Capítulo 67.

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—¿Y bien? —preguntó Erick apenas pusieron un pie dentro de la casa— ¿Qué me querías decir?

Richard lo miró un poco nervioso, el ojiverde parecía muy enojado y estaba seguro del por qué. Pero ya no podía ni quería quedarse callado. Así como Erick salió de su gran problema con el chico que amaba de verdad, él haría lo mismo, aunque muy diferente.

—Vamos al sofá, para que te sientes —el chico bufó, se rió sin ganas pero finalmente aceptó—. ¡Melissa!

El grito del moreno hizo a Erick confundirse, creía que hablarían a solas sobre "¿por qué lo había utilizado?", pero definitivamente no quería tener que hablar con la "traidora" frente a ellos.

La chica bajó corriendo y sonrió tímidamente, antes de sentarse frente a Erick.

El chico esperaba realmente que Richard se sentara. Habían tres espacios libres a su lado y sólo uno junto a Melissa. Creía que iba a tomar el lugar junto a él, pero verlo dirigirse al lado de la chica le hizo hervir la sangre.

—¿Qué pasa?

—Nos dejaste solos —soltó de pronto el moreno—. No es un reclamo, ya no, tampoco es tu culpa que las cosas hayan sucedido de esta manera. No quiero que te enojes conmigo ni con ella, simplemente que entiendas que las cosas han cambiado desde que tú te alejaste.

—¡Ve al maldito grano si no quieres que me enoje!

El moreno notó que estaba furioso, pero era obvio que no por sus palabras.

Soltó un suspiro e hizo lo que le dijo.

—Tú estás enamorado de él —Erick frunció el ceño—. Y quizá yo no quería aceptarlo pero en este tiempo que he pasado sin tí, mis sentimientos han crecido y lo que era amistad ahora es mucho más. Quiero a Melissa —el ojiverde se sorprendió, y comenzaron a ver extraño el que sus mejillas comenzaran a ponerse rojas cuando tomó la mano de la chica, estaba avergonzado, sí, pero también muy, muy enojado cada vez más—, acepto que está mal porque es tu amiga, lo lamento tanto por eso... Pero Erick, el amor entre nosotros se murió.

El chico cerró los ojos, contando silenciosamente algunos números en su cabeza para no mandar todo al carajo.

Era su culpa.

Y también, de alguna forma, eso le quitaba casi completamente todo el peso de encima.

Ya no tendría que lidiar con quedarse con alguno de los dos.

Por fin estaba libre. Con el corazón partiéndosele en un millón de pedazos, pero libre.

Soltó un suspiro y sonrió falsamente, mirándolos de nuevo.

—¿Qué más da? Te prometo, les —corrigió— prometo que no me enojaré con ustedes. Suerte con eso, sean felices realmente, quedamos muy amigos como cuando nos conocimos Richard y, Melissa, no podría alejarme de tí, tu hijo es mi hijo —la chica asintió sorprendida—. ¡Por Dios! Antes que nada debo pedirles mil y una disculpas, porque yo les hice mucho daño, porque los dejé y porque siempre he pensado sólo en mi y en mi felicidad. Me doy cuenta, soy muy consciente de que todo esto lo causé yo, y no se preocupen, Richard no lo sientas —murmuró y bajó la mirada—. Estábamos tristes ambos, necesitábamos compañía, pero estoy seguro de que aunque nos queríamos, el sentimiento jamás pudo ser de amor. Simplemente nos sentíamos solos y fuimos parte fundamental de esa recuperación, tú sigues siendo tan hétero como siempre, sólo estabas confundido.

Richard lo miró incrédulo. ¿Cómo decirle que lo de él sí fue amor? ¿Cómo decirle que si había aceptado estar con la chica, era porque habían acordado hacerlo olvidarse de todo? Él aún tenía reservado para Erick un poquito de amor, pero con aquellas palabras era obvio que debía acabarlo.

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora