Tu número uno

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Parte 2.

Corrí sin importar cuantos charcos pisara. Tenia la chaqueta sobre mi cabeza tratando de cubrirme de la lluvia, mas está aún me mojaba.

Me refugié debajo del techo de una entrada, la puerta que estaba detrás mio era de un color marrón desgastado y se me hacia familiar. Fijé mi vista en el número de la casa y leí: 638.

Rayos.

No puede ser.

Traté de darme valor y salir de ahí, pero algo me lo impidió. Quizá debía estar ahí por alguna razón, quizá era necesario esto para poder dejar de pensar en él todas las noches. Quizá el destino me estaba diciendo que era momento de solucionar mis problemas.

Pero no podía. No si él estaba adentro con ella, aquella pelirroja que me había robado lo mejor que me pudo pasar en esta vida.

Di dos pasos al frente, y mi mano terminó tocando la puerta.

Mierda.

Mierda.

Retrocedí y bajé el pequeño escalón, resbalandome un poco. Estiré mi mano para sostenerme de algo, pero lo único que pude hacer fue resignarme a caer sobre el suelo mojado.

El golpe fue lo que menos dolió.

Levanté la mirada y me encontré con esas esferas azules que hace dos meses que no veía.

Tenia la vista fija en mi y podía notar lsu pecho subir y bajar al respirar. El aire que salía de su boca formaba un humo blanco. Había estado fumando.

No me di cuenta cuando se agachó y me tomó en brazos, separandome del húmedo suelo de la calle. Estaba pérdida en él y en los recuerdos que se acumulaban en mi mente.

-¿qué haces aquí? - preguntó como si estuviera ansioso de mi respuesta.

Traté de hablar, pero las palabras no me salían,  y él pareció notarlo. Una sonrisa ladeada me dio a entender que le divertía la situación, así que me acomode en mi sitio eliminando cualquier contacto con él.

-pasa...estás empapada- pasó una mano por mi hombro, pero me safo de su agarre rápidamente.

-tengo que irme- susurré y me giré, pero su mano alcanzó la mia y me detuvo de un jalón. Seguía con la mirada fija en el asfalto mojado.

Lentamente el agarre se hacía más fuerte haciéndome voltear poco a poco. Mi vista fija en el piso iba subiendo poco a poco hasta toparme con sus ojos ahora cristalizados y gotas de agua que le caían del cabello, estaba mojandose y a él no le importaba.

-quedate- dijo tocando mi mejilla con su otra mano.

Entramos a la casa.

Seguía atonita por todo, madiciendome mentalmente y regañandome por no haber salido corriendo hace rato. Esto no es nada bueno para ninguno de los dos.

- te resfriarás- jaló de mi hacia las escaleras, pero me detuve a medio camino.- tienes que darte un baño- dijo como si no importase.

-no...- dije bajo, aunque la respuesta no fuera la deseada, por ninguno de los dos.

- no entraré, te lo prometo- aseguró junto con una mirada algo triste. Entonces asentí y seguimos el camino hasta su habitación. - entra al baño, ahora te alcanzó una bata.

Obedecí y entré, abrí el caño y temperé el agua a mi gusto.

Estaba sentada al borde de la tina con la mano media en el agua tibia, cuando Tom carraspeó.

One Shots thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora