Capítulo 61: El Luto Parte 2

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Había muchas razones por las que a Kyoya le gustaba Fran, estaban aquellas que sobre las que había reflexionado, aquellas que había admitido en voz alta y aquellas sobre las que ni siquiera se había parado a pensar.

Pero dentro de todas estas categorías estaba su manera de ser, y es que Fran le llevaba alegría cada día, pero una alegría que no era molesta. Sabía cuando guardar silencio, y aunque a veces se reía estruendosamente (y eso no le gustaba de ella), luego se calmaba y continuaba leyendo mientras tarareaba canciones que nunca había escuchado o que quizá ella había inventado en el momento.

Le gustaba que le leyera, que le contara de sus cosas favoritas, que le diera sus opiniones, que le preguntara cosas y que, en resumidas cuentas, le llevara vida a su oficina.

Pero ya no había vida.

No había alegría, no había risas, no había canto, no había vitalidad.

Y eso lo ponía furioso.

Si había guardado un enorme rencor contra Giotto por haberle "robado" a Fran, ese rencor se acababa de convertir en odio, porque no solo le había "robado" el amor de Fran, sino que toda su vitalidad.

Era como si estuviera muerta en vida.

Fran se enderezó del sofá con lágrimas en los ojos llamando su atención y habló con la respiración entrecortada.

—Luchemos.

—¿Qué? —preguntó Kyoya descolocado.

—Luchemos, ahora —dijo Fran secándose las lágrimas con los dedos y poniéndose de pie—. Ya.

—Pero...

—Por favor.

Kyoya cedió a su petición.

Y estuvieron así un par de días.

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Fran se encontraba tirada en la cama de la habitación de su hotel con la máscara de pestañas escurrida por el rostro, pero ya con lágrimas secas.  Solo no quería pensar, pero ahí estaba recostada frente a su teléfono, con Taylor Swift reproduciéndose en bucle.

Había luchado muchísimo con Kyoya, y aun así no podía dejar de pensar. No podía dejar de estar atenta a su teléfono con la esperanza de que Giotto le llamare, le dijera que todo había sido una broma, un malentendido, una apuesta, cualquier estupidez, y que volvieran a estar juntos.

Pero a cada minuto le caía más la realidad encima.

Demasiado cruel para soportarla.

Giotto no la amaba.

—Si sigues luchando con Hibari todos los días, terminará por desfigurar tu hermoso rostro.

Ella giró aun recostada en la cama hacia la ventana de su habitación.

—Chaos.

—Lárgate.

—¿Por qué estás enojada conmigo?

—¿Crees que no me di cuenta? —preguntó Fran entrecerrando los ojos con rabia y enderezándose en la cama—. ¿Qué no me di cuenta que preferiste quedarte con tu querido alumnito? ¿Cómo si él estuviera sufriendo? ¡Yo estoy sufriendo! ¡A él no se le movió ningún pelo al dejarme! ¡Igual que...!

Ella guardó silencioy escondió su rostro entre sus rodillas, mordiéndose fuertemente el labio para evitar llorar.

"Igual que Fon" pensó Reborn. Pero no lo dijo, sino que caminó hacia ella y se sentó a su lado en la cama.

Pacta Sunt ServandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora