Capítulo 43.

243 33 2
                                    

Golpeando el lapicero contra la mesa, Christopher soltó un gruñido al ver el reloj. Quedaban sólo cinco minutos para entregar y él se había atorado con la antepenúltima pregunta.

- Carajo -susurró tirando de su cabello hacia atrás.

- Psst... Es la secuencia de la b -escuchó a su lado y miró a un chico de cabellera castaña un tanto larga y ondulada.

- ¿Qué? -preguntó confundido.

- La respuesta de la 297, es la secuencia de la b. Ví muy bien este tema -respondió en un susurro mirándolo de reojo y sonrió-. Ahora deja de ver directamente hacia acá o el profesor se dará cuenta que estamos hablando.

Asintió y se giró de nuevo hacia el frente, mirándolo también de reojo, atraído de forma extraña por algo del chico. No algo físico, simplemente había algo en él que le hacía querer investigarlo.

- Gracias.

Anotó la respuesta que le había dicho, y por suerte, las últimas dos creía saberlas.

- Bien, ¿has sentido difícil el exámen? -preguntó el chico, sentándose a su lado en una pequeña fuente de agua.

Lo miró y sonrió levemente.

- Una cuarta parte de él me hizo sufrir, lo demás estuvo bien -el chico asintió sonriendo en grande-. ¿Y tú?

- Por suerte, mis padres me han obligado a repasar hace tres días, para que recordara todo, pero dicen que un día antes sólo te estresa -se encogió de hombros y estiró su mano para Christopher-. Soy Israel.

El castaño tomó su mano, moviéndola de arriba a abajo.

- Christopher -respondió.

- ¿Nadie te ha acompañado?

- Mi madre me trajo en la mañana, esperaré aquí hasta las 11:00 por ella, si no llega, me iré en un taxi.

El chico lo miró detenidamente y esbozó una sonrisa ladina.

- Tengo hambre -comentó tocando su estómago-. ¿Quieres ir por algo mientras esperas que vengan por tí?

- ¿Hay algún lugar por aquí?

- Mhm -se levantó y extendió su mano, ayudando a Christopher a hacerlo también-, en la acera de enfrente hay un lugar, pequeño, pero muy fino.

Claro, al ir a hacer un examen para una universidad tan buena, debía encontrarse con personas de su economía. Normalmente le encantaba la comida rápida, pero estaba totalmente de acuerdo con probar comida más cara, como estaba acostumbrado.

- Pues vamos.

- Bueno, ha sido un gusto Christopher, espero que quedemos juntos...

- También para mí lo ha sido -sonrió-. Aunque sea separado, pero que quedemos.

- Tienes razón -rió suavemente el chico y unos hoyuelos grandes se marcaron en sus mejillas-. No conoceré a nadie más aquí, ¿Quisieras pasarme tu número?

- Claro -el chico le estiró su celular y Christopher se registró.

- Si quedamos, podríamos buscar un departamento juntos.

Christopher asintió y le entregó su celular.

- Vale, cuando sepas tus resultados me marcas y nos ponemos de acuerdo.

Abrió la puerta del auto, donde su madre lo esperaba con una gran sonrisa y besó su mejilla al sentarse a su lado.

- Hasta luego, Israel.

- Hasta luego Christopher, y mamá de Christopher -la mujer le sonrió y cuando lo vieron subir también a un auto, Yenny arrancó.

Christopher estaba nervioso y ansioso a la vez. Apenas había hecho el examen y ya quería saber sus resultados. Jamás había imaginado que ir a la universidad podía causarle tal cosa, pero estaba muy feliz.

- ¿Cómo te ha ido, mi niño?

- Creo que bien, la única pregunta que no podía contestar, Israel me ayudó.

- Así que -le dió una mirada rápida y soltó una risita-... Haciendo trampa ¿eh?

Christopher sonrió negando.

- Sólo fue una pregunta mami, y de las últimas.

- Mi niño, pronto te convertirás en un gran hombre, estoy muy feliz por tí.

- Gracias ma', te quiero.

- Y yo a tí.

El camino a su casa era rápido, pero la distancia era mucha, así que tardaron algunas horas en regresar. Esa era la razón por la que debía buscar un departamento si obtenía un lugar en la universidad.

Se durmió un rato, porque su madre lo había levantado muy temprano para llegar a tiempo. Cuando despertó, ya estaban pasando por su preparatoria.

Su madre se detuvo y pitó, llamando la atención de Joel y Zabdiel, que estaban con otros chicos hablando. Los vió despedirse y caminar hacia el coche, bastante felices.

- Señora Yenny, hola -saludó Joel y Zabdiel movió su mano, con una sonrisa.

- Hola chicos, ¿Vienen sus padres hoy? -negaron- Pues suban, que hay mucho espacio.

- Vale, gracias -respondió Zabdiel y subieron.

Miraron a Chris, que giraba, arrodillándose en el asiento para mirarlos.

- Hoy estuvieron hablando de la clausura, no te perdiste de nada -habló Joel, porque el castaño le había pedido que le dijera todo lo que habían hecho-. ¿Todo bien allá?

- Creo que sí, al parecer ya tengo con quien buscar departamento... -se encogió de hombros- ¿A ustedes cuándo les toca el suyo?

- Dos semanas -avisó Zabdiel-. Espero y quedemos, porque papá ya está pensando comprarnos un departamento porque dice, que es más caro rentar uno.

- No lo sé...

Pareció pensarlo y su madre los miró por el espejo retrovisor.

- Bueno, talvez valga la pena si lo siguen usando después de graduarse -opinó y Christopher miró a sus amigos con las cejas alzadas, y una sonrisa traviesa- ¿Piensan vivir juntos?

- Claro Yenny, no habíamos pensado donde, pero ahora que lo dices suena bien.

Ella sonrió y siguió su camino.

Al llegar a casa, Christopher sintió el deseo de decirle al ojiverde sobre su emoción, pero recordó que no debía molestarlo. Así que, como hacia desde que recordó tener su número, sólo se metió a su whatsapp. Era obvio que Erick lo había eliminado porque no podía ver sus estados, sólo su foto del perfil. Y al parecer no sólo eso, si no que quizá lo tenía bloqueado, porque los mensajes eran imposibles de enviarse.

- Ah, cariño -suspiró tumbándose sobre la cama-, no sabes cuánto desearía compartir mi felicidad contigo.

Sonrió, mirando los ojos de Erick posados en un cielo con tono rojizo y muchas estrellas, entre un montón de árboles y pinos, y un gran lago detrás suyo. El chico se abrazaba a sí mismo sentado sobre una roca, y parecía tener ojos tristes, pero a pesar de ello, mantenía una gran sonrisa, admirando el ambiente.

- Que tus ojos reflejen la misma felicidad que tu sonrisa es lo que desearía, pero creo que todos vamos de a poco, cada vez mejor... Te amo.

Besó la pantalla de su celular y se giró boca arriba, colocándolo sobre su pecho, imaginándo volver a verlo. Y nuevamente se quedó dormido, soñando con la sonrisa del ojiverde.

«Tuve que cagarla para darme cuenta que lo necesito en mi vida, más que a cualquier persona», era su pensamiento habitual, algo que constantemente se reprochaba.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora