Capítulo 97.

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Christopher sonreía mirando a ambas chicas enfrente suyo, más emocionado de lo que su esposo había visto jamás cuando estaba con sus mejores amigos.

Ellas tampoco dejaban de lado el hecho de verlo ahí.

Era confuso para Erick, que parecía ser el único desconocido, e incluso llegaba a ser un tanto incómodo. ¿Por qué? Porque estaba celoso.

—Erick, ella es Vania, la dueña de la empresa —señaló a una pelirroja de piel lechosa y algo más bajita que ambos, y el ojiverde frunció el ceño, porque lo único que acababa de escuchar era que le había llamado por su nombre y no amor, como cada día—, y mi jefa también.

—Es un gusto —saludó la chica, estirando su mano y un tanto dudoso el chico la tomó, para no ser grosero.

—Y ella es Layla —señaló a la más alta de cabello negro y rostro duro, aunque estuviese sonriendo era intimidante—. Ambas son mis amigas y trabajan juntas aquí. Chicas, él es el amor de mi vida, esposo y futuro padre de mis hijos.

Al presentarlo le miró con orgullo y plantó un pequeño beso en sus labios.

La pelirroja chilló y abrazó al ojiverde, dejando un par de besos en sus mejillas.

—Chris, no sabes lo mucho que me hace feliz escuchar eso —aceptó abrazándolo a él—. Te creía muy menso para encontrar algo bueno.

—Me amas.

—Te amo —confirmó la chica riendo y la pelinegra la alejó del ojimiel al notar el ceño fruncido de Erick.

Pero, ¿le había dicho que lo amaba?

—Ya mujer, deja al chico.

Erick realmente estaba celoso, porque aquellas dos eran muy guapas y esculturales, y ya sabía que su esposo no podía ser considerada del todo gay, porque siempre había tenido una parte amante de las chicas, aunque ya hacía años que no lo veía atraído por una.

—¿Y de dónde se conocen? —habló por primera vez el ojiverde.

—Ellas son compañeras de la universidad pero mayores —respondió el castaño—, el primer día a mí y a Israel nos invitaron a una de sus fiestas, y durante el tiempo que estuvieron me ayudaron a aceptarme mucho más que cualquier persona. Aunque no las hayas conocido mucho antes, ellas son muy importantes para mí.

—Aceptarte ¿por qué?

—Sus fiestas eran para chicas y chicos como nosotros —sonrió—. Ellas son también pareja ¿entiendes?

El ojiverde abrió sus labios con sorpresa y un par de segundos después comenzó a reír avergonzado y asintió.

—Entiendo.

Christopher había llevado a su esposo a las instalaciones de la nueva empresa donde trabajaría y desde donde controlaría la propia, simplemente para que tuviese la confianza de ir en cualquier situación, además de querer presentarlo con sus amigas.

Apenas lo hizo, le enseñaron a ambos la oficina en la que trabajaría el castaño y los llevaron a dar un recorrido por el lugar.

Dándole un lugar que Erick no imaginaba tener jamás, las chicas comenzaron a pedir a los trabajadores de ahí, que cada vez que él cruzara las puertas del lugar, debían tratarlo con respeto y no hacerlo esperar bajo ninguna circunstancia, a menos que estuviesen en cosas de suma importancia que fuesen imposibles de interrumpir.

Todos parecieron aceptar.

Luego de algún rato, ambos se despidieron, pues aún tenían algo que hacer y Christopher comenzaría a trabajar a partir del siguiente día con descansos programados los fines de semana.

—¿Podemos saber a dónde van? —preguntó la pelirroja y el chico negó.

—Sabrán después, será sorpresa.

La chica insistió algunas veces, haciendo reír al ojiverde pero Christopher se negó cada una de ellas.

Al final, Vania se dió por vencida.

—Chris, queríamos pedirte un favor —habló Layla, suspirando, con aspecto repentinamente triste.

—Claro.

—No, pero no ahora —sonrió levemente y palmeó el hombro del castaño—. Ve a hacer lo que tengas que hacer, ya habrá tiempo para decirte.

—¿Es malo?

—No lo creo —lo pensó—. Bueno, contra todas las restricciones que hay en este país esa opción es la única aceptable, aunque ninguna sea mala —el chico la miró confundido, así que ella simplemente sonrió y comenzó a negar—. Ve a cumplir con tus cosas, ya luego sabrás.

Se fueron de aquella empresa y, fueron directo a donde habían esperado por tanto tiempo.

Por fin Christopher podía cumplir con su juramento de hacía varios años, y seguro con eso serían más que felices.

Estaban mucho más que emocionados, y en las miradas de ambos era muy notorio. Sus sonrisas grandes eran distracción para el contrario, tanto que no notaban las malas miradas que la gente les daba por ir tomados de la mano en plenas calles infestadas de gente, dando un "mal ejemplo" para los pequeños niños que los veían e incluso para los adolescentes, porque no era normal ir así.

Dos hombres juntos eran un horror, al igual que dos mujeres.

El país podía ser de lo más avanzado en tecnología, armas, y cualquier cosa, pero sus mentes eran tan cerradas aún que seguía siendo una mierda.

Y aún así, no lo notaban, porque la felicidad de estar juntos opacaba todo aquello que era terrible, como los insultos que soltaban a sus espaldas al pasar.

Al llegar al lugar y mostrar cada papel necesario en perfecto estado para hacer un buen trámite, recibieron una mirada de pena y luego de un suspiro, la palabra que sobresalió y fue la única que Erick escuchó de todo el discurso de diez minutos, fue un NO.

No podían adoptar porque, aunque el matrimonio gay estaba legalizado ya aunque no fuese muy bien aceptado por todos, el derecho a la adopción aún estaba en pie ante los tribunales.

Aún estaban trabajando en hacer legal el trámite, pero por el momento era imposible.

Y claro estaba, al salir de ahí Christopher pasó horas llorando silenciosamente mientras intentaba consolar a su esposo, quien sollozaba sin vergüenza alguna, porque el dolor era más grande que cualquier cosa.











































































Un capítulo y el epílogo:v

Las y los amo.💖

♡Ristopherdiel🌈

🐒🐈🐥

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora