Capítulo 95.

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Al verlo llegar con alguien que no era Richard, su familia se alteró, porque todo el tiempo que habían estado viviendo cerca de ellos los habían visto bastante estables y enamorados.

Pero finalmente Erick les explicó un poco la historia, sin meter tantos detalles, revelando también que Christopher había estado desde mucho tiempo antes que el moreno –con quien también explicó que habían quedado de amigos, y que siempre había amado al castaño, pero que por la inmadurez de ambos en la adolescencia e incluso al ser ya adultos jamás habían podido estar tan bien y mucho menos formalizar.

Y por lo tanto, jamás lo habían conocido.

Todos, notando el brillo en los ojos de ambos y la emoción en la voz al hablar del contrario supieron que ellos eran lo más importante en la vida del contrario y, encantados por como Christopher miraba como algo celestial al ojiverde y sonreía cada que el chico lo hacía o cualquier otra cosa. Quizá los suspiros un tanto discretos que soltaba al escucharlo hablar, les hicieron terminar por aceptarlo.

Él parecía ser el indicado.

Pero aún así, Erick no se salvó de un buen sermón de lo que no se hacía con las personas de buen corazón, como jugar.

Y entendiendo que Richard y él estaban bien, no hicieron más que sonreír y apapachar a su pequeño y al nuevo –indirectamente– miembro de la familia.

Al hablarles del próximo matrimonio, sorprendidos y, también bastante felices, su madre y su hermana lloraron y su padre, simplemente se resistió y les felicitó. Pero ya ninguno pudo dejar de llorar ante la noticia de que se irían a Europa, aunque pronto entendieron que era por su felicidad y no hicieron más que desearle la mejor de las suertes en el mundo, a ambos como pareja y por individual.

Eran muy lindos juntos.

Aquella noche se quedaron en ese lugar, y a la mañana siguiente todo lo que hicieron fue hablar con la famila de cosas sin importancia y sonreír cada segundo, porque estaban muy felices.

Por la tarde volvieron a la comodidad de sus hogares, más bien, al departamento de Erick y disfrutaron de aquel tiempo de soledad para pensar en ellos y planear un poco su futuro.

—Erick, la adopción es legal desde los veinticuatro años —sonrió, acariciándole el rostro con ternura y dejó un par de besitos en sus labios—. Ya tienes veinticinco amor, ¿quieres que lo hagamos?

—Quiero —aceptó feliz—. Pero primero hay que esperar un poco hasta estar bien adaptados en ese lugar.

El castaño asintió sonriendo, y es que simplemente no podrían hacer los trámites de la boda y luego de adopción, si ya prácticamente les quedaba sólo una semana ahí.

Tampoco podrían adoptar en algún momento de visita, porque era un proceso muy tardado y además, después tendrían que tramitar una visa y otras cosas y les sería imposible, así que pensaban adoptar en Europa.

Christopher tomó de la cintura a su novio, que estaba sentado a su lado en la cama, y lo subió a su regazo, haciéndolo reír por su repentino movimiento.

—Duerme conmigo.

—Siempre duermo contigo —rió el ojiverde

—No, no —rió también—, yo hablo de que literalmente te quedes aquí, justo donde estás en este momento y no me sueltes toda la noche.

El ojiverde asintió abrazándose con fuerza a su cuerpo y el chico se dejó caer sobre las almohadas, alcanzando a tirar de las mantas para cubrirse.

Apagó la luz y sintió los labios de su novio sobre los suyos, así que correspondió sin pensarlo, acariciando lentamente su cintura.

—¿Qué pasa, Chris?

—Tengo miedo —admitió—. Tengo miedo de dormir y que al despertar toda mi vida contigo haya sido un sueño. No quiero, imaginarlo me hace infeliz.

—¿Por qué ahora estás así, dudando de que sea real?

—Quizá es el viaje —comentó con pena—. Yo también estoy nervioso por dejar todo lo que conozco y quiero, y supongo que eso me hace sentir que estaré solo.

El chico asintió y volvió a besarlo.

—Tú nunca vas a estar solo amor —recordó—. Somos ChrisErick para siempre —rió, recordando que así los llamaba Zabdiel—, nunca nadie podrá separarnos, no siquiera el destino y, te aseguro que si tú despiertas en tu casa y yo en la mía, sabiendo que esto ha sido sólo un sueño, voy a buscarte hasta asegurarme que nos haré realidad.

—Y yo ya no seré un idiota.

—Ni yo.

Ambos rieron, abrazándose con más fuerza y, como en los viejos tiempos, entre muchos besitos cariñosos terminaron por dormirse, llenos de amor.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora