Capítulo 86.

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Simplemente se había pasado los minutos dando vueltas de un lado para el otro sin soltar ninguna palabra, buscando la mejor forma de decir lo que tenía que decir, porque aunque no quisiera hacerlo, era realmente necesario.

-Vas a hacer un hoyo -se burló Joel, señalando el piso.

Rió sin gracia y volvió a dar más vueltas.

-Ya Christopher -habló esta vez el rubio-, siempre que nos sientas aquí para decirnos alguna noticia, haces todo parecer muy malo, sobre todo si haces lo que ahora.

-Es que es malo -espetó en modo de queja y su amigo elevó una ceja-. Es decir, es bueno, pero posiblemente me traerá consecuencias malas.

-¿Qué es?

Soltó un largo suspiro y terminó sentándose frente a ellos, con las manos entrelazadas.

-La colaboración con Love-Ley -soltó y ambos chicos se quedaron en silencio, así que bufó-, era las cuatro temporadas del año, y apenas ha pasado la maldita primera de invierno-primavera.

-¿Estonces..? -preguntó Joel haciendo suspenso y de nuevo lo escucharon bufar.

-Debo irme de nuevo a París para la segunda, de primavera-verano, y esas mierdas -expresó con rabia, sorprendiéndose a sí mismo porque jamás imaginó que podría llegar a llamar así, a algo que tanto amaba como la moda, pero todo era culpa de Israel-. El problema no es Jonathan, ni la empresa, ya saben, con esto crecemos más, y todo está en orden, lo saben perfectamente bien los socios, pero...

Suspiró bajando la mirada y se pasó las manos por el cabello.

Sus amigos lo miraban con pena, bastante confundidos a decir verdad, aunque tenían la leve sospecha de lo que le sucedía.

Y si era eso, entendían que estuviese así.

-¿Cuál es el problema? -el rubio le insitó a hablar y él lo miró.

-Mañana me tengo que ir con Israel.

Apenas se notó un jadeo leve, pero de igual forma, los tres giraron hacia la entrada, donde apenas había abierto Erick.

El chico bajó la mirada, con el ceño fruncido.

-L-lo siento -se disculpó nervioso, y a la vez, un tanto triste-, no quise es-escuchar su conversación.

El castaño se levantó negando, estirando las manos hacia él y, al tocar sus hombros, lo empujó hasta sentarse en el sofá.

-Iba a decírtelo, bebé, te lo juro.

-Está b-bien -intentó sonreír, aunque claramente fue imposible, y su voz comnzó a salir casi en susurros-. Es tu trabajo, n-no te voy a decir nada.

-Quiero que vengas conmigo amor -pidió tomando su rostro para que lo miráse, pero los ojos del chico se desviaron, y Christopher se sintió mal-. No quiero que esto que tenemos se pierda, yo sólo voy allá por trabajo y, si te sientes inseguro, podrías venir conmigo, para que demostrémos que yo soy sólo tuyo ¿ah? -sonrió levemente, acercándose a rozar sus narices- ¿Qué dices?

El ojiverde reprimió un sollozo.

Por supuesto que se sentía inseguro.

Aunque Israel era odioso, las pocas veces que lo había visto de cerca, había podido notar que era hermoso, con esos rizos definidos y sus perfectos hoyuelos.

Era demasiado.

Tenía miedo, porque además sabía que aquel chico estaba enamorado de su Christopher.

Pero él no podía simplemente irse, y abandonar lo que tenía por meses.

Su trabajo, sus pequeños, las colegiaturas de Richard... porque sí, aún no saldaba su deuda. Y su departamento, que estaba apenas terminando de pagar.

Simplemente era todo, y no podía soltarlo.

-No te preocupes, Christopher -se mordió los labios con ansias-. Ve tranquilo, yo no puedo hacerlo, tengo mi trabajo y...

-Yo te daré trabajo -interrumpió.

-No sé hacer nada como lo que tú haces.

-¿Nunca has visto la película de el diablo viste a la moda?

El chico rió bajito.

Christopher y sus películas siempre.

-No.

-Pues la verémos juntos en París -sonrió, pero al instante dejó de hacerlo cuando él negó con nostalgia-. ¿Qué pasa amor?

-No puedo.

Y se levantó, caminando rápidamente hacia la salida, dejando a Christopher con el corazón en las manos.

Es que haría todo por él.

Seguramente dejaría todo por él, a excepción de una sola cosa.

Sus pequeños.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora