Capítulo 82.

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-¿Salimos, Erick?

El ojiverde miró al otro chico.

Estaba ahí simplemente recién despierto y con el cabello alborotado, se veía hermoso.

Estaban en casa de Joel, de nuevo cuidando a su pequeñín y el castaño apenas había llegado.

Se sentó a su lado esperando por una respuesta y, mientras lo hacía, tomó su mano y besó el dorso de esta.

-No lo sé...

-Sé que hoy tienes descanso -mencionó y él lo miró con desconcierto, ¿cómo Christopher sabía eso?, además, ¿planeaba una cita en la madrugada o qué?, el chico sonrió-. Además hoy los chicos llegan temprano, así que tendríamos mucho tiempo para pasar juntos.

Erick se lo pensó un momento, sintiendo aún los labios del chico sobre sus manos.

Y de pronto sonrió.

Le era inevitable sentirse atontado con el castaño tan cerca suyo y siendo tan lindo.

Asintió.

-Podemos ir a mi departamento primero, necesitaré cambiarme.

-¿Tenemos una cita, entonces?

-¿Eso será? -preguntó coqueto y el castaño asintió- Bueno, entonces sí.

Luego de algunas horas jugueteando con Thiago y cuidando de él, los chicos llegaron más felices de lo normal.

Era el cumpleaños de su pequeño, así que lo llevarían a alguna feria. Así las cosas para los chicos funcionaban mucho mejor.

Christopher y Erick se despidieron luego de felicitar al niño y, apresurados, fueron primero a la casa del castaño, a que el chico se pusiera lindo.

Más de lo que ya era para los ojos del otro.

Ahí se encontraba Jonathan frente al televisor.

-Cuñadito -saludó al ojiverde cuando se sentó a su lado, a esperar que su hermano bajara-, hace mucho que no te veía por acá.

El chico sonrió incómodo, asintiendo.

Estaba avergonzado pero no quería parecer grosero, así que, aguantándose lo que sentía, hizo el esfuerzo por seguirle la conversación.

-Sí, seguro nos verémos más seguido -el chico elevó sus cejas, a gusto con esa información, creyendo que se trataba de que iba a casarse o algo así con su hermano... sólo era un soñador ese Jonathan-. Chris y yo estamos ayudando a los chicos a cuidar a su hijo, así que...

Se encogió de hombros y el chico hizo una mueca de decepción.

-¿Ya no estás de novio con Christopher?

Negó.

-No, desde hace ya tiempo.

-¿Y no piensan regresar? -se interesó y comenzó a codearlo, sonriendo pícaramente al verlo negar de nuevo- Si se nota que todavía se traen ganas.

-¿Ganas? -murmuró sintiendo sus mejillas arder y el mayor rodó los ojos.

-Bueno, que se aman caray -se rió-. Algún día los veré corriendo por ahí, intentando agarrar a sus cinco bendiciones.

El ojiverde soltó una carcajada.

Gran imaginación la que tenía el otro chico, pero le encantaba.

Siguieron con su conversación rara, aunque un poco menos incómodo para Erick, que sonrió cuando vió bajar al castaño.

-Hey, bebé -le llamó acercándose-, ¿nos vamos?

-¿Ya ves que sí? -le molestó Jonathan al escuchar el apodo que su hermano le había dado y él simplemente sonrió, levantándose del sofá- Usen condón, por favor. Soy muy joven para ser tío.

-Pero yo no mucho para ser padre -replicó Christopher haciéndolo sonrojar y su hermano rió-. Te amo hermano, te veo mañana.

¿Mañana, había dicho?

¿A dónde pensaba llevarlo?

Salieron de la casa y se fueron en el auto de Christopher a donde vivía el ojiverde, que tardó menos de quince minutos en estar listo.

-Eres precioso.

-Y sólo para tí -respondió Erick, haciéndolo sonreír con dulzura.

La verdad es que nunca se cansaría de verle esa sonrisa tan perfectamente hermosa.

Y luego no hicieron nada extraño.

Sólo fueron a comer, a bailar y finalmente a dar un paseo por el parque, tomados de las manos.

Les encantaba el contacto entre ellos.

-¿Quieres venir a dormir conmigo? -invitó Erick y, al notar lo que había dicho se sonrojó- Qu-quiero decir, a mi departamento, en diferentes camas, y... es que estoy solo.

El castaño soltó una risita y se detuvo para tomar su rostro y plantar un corto beso en sus labios.

-Quiero dormir contigo.

Erick simplemente sonrió y, luego de algún rato más, volvieron hasta donde habían dejado el auto, y fueron al departamento del chico.

Apenas entraron, Christopher acorraló al otro contra la puerta y comenzó a besarlo.

-Chris, basta...

-No voy a parar -advirtió-. Me has hecho mucha falta.

El pecho de Erick de pronto se sintió vacío y, segundos después extremadamente pesado.

Sólo se había sentido así con él.

Era nada más y nada menos, que su corazón se había vuelto loco por la confesión del chico que amaba.

Caminando como bobos, sin parar de besarse, terminaron cayendo sobre el sofá y, entre risas, sacaron sus ropas.

-También a mí me has faltado tú.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora