Capítulo 4: La Donna es la Donna

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Francesca se sentía mal cuando el avión iba aterrizando en Namimori. Giotto había insistido en acompañarla, pero Timoteo se había negado rotundamente ya que eran muchas horas de viaje y si quería esas vacaciones adelantadas debía trabajar el doble.

Al menos al pisar tierra estaba un poco mejor, había vomitado dos veces durante el viaje y tambaleado unas 7, pero era parte de su condición. 

Por lo que tomó un taxi y dio la dirección de la casa donde había crecido su marido. Se sentía inquieta, no imaginó nunca quedarse en ese lugar sin Giotto.

Miró su teléfono que solo servía para que escuchara música, pues una de las reglas que le puso su hermano fue tolerancia cero al internet y a las comunicaciones con la oficina.

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-¿Hola?- dijo ella atendiendo el teléfono, Massimo la miró sorprendido.

-¿Qué haces? Tienes que descansar- dijo el pelinegro acercándose a ella.

-Sí, en esa causa estamos viendo un arbitraje para...- ella lo estaba ignorando completamente, aun con ella ausente del trabajo la llamaban para que se hiciera cargo de todo por teléfono-¡Oye!- exclamó ella cuando le quitó el teléfono.

-Estás enferma, tienes que descansar- le repitió él colgando la llamada.

-Solo es un pequeño resfrío.

-Tienes neumonía.

Ella lo miró frustrada. 

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Ya de eso hacían 3 años.

-¡Francesca!- la voz de Nana resonó en sus oídos cuando la japonesa corrió a abrazarla, ¿siempre había sido tan cariñosa?-Lamento lo de tu enfermedad, cariño- dijo apretándola más.

-Estoy bien, Nana- le respondió Francesca para tranquilizarla.

-Iré a avisarle a Gio-kun que llegaste bien- dijo la castaña mayor yendo al teléfono, Francesca recordó que Nana dejaba que cada uno se acomodara como pudiera así que solo subió las escaleras en busca de Tsuna para que le dijera donde se podía quedar.

La chica tocó dos veces la puerta de la que recordaba era la habitación de Tsuna, y cuál fue su sorpresa al encontrarse con un peliplata con rasgos parecidos al guardián de la tormenta de su marido, G.

-¿Y tú quién rayos eres?- dijo el chico mirándola con actitud desafiante.

-¡Fran! ¡Llegaste!- exclamó Tsuna poniéndose de pie.

-¿La conoces, Tsuna?- preguntó el peliplata sorprendido.

-Claro, Gokudera-kun, es la esposa de Gio-nii- dijo el castaño y se acercó a la chica-Me alegra que llegaras a salvo.

-¡¿La esposa del décimo?!- exclamó Gokudera sorprendido para rápidamente ponerse de rodillas en el suelo-¡Lo siento! ¡Lo siento mucho, Donna!- repitió varias veces golpeándose la frente contra el piso.

-Calma, calma- dijo la chica poniendo su mano entre la frente del chico y el piso, haciendo que él la mirara sorprendido-No es bueno que te golpees, con tu disculpa está bien.

-Es tan amable- dijo el chico con estrellitas en los ojos-¡Como se esperaría de la Donna!

-Oye, solo no me llames así, yo no tengo nada que ver con la mafia- dijo ella cruzando las manos frente a su pecho.

-Imposible, la Donna es la Donna- respondió el peliplata poniéndose serio.

-Pero ya te dije que...

Tsuna sonrió ante la escena, no pudo evitar verse en Francesca, pues aunque ambos decían que jamás pertenecerían a la mafia, muy en el fondo sabían que ya estaban hasta el cuello y que así seguirían por estar con sus seres queridos.

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-Decimo- dijo G entrando en la oficina de su mejor amigo- ¿Sabes dónde está Alaude?

-En Japón seguramente- dijo Giotto sin levantar la mirada de su laptop.

-¿En Japón? ¿Qué se supone que...?

-Yo no le encargué nada, G- dijo adivinando los pensamientos de su amigo- Pero es obvio a que fue- dijo moviendo su silla hacia el librero más cercano de donde sacó un archivador para continuar con su trabajo.

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-¿Y tú eres?- ante la pregunta de Fran, el peliplata se puso derecho y abrazó a Tsuna por el hombro.

-Hayato Gokudera, la mano derecha de Tsuna- respondió con orgullo mientras Tsuna tenía una mirada medio avergonzada.

-¿Ah sí?- preguntó Fran divertida.

-También es el hermano menor de G-san- continuó Tsuna.

-Ah, ya veo- dijo la chica con una sonrisa- Ni idea que G tenía un hermanito.

-Tsk, no tenemos nada en común tampoco- dijo Gokudera algo molesto haciendo reír a Fran, pues sabía que estaba muy equivocado.

Hayato era la vida imagen de G, solo que en su personalidad parecía ser bastante más apasionado. G, por su parte, era más recatado.

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-¿Tú dices que fue a cuidar de Fran?- preguntó G arqueando una ceja.

-Evidentemente no fue a cuidar a Kyoya- respondió Giotto con una sonrisa.

-No puedo entender que no te moleste- dijo G negando con la cabeza.

-No puedo entender que no vayas a por Dominga- respondió Giotto sin perder su sonrisa.

Buscó a G con la mirada quien se encontraba mirando hacia la ventana evidentemente molesto y con ello rió.

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-Por cierto, Tsunayoshi- dijo Francesca-¿Podrías llevarme a mi habitación?- y la sonrisa que les otorgó provocó que ciertos sentimientos confundieran al par de chicos allí, pero que intentaron descartar de inmediato.

"Recuerda, es la mujer de tu nii-san"

"No lo olvides, es la donna"



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Nota final: Hola todo mundo! Capítulo introductorio de Hayato en este fic :3 me encanta la devoción que Gokudera le tiene al décimo, a Tsuna y a su Donna <3 totalmente adorable.

Disfruten de este capítulo!

*Pregunta: ¿Hasta que punto llegará la devoción de Gokudera por su donna?*

Nos estamos leyendo,

Bye! <3

Pacta Sunt ServandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora