Orgullo y Prejuicio

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El corset empezaba a apretar y las varillas de metal que formaban mi cintura me daban un ligero escozor debajo de mis pechos, respiré calmadamente mientras Dothy me acomodaba la parte inferior del vestuario; y yo me pregunto, ¿quién creó estas armas de tortura para las mujeres?

-hermosa- dijo mi madre al otro lado de la habitación, terminando de acomodar las finas telas que adornaban a mi querida hermana mayor. 

-mamá, si estuvieras en mi lugar créeme que no dirías lo mismo- Repliqué con ligero enojo.

- pues suerte que yo ya conseguí esposo- Se burló sonriendo y mostrándome sus arrugas.

Mi madre podía ser todo menos sencilla, era la ostentosidad personificada, los lujos eran algo que no le podías negar a la señora Merrington. Esposa de Charles Merrington y madre de tres hijas y dueña de más de mil hectáreas en las afueras del Reino unido, Choltte había nacido para ser de la realeza, aunque el sueldo de mi padre le alcanzaba para comprar miles de objetos caros no llegaba a ser suficiente para tener su propio castillo y un país al mando. 

- ¿listas?- Preguntó mi padre haciendo acto de presencia.- ¿qué rayos pasó con mis hermosas niñas?- preguntó dandome un beso en la mejilla y luego otro a mi hermana.

-crecieron Charles- Dijo mi madre antes de salir de la habitación.

-¿y qué lleva puesto en la cabeza esa mujer?- Se burló mi padre viendo con rareza la peculiar y gigantesca cabeza de mi madre.

- es una peluca padre, y es mejor quitársela antes de salir- Hablé rodando los ojos y tomando mi abrigo en mano.

Los tres reímos antes de salir de la habitación siguiendo el camino de perfume que mi madre había dejado. 

A las ocho menos treinta ya estábamos en la puerta y habíamos logrado quitarle a mi madre esa absurda bola de pelos que llevaba. Toda la familia subió al carruaje y fuimos directo a la fiesta de los Harrington, amigos de mi padre y dueños de varias islas en el atlántico. 

-mira cuantas luces- dijo mi hermana maravillada por la decoración exterior. Me encantaba que fuera tan dulce e inocente con cada cosa, siempre le traía lo nuevo, siempre se fijaba en lo bueno de todo y dejaba lo malo para después, principalmente en el amor - nadie era digno de ella sin duda - pero Rose siempre terminaba rendida a los pies de alguien, nunca le importó salir lastimada, siempre ponía a los demás antes que ella, y cuando un hombre se le acercaba era como si el amor a primera vista fuera real. 

-son muy bellas- Le seguí la corriente mientras miraba a mi padre quien pensaba igual que yo. rose algún día saldrá lastimada. 

- esta noche será importante mis niñas- Mi madre captó nuestra atención con su repentino comentario. 

- ¿y eso a que se debe madre?- preguntó Rose lanzándome una mirada con intriga. Estábamos igual, nadie podía anticipar las ideas locas que le pasan por la cabeza a mi madre.

- hoy ninguna de las dos regresará a casa sin pretendiente- Soltó sin más. Pude sentir como mi mandíbula se desprendía y entonces visualicé la sonrisa de mi hermana que era más grande que su pobre rostro. 

-madre no puedes definir eso en una noche- Me sentí obligada a decirlo ya que nadie parecía imponerse a la ridícula idea, aunque mi padre parecía que quería decir algo no lo haría por temor a los gritos agudos de mi madre. 

- es un terrible problema para ti ___ - Habló mi pequeña hermana de apenas diez años, fulmine con mi mirada su divertido rostro y la escuché reír. - lo siento- Se disculpó mientras volvía a mirar por la ventana. 

No podía seguir objetando porque el carruaje se detuvo y la puerta se abrió dejándonos ver a muchos invitados ingresando con hermosos vestidos y trajes de finas telas. 

One Shots thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora