Pacta Sunt Servanda

Capítulo 54: La llegada de Massimo

—Cielo —gimoteó Giotto ante el beso de Fran.

Ella estaba por subírsele encima cuando él la tomó por las caderas impidiendo que se acercara más. Ella le miró dubitativa.

—Aquí no. Tsu y Reborn están en casa. Los niños también.

Fran dejó su caer su cabeza sobre el hombro de Giotto y bufó molesta. Giotto rio ligeramente preguntándose si estaba soñando o había recuperado a la mujer que siempre se le tiraba encima, antes de tener esa obsesión por el trabajo.

—¿Estás ansiosa?

—Te extrañé mucho —dijo ella levantando la cabeza para mirarlo a los ojos mientras jugaba con su cabello—. La cama se siente tan sola sin ti.

—Si quieres podemos ir a otro lado.

Giotto volvió a reír al ver como los ojos de Fran brillaban ante su propuesta.

—No te burles de mí —dijo ella abrazándolo.

—No me burlo de ti, nunca lo haría —dijo él besando su cabello—. ¿A dónde quieres ir?

—A dónde sea. Solo quiero estar contigo.

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Nana había preparado una gran cena, había llegado sumamente contenta de su cita con Iemitsu, quien cada cierto rato se acercaba a abrazarla para luego darle un trago a su sake.

Tsuna comía en silencio mientras miraba repetidamente hacia la puerta. La conversación en la mesa era animada, ya que Iemitsu y Nana escuchaban y hablaban activamente con Fuuta, I-Pin y Lambo.

—Lambo-chan, ¿me ayudas a recoger la mesa?

Lambo asintió riendo.

—I-Pin también ayudará —dijo la pequeña tomando su plato.

—Yo llego primero —dijo Lambo corriendo a la cocina.

—Lambo, espérame —dijo I-Pin corriendo tras él.

—No corran, chicos —dijo Fuuta tras ellos.

Tsuna movía la mano con impaciencia sobre la mesa mientras seguía mirando la puerta.

—Deja eso, harás un hoyo en la mesa —dijo Reborn bebiendo de su café.

Tsuna se giró hacia él dejando la mano quieta. Ni siquiera se había dado cuenta que estaba haciendo aquello.

—Yo...

—Probablemente no lleguen a dormir —dijo Reborn poniéndose de pie—. Si piensas demasiado en ello terminarás por enloquecer.

Tsuna dejó caer su rostro entre sus manos, le frustraba que sus sentimientos fueran tan claros que Reborn los viera sin más, que su madre lo supiera y por tanto su padre igualmente. Y que Giotto seguramente también lo supiera, después de todo, era el más inteligente de la familia, y se decía que su intuición era la mejor de todo el linaje Vongola.

Y con todo ello, lo que más lo molestaba era saber que él y Fran se habían escabullido por ahí como un par de adolescentes hormonales.

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Fran abrió los ojos al sentir el ruido de la alarma de su teléfono, dándose cuenta en ese momento que no estaba en su habitación. Se giró encontrando a Giotto profundamente dormido con la cara contra la almohada. Riendo movió ligeramente el cuerpo de su marido para despertarle.

—Cielo... cielo... nos quedamos dormidos.

Giotto abrió los ojos, mirándola adormilado.

—Hola.