One Shots th

Valentine's Sunset

El agua se siente algo fría sobre mi piel, muevo mis pies intentando borrar mi reflejo y alzo la mirada contemplando el hermoso paisaje de la costa de España.

Tengo la copa de champagne llena, apenas y he probado el líquido burbujeante. Parece que todos lo han notado, sin embargo le dan cero importancia a mi soledad.

Todos menos él, aquel extraño que mi padre cobijó hace algunos meses, aquel hombre que no deja de mirarme por más que le grite cuanto quiero que desaparezca.

Porque es perfecto, y al parecer todos lo han notado, cada una de las personas en este maldito lugar ha quedado enamorada de él...inclusive yo.

Lo veo acercarse y eso no hace más que ponerme incómoda, pero al igual que yo, él pasa desapercibido, cero importancia por los hombres de negocio que seguramente acaban de cerrar un trato.

Se mueve entre la multitud vestida de rojo y blanco, con su copa de champagne medio llena y esa sonrisa que esconde varios secretos.

Tomo mi copa y le doy un trago largo a la bebida que no hace más que despertarme un poco, sin embargo sigo dormida internamente y solo quiero desaparecer de aquí.

- lindo vestido - dice apuntandome con su copa. Alzo la cabeza y le doy la sonrisa más fingida, pero a la vez más sincera, de la noche.

No me preguntes cómo, simplemente lo hago, y él se da cuenta. Sabe que algo anda mal...conmigo claro está, pues no cabe duda que echarle la culpa a toda esta gente está de más.

- ¿por qué estás aquí? - su pregunta no viene al caso, es pura estupidez preguntarme algo así, cuando ya sabe la respuesta. -...¿qué te ha hecho ahora? - y esa pregunta si tiene todo el sentido del mundo.

Pero no contesto. No porque no quiera, sino porque decirlo me duele más que callar y aceptar mi cruel realidad...aceptar que soy hija de una de las peores personas del mundo...y alguien que se ve obligada a guardar este secreto.

- nadie me ha hecho nada, es muy tuyo suponer siempre que alguien me tiene que lastimar para estar así...sabes Jonathan, aveces quisiera poder ser tú, y que todos se maravillen con solo una mirada, no tener que hacer nada para que los demás estén a tus pies...¿cómo lo haces? – y ahí está esa sonrisa misteriosa y divertida.

Toma asiento detrás de mi sobre una de las butacas color crema y deja su copa en el suelo.

- no necesitas parecerte a mi para encantarle a las personas...a mi me encantas así- sus palabras me hacen sonreír apenas, pero no volteo, quiero saber que más tiene que decir. – ...siendote sincero yo también quiero saber lo que estoy haciendo para tener a todos a mis pies, es algo extraño llegar a este mundo desconocido y tenerlo todo sin hacer nada.

Esta ves si sonrio con sinceridad.

- pues lamento decirte que no todos están a tus pies, no creo estarlo hoy ni nunca.

Escucho su risa tras de mi y vuelvo a tomar un poco de la bebida espumosa.

- lastima que seas a la única que quiero de ese modo...- y esta vez si me giro y le sonrio.

- cuidado de jugar con fuego Pine, no querrás quemarte.

Me pongo de pie y me doy la vuelta, dejo que las gotas de agua resbalen por mis piernas y me doy la vuelta.

No dice nada, solo toma mi pierna y la levanta dejándola apoyada sobre el reposabrazos, y empieza a secar mi piel con una de las toallas. Con lentitud, determinado a no dejar ni un rastro de humedad. Y hace lo mismo con la otra. Mientras me quedo callada, imaginando las miles de razones que tiene para estar aquí y a la vez negando todas ellas, imaginando que es un completo extraño varado aquí sin ninguna razón.