Chances

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¿Crees en el destino?

¿Crees que tu vida está escrita en algún lugar?

Es raro no saber lo que pasará, pero aún más raro es saberlo. Saber y querer cambiar o mantener lo que sucederá.

Nadie sabe.

Nadie opina.

Nadie se queja.

Son las reglas del juego.

Nadie puede hacer nada contra lo que va a pasar.

Pero el destino es una cosa tan grande y maravillosa que se burla de nosotros cuando quiere, se apiada de algunos cuando puede, y se venga de otros cuando se debe.

Me obligo a mantenerme a raya, no creo ni desmiento cosas sobre el destino, pero si es el causante de que ahora esté viendo tus hermosos ojos, pues le agradezco infinidades.

Y las preguntas se amontonan en mi cabeza, cuestionando el qué o por qué. Cuestionando las cosas que pasan y que tal vez no hubieran pasado.

Porque hoy no tenía planeado encontrarme contigo, porque hoy al despertar jamás hubiera imagina que me quedaría helado frente a ti, que no tendría palabras para decirte lo guapa que eres.

Jamás hubiera esperado encontrar a la persona que tanto buscaba. Jamás hubiera pensado en encontrarte a ti en una estación de tren a las doce del medio día.

La probabilidad de encontrar a un conocido en este lugar a tal hora es de cinco en un millón, no podemos decir que es nulo pero que tampoco es satisfactorio. Pero el hecho de cruzarme contigo lo cambia todo.

Y me pregunto entonces, ¿cómo sabes que un día normal se convertirá en el mejor de todos?

¿Quien te asegura que tu vida podría cambiar en un segundo?

Bajé del tren esa mañana y ya iba retrasado, pero las cosas estarían a punto de mejorar conforme avanzaban las horas, no esperaba que tanto. Corrí apresurado y tropecé con varias personas en el camino, llegué a la otra estación y las puertas se cerraron en mis narices. Era tarde, pero no tanto para encontrarte.

Estaba enfadado, y mucho, lo cual no era usual en mi, pero tampoco era usual llegar tarde. Así que fui por un café, antes de pocisionarme en la inmensa fila dos muchachas pasaron corriendo, debí haber prestado más atención porque una de ellas era tú.

Pero quizá así no lo tenía planeado el destino, quizá no hubiera pasado nada si te hubiera visto solo unos segundos. Ahora lo sé.

Con el café en la mano fui a buscar un sitio en la atestada estación llena de gente, ninguno disponible, y volví a ver a las dos muchachas apuradas, se despedían y pude ver como reias, no me detuve a analizar esa hermosa sonrisa tuya porque si lo hubiera hecho probablemente hubiera terminado derramando el café en una señora, quien me hubiera obligado a comprarle otra blusa, me hubiera llevado hasta la sección de comerciales y hubiera perdido el asiento vacío que estaba a punto de aparecer.

Avancé y me senté en la banqueta desgastada, pero me puse de pie de inmediato al ver a una señora con su pequeño en brazos, no dudé en cederle el asiento, por lo cual me vi resignado a buscar otro.

Al lado del gran reloj marcando las doce del medio día se hizo un espacio, tomé asiento y observé como la gente se iba dispersando, muchos subiendo a vagones en movimiento, otros saliendo de la estación. Pero gracias a eso pude verte sentada frente a mi, con tu vista fija en tus manos juguetonas, con la mirada algo decaída y con una sonrisa apenas visible.

Entonces pude haberme alejado, pude ponerme de pie y salir rendido del lugar, pero me detuve al ver una de mis agujetas desatadas, dejé mi café a un lado y me agaché para amarrarlas, fue ahí que al levantarme conecté con tus hermosos ojos, me quedé inmóvil, sin habla, sin pensamientos.

"Hermosa" fue lo único que se me vino a la mente.

Sonreiste y mi día mejoró de maneras increíbles.

Estire la mano a un lado y en mi torpeza tire el café en mi, fue ahí cuando te levantaste de inmediato, corriste hacia mi y me ofresiste un pañuelo el cual acepte gustoso.

Tu aroma dulce se mezclaba con el olor del café y formaban un ambiente embriagador. Traté de hablar pero nada.

Me ayudaste, y te volviste a tu sitio.

Todo paso tan rápido y la prisa que tenía por volverme a mi casa y enfadarme conmigo mismo por la tardanza se esfumó, ahora solo quedaban las ganas de seguir viendo tus hermosas esferas color chocolate y esas mejillas rojizas.

¿Pero qué hubiera pasado si la torpeza no hubiera estado de mi lado?

Probablemente desde el comienzo hubiera salido a tiempo de mi casa h hubiera cogido el tren, no hubiera ido a la cafetería a conseguir el café que derramé sobre mi, y no te hubieras acercado a mi.

¿Cuales hubieran sido las probabilidades de que el peor día de mi vida se convirtiera en el mejor de todos? Porque tu lo hiciste así, al acercarte y mirarme, le devolviste el color a mi día gris.

Por eso no podía arruinar todo ahora, cuando te pusiste de pie supe que debía pedir tu número, unos dígitos que sin duda cambiarían mi vida desde ese entonces.

¿y qué probabilidades había de que una chica como tú, se encontrara con un torpe como yo, y de que aceptaras en darme tu número?

¿Qué hubiera pasado si las ventajas de conocerte hubieran sido mínimas ese día?

Hubiera seguido con mi vida normal, seguiría siguiendo la misma rutina, pero no.

Porque las probabilidades fueron infinitas, y ya sea el destino o alguna fuerza mayor que hizo todo esto posible tiene mis más enormes agradecimientos.

¿De haberlo sabía hubiera cambiado el rumbo de las cosas?

No.

¿Me hubiera mojado con el café?

Sí, habría dejado que todo pase exactamente igual con tal de conocerte.

¿Cuantas probabilidades había de que yo te encontrara en un mar de personas, a las doce del medio día en la estación de tren?












Sé que no actualice muy seguido y mil gracias por seguir leyendo los shots.

No me abandonen.

Besos.

One Shots thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora