Capítulo 83.

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A la mañana siguiente, Erick estaba inmovilizado por los brazos y el cuerpo de castaño, que estaba sobre él abrazándolo con fuerza.

Era incómodo despertar en el sofá, y estaba seguro que, al levantarse podría saber si iba a estar adolorido por la mala posición en la que había dormido, o mejor aún –pensaba sarcásticamente—, por el tiempo sin tener contacto físico con nadie, quizá tendría dolor de trasero.

Guau.

La mejor opción, sólo porque había hecho el amor con su amor.

Sonrió divertido.

Era tan tonto cada vez que Christopher estaba con él.

Ah, pero así se amaban ambos, tontos.

Y sí, podía asegurar que se amaban con el alma ambos.

El chico comenzó a removerse sobre él, soltando un quejido ronco por el sueño que aún tenía.

—Mi bebito... —le saludó aún con los ojos cerrados— ¿ya estamos embarazados?

Negó sonriendo cuando le vió abrir un sólo párpado.

—Aún estamos en la primera vida.

—Bah, que rayos —soltó fingiendo molestia—. Entonces hay que hacerlo de nuevo.

Soltó una risita y el castaño le besó.

La verdad es que, ahora que ya no se sentía tan envuelto en calor como la noche anterior y cegado por los encantos de Christopher, se sentía avergonzado, aunque ya muchas veces habían estado así.

Pero esto era diferente.

La primera vez luego de su segunda separación, y aún no eran "nada".

Vaya.

¿Hasta cuando iban a dejar las palabras fluír y hablarían del siguiente paso?

—¿Vamos a... —los labios de castaño lo interrumpieron— desayu... nar?

El castaño sonrió, quitándose de encima suyo y caminando hacia el lavabo de la cocina, sin importarle que estaba desnudo.

Las mejillas del chico se sonrojaron en extremo, y el otro se puso a reír.

—Yo te haré el desayuno amor, tú sólo descansa.

¿Amor?

¡¿Le había dicho amor?!

—¡Ah, que emoción! —cubrió su boca rápidamente al notar que había gritado y el castaño se asomó a verlo, divertido.

—No sabía que te gustaba tanto que te hicieran el desayuno.

—No, no... n-no es eso —el castaño volvió a él a darle un besito—. Christopher, vístete por favor...

El chico se negó a hacerlo y se plantó frente a él, moviendo sus caderas lentamente, en un raro baile "sensual".

—¿Por qué? —se burló, elevando sus cejas repetidas veces— ¿Te estoy provocando?

El menor desvió la mirada, con las mejillas sonrojadas y susurró:

—La verdad que sí.

El castaño sonrió, también un poco avergonzado, así que simplemente dejó de jugar y no se negó, cuando el ojiverde tomó un pants holgado para vestirlo.

¡Ah! ¡Que lindo era su novio!...

Erick. Que lindo era su Erick.

Y luego regresó a la cocina a preparar un rico desayuno.

A los minutos, los brazos de Erick lo rodearon y su mejilla se pegó a su espalda, haciéndole sonreír con ternura.

—¿Hoy qué quieres hacer?

—Hoy los chicos salen tarde, tú tienes trabajo y yo también.

—Eso puede esperar —el ojiverde hizo un sonido negativo y, al chico no le quedó más que suspirar—. Bueno, ¿qué te parece si hago algunos diseños mientras cuidamos a Thiago, y cuando lleguen los chicos te acompaño a tu trabajo, para que no estés aburrido?

—Me parece bien todo, excepto la última parte —admitió—. Me va a dar pena.

—Entonces, voy a dejarte, te doy unos besos y regreso por tí a la salida, te doy más besos y nos vamos a dormir juntos.

—¿Y los besos como para qué? —rió.

—Porque eres hermoso, y no quiero que nadie se acerque a tí.

El chico asintió y lo soltó, esperando que diera la vuelta para abrazarse de su cuello.

—¿Vas a marcar tu territorio con besos?

—¿Eres mío?

—Mjum... Pero quiero un adelanto de esos labios.

El castaño se acercó a su rostro, feliz, tomándolo con fuerza de la cintura y entonces lo besó.

—Todo lo que pida mi Rey.

Y literalmente, luego de desayunar juntos, fueron a cuidar de Thiago y, al salir de ahí, Christopher hizo todo lo que dijo.

Dejarlo besándolo mucho frente a todos y, a la salida recogerlo de nuevo besándole con posesión, para finalmente llevarlo al departamento, preparar algo para comer o como quiera se se llamase el alimento en la madrugada, y finalmente, dormir juntos de nuevo.

—El fin de semana voy a ir por Alonso y Aali... —el castaño frunció el ceño—, la hija de Richard. Los voy a llevar al parque o algún lado, ¿quieres ir con nosotros?

—¿No se van a enojar sus papás?

—¿Qué más da? —le restó importancia— Nos podemos ver en el parque y ya está.

—Bien —aceptó, y se apuró a besar cortamente sus labios—. Entonces descansa, ya nos pondrémos de acuerdo.

—Te amo.

Christopher sonrió.

Le encantaba escucharlo.

—Y yo te amo a tí.

Por supuesto que nunca se perdería la oportunidad de decirle aquello.

No se cansaría de recordarle que sentía lo mismo y que siempre lo haría.

A pesar de cualquier cosa.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora