Capítulo 47.

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Podía ver desde la lejanía de la pista hasta la mesa de comida los movimientos inventados del ruloso. Miraba con algo de diversión como bailaba exageradamente entre todos aquellos estudiantes que se movían de forma lenta. Le parecía lindo verlo tan feliz, y esperaba seguir viéndolo así por el resto del semestre y la carrera completa, aunque mínimo esperaba que esa fiesta le diera un poco de ánimo hasta el primer permiso para ir a sus casas. Ya después buscarían otra fiesta para animarse.

Lo vió acercarse moviendo las caderas y sonrió, sabiendo que no iba por la comida frente a él, si no por él. Se relamió los labios, esperando con paciencia que llegará hasta su lugar, y cuando lo hizo soltó una carcajada al sentirlo tomar su mano.

- Esta semana no ha sido muy pasada, Christopher -sonrió-. Pero la que viene empieza lo fuerte, así que hay que disfrutar ahora que podemos.

Una vez más, Christopher rió al escucharlo hablar, estaban en el mismo nivel de ebriedad, que en realidad no era tanto, pero aquel "ponche" estaba delicioso y realmente no podían parar de servirse, al menos, el único efecto que había causado era que arrastraran las palabras y estuvieran menos reservados.

Israel tiró de él con fuerza, llevándolo hacia la pista de baile. Rápidamente comenzaron a bailar y, extrañamente, Christopher no se sentía incómodo con los movimientos. La música no era del tipo romántica o suave, si no por el contrario, tenía un estilo urbano y letras sexuales. Mientras bailaban analizaban las letras, y reían como tontos cuando escuchaban algo muy sucio.

Israel se giró, quedando de espaldas al castaño, y éste lo tomó de la cadera, pegándose a él para bailar. Aunque era algo que normalmente estaba acostumbrado a hacer y le parecía divertido, no estaba seguro como había pasado, pero su maldición había regresado. Se había sonrojado de sólo pensar que lo estaba haciendo con un chico, que por cierto, para ese momento parecía no tener vergüenza alguna y se restregaba duro contra él.

Una chica pasó con dos botellas de tequila en las manos y al verlos, les sonrió, estirándoles una, y cuando la tomaron se fue. Comenzaron a beber de la botella y poco a poco sus actos dejaron de ser controlados por su cerebro, se habían desconectado, sólo seguían el ritmo que todos llevaban. Reían por cualquier cosa, bailaban desordenadamente y cantaban sin siquiera tener idea de las letras de las canciones.

Sólo dos cosas mantenían a Christopher en la realidad. La primera era que ahora que estaba así con su amigo notaba que estaban muy felices pero que el chico no tenía comportamiento extraño con él, por lo tanto pensaba, «Creo que estar juntos no será un problema».

Pero entonces vió al ruloso girarse, quedando frente a frente y sin esperarlo, el chico plantó los labios sobre los suyos. Sorprendido quiso decir algo, pero una canción lo hizo callar. Habían cambiado de pronto el género a uno lento.

Y entonces la segunda cosa que lo tenía en la realidad apareció, el rostro de Erick tan concentrado y expresando todo el sentimiento que tenía, mientras cantaba aquella canción con Zabdiel. Usted.

Quiso llorar por el recuerdo y a su vez quiso reclamar por el beso que Israel le había dado, pero uno igual lo interrumpió. Lo tenía de nuevo pegado a sus labios, pero está vez no era sólo un pico, si no que lo besaba con fuerza, esperando por una respuesta igual. De pronto abrió su boca y, sorprendiéndose a sí mismo, correspondió como el ruloso quería.

Luego de aquello, no supo más de él.














El auto por fin estaba aparcando frente a la jardinera, besó a su madre por quinta vez en las mejillas y bajó del auto, recargándose en la puerta mientras buscaba con la mirada a sus amigos, entre todos los alumnos que salían emocionados. Tres meses después había llegado el día de los permisos para salir y lo primero que pidió Christopher cuando su madre preguntó lo que quería hacer, fue que lo llevara a buscar a los chicos.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora