt ServandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora