Capítulo cincuenta y seis.

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Así pasó un mes, y todo comenzó a ser rutina. Dudar de su relación, pelear con Richard e irse triste a casa de sus amigos o "novio". Luego, el moreno iba a recogerlo molesto por no avisar que se iría, le daba una reprimenda y todo volvía a repetirse.

Ya no lo tocaba, ya no le decía cosas lindas.

Pero ¿Cómo hacerlo si él se alejaba? Si cada vez que peleaban corría con Christopher.
Richard aún tenía mucho para dar, pero Erick, con miedo a que todo acabara, prefería no tener que lidiar con las consecuencias de sus actos y escucharlo, sin saber que eso sólo lo llevaba a lo que menos quería.

Simplemente creía que evitándolo, también evitaría cualquier problema.

La noche anterior, Erick llegó solo, muy tarde a casa, pues tal parecía que Richard se había olvidado de él. Encontró a los dos niños jugando en la sala y les preguntó dónde estaban los dos mayores.

“—Están jugando —le dijo Alonso, bastante tranquilo—. Mamá llevó a papi Richi al cuarto porque dijo que estaba aburrido.”

Sólo asintió, bastante menos tranquilo que el niño y, apenas besó las frentecitas de ambos, corrió a la habitación.

Pero lo que escuchó antes de abrir la puerta y entrar como un loco celoso, fue un gran sollozo ronco, que claramente, según él, era proveniente de la garganta de Richard.

“— Él también te ama —escuchó decir a Mel—. Entiendo que lo que hace cada día no te sienta bien, pero él sólo no sabe cómo tratarte, tiene miedo que te vayas por su culpa, por dañarte.

— ¿Dañarme? —rió sarcástico— Eso está hecho.”

Y luego, simplemente salió corriendo.

Sí, lo primero que se le ocurrió fue regresar a casa de Christopher, para no escuchar más lo que le causaba al chico que amaba tanto. Entonces, según lo que entendía y seguía creyendo, era que debía volver a enamorarse del castaño. Últimamente trataba de ser el Erick de antes con él, y lo llenaba de mimos y besos, al final, aunque ya no fueran los labios que tanto anhelaba, su sabor seguía siendo divino.

Pero esa idea aún no se atrevía a decírsela a su novio, porque no sabía si lo lastimaría más diciéndole que para no romper su corazón lo dejaría libre e intentaría volver a enamorarse de su ex. O si lo haría si seguía con aquel "jueguito", que el moreno ya había catalogado como estúpido.

Apenas Christopher le abrió la puerta, se tiró a sus brazos, escondiendo el rostro en su pecho y evitando derramar una sola lágrimas.

“—Erick, ¿Estás bien? —le preguntó, tirando suavemente de su cabello— Mírame y dime qué sucede.

Erick sonrió levantando el rostro y, como el mentiroso experto que era, lo miró directamente a los ojos, para decirle:

— Hoy quería dormir contigo, pero ya no puedo arriesgarme a que te asesinen los dos locos en casa.

Christopher rió y asintió.

— Bien, pero hay que avisarles.”

Llamaron por celular a los chicos, avisándoles que Erick no iría.

“—Es que es tarde y creí que vendrían por mí, por eso no me fuí —mintió Erick.

Al otro lado de la línea ambos chicos miraron el reloj, molestos por haberse distraído tanto.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora