Capítulo 30.

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Su mirada viajó por todo el lugar, admirando lo grande y bello de éste.
Definitivamente, había tenido la suerte de hablar con los chicos sin despreciarlo por su economía.

Definitivamente, fue suerte que tuviesen tanta educación y fueran tan lindos.

Había tantas personas de gala, todos en realidad, a diferencia de él que caminaba por ahí buscándolos, con sólo una playera y una bermuda.

Abrazándose, solo.

Tenía frío.

A lo lejos miró la mata de cabellos de Joel y sonrió, acercándose con rapidez.

Cuando el moreno lo miró por casualidad, sonrió y abrió los brazos para él, esperando paciente.

Lo abrazó.

-Felicidades, Joe -sonrió apenas se alejaron un poco y puso una pequeña caja frente a él.

-Gracias Er -dijo tomándola-. Esto parece una cajita de joyas...

El ojiverde rió.

-Podría decirte que es algo parecido, pero no es tan costoso.

-Ay Erick -hizo un gesto de despreocupación-, tú siempre sintiéndote mal por eso. Aún si es un dibujito yo lo aceptaría feliz porque es tuyo, con cariño.

-Es que...

-Cállate, cállate -pidió divertido cubriendo su boca con la mano y rieron-. Hey, espero que sea un anillo. ¡Me encantan los anillos!

-Lo sé -respondió y Joel lo miró entrecerrando los ojos.

-Este va a ser el primero que abra -dijo con sospecha-. ¿Has venido aquí por mí cumpleaños o a pedirme matrimonio?

-¿Me vas a decir que sí?

Preguntó siguiéndole el juego y el rizado le guiñó un ojo en respuesta.

Rieron.

-Okey, entonces no. He venido por tu cumpleaños.

-Tonto -dijo riendo.

-Lo soy -volvió a abrazarlo-. ¿Los chicos? Hay mucha gente pudiente aquí y no los veo por ningún lado.

Pudiente → Rica.

Joel rió por la forma en que Erick llamaba a sus familiares y conocidos.

-Pues los chicos vendrán en un rato, fueron con tu suegra y la mía a comprar un no sé qué.

Frunció el ceño.

-¿Mi suegra?

-La mamá de Chris.

Soltó una risita sarcástica.

-Ni me recuerdes esas cosas ahorita, estoy enojado con el tarado.

-No me sorprende, ¿Ahora qué hizo?

-Le preguntaron si yo era su novio y su respuesta fue: "no seas imbécil, jamás me podría gustar un vato, puto asco".

Joel rió negando.

-Es un idiota.

Asentía y pudo sentir unas manos en su cintura.

Giró su rostro y, por su buena o mala suerte se encontró con los bonitos ojos de Christopher, mirándolo fijamente.

-Hola.

-Hola, Erick, ¿cómo estás?

-Bien, ¿tú?

-Bien.

El castaño retenía sus ganas de besarlo ahí mismo, enfrente de su madre y de todos, así que simplemente lo abrazó.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora