Capítulo 21: Arreglando las cosas

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-¡Kika! Creí que estabas huyendo de Bianchi- dijo Dino sorprendido.

-Y yo pensé que irías a ver a tu estudiante.

-Y aquí estoy.

-¡¿Eh?!- exclamó Fran sorprendida, jamás en toda su vida hubiese imaginado que Kyoya tendría un maestro, y mucho menos que fuera Dino -¡No puedo creerlo!- gritó mientras una risita se escapaba de sus labios.

-Tú no eres mi maestro.

-Oh, Kyoya, eres malo- dijo Dino quejándose y haciendo reír a Fran, la situación se le hacía particularmente divertida.

-Lucha conmigo, Haneuma- dijo Kyoya levantando una de sus tonfas.

-Es la única forma de charlar contigo, ¿verdad?- dijo Dino sacando su látigo y corriendo en dirección a la azotea siendo seguido por Kyoya.

-Ah no, esto yo no me lo pierdo- dijo Fran corriendo tras ellos junto con los subordinados de Dino.

Una vez llegaron a la azotea el combate comenzó, por lo que Fran se sentó en el piso a la vez que los subordinados de Dino hacían lo mismo a su lado.

-¿M&Ms?- preguntó Romario ofreciéndole un paquete a Fran.

-¿Sabes cuanto te amo, Romario?- el mayor simplemente le sonrió. 

Romario aun recordaba cuando hace años el capo Cavallone llegó a la mansión de visitar a Giotto completamente flechado y exclamando que había encontrado al ángel que iluminaba su vida. 

Lamentablemente el corazón de Dino se rompió cuando Giotto se le declaró públicamente a Fran frente a toda la mafia para demostrarle que no le interesaba estar con ninguna otra mujer que no fuese ella. Fue un romántico e histórico día para el matrimonio, y el día que Dino se sumió en una gran tristeza.

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La mansión Vongola estaba totalmente patas para arriba.

Entre Knuckle tratando de ayudar a reparar lo roto y rompiéndolo más con su fuerza.

Elena regañando a Daemon por hacer travesuras junto a Lampo.

Asari simplemente riendo de toda la situación.

Y Giotto colapsado por los destrozos. El pobre capo solo podía pensar en una cosa.

-¡Vuelve pronto, G!

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-¡Aquí estás!- la voz de Bianchi resonó por la azotea deteniendo la pelea y provocando que el corazón de Fran se parara por un segundo, pero que al tomar un respiro pudo reaccionar rápido.

-D, préstame a Scuderia- el rubio simplemente tomó su caja arma y liberó a su pegaso en el cual Fran se montó rápidamente.

-¡No huirás!- exclamó Bianchi mientras le lanzaba comida venenosa, pero era muy tarde, la mujer ya había huido del lugar montada en esa criatura mitológica.

-Escorpión venenoso, no deberías...

-¡Cállate, Dino!- exclamó lanzándole un plato de comida venenosa para luego correr escaleras abajo dispuesta a perseguir a la chica.

-¡Jefe!- exclamaron los subordinados de Dino corriendo a ayudarlo, ya que el rubio había quedado tirado en el piso mientras Kyoya bufaba porque su oponente había sido envenenado.

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-¡Ven aquí maldita!- gritaba Bianchi mientras perseguía a Fran montada en Scuderia.

Pacta Sunt ServandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora