Capítulo 72.

208 22 28
                                    

—¿Has pensado, que todos los besos que se dan en el mundo, llevan el mismo sentimiento?

Lo miró confundido, a veces, cuando estaban a punto de dormir salía con preguntas extrañas.

—¿Qué sentimiento?

—Amor.

Negó riendo.

—No Erick, no —el chico lo miró con un puchero, porque debía decir que sí—. Cariño, los besos que yo te doy son con amor, así... —se subió a horcajadas sobre él y acercó su rostro al contrario, para depositar cortos besitos en sus labios, el ojiverde comenzó a reír y él se separó sonriendo—. ¿Lo ves? Así son los besos de amor.

—¿Y qué piensas, que los demás no aman cuando besan?

—Yo he besado a tantas personas... —suspiró y soltó una risa, viendo que Erick lo miraba con los ojos entrecerrados—, hace mucho bebé —aclaró—. Pero ahora ni siquiera recuerdo sus nombres... ¡Es más! Jamás intenté saberlos.

Se acomodó de nuevo en su lugar y Erick se abrazó a él, recostando la cabeza en su pecho, mientras lo miraba a los ojos.

—Chris, ¿tú siempre me amarás? —el castaño lo miró en silencio, no sabía de qué iba esa pregunta— Es que yo sí, pero me da miedo amarte tanto y que tú algún día simplemente puedas irte sin más y no volver, y que si vuelves estés enamorado de alguien más.

—Siempre te voy a amar —afirmó y miró al techo, pensando en aquello—. Tú eres mi niño, y claro está que yo soy tuyo. Mil veces podré equivocarme, pero mi corazón siempre estará donde estés tú.

El ojiverde sonrió, le encantaba escuchar aquellas palabras, cuando de noche intentaban olvidarse de los problemas que tenían en el día.

—Soy tu niño, ¿y tú qué eres mío? —el castaño lo miró divertido, porque sabía lo que iba a reclamar— Sólo tienes diecisiete, un año no hace la diferencia.

Una risita escapó de sus labios.

—Yo soy tu amor.

—Eso, exactamente —respondió el menor—. Chris, ¿nos casarémos algún día?

—¡En cuarenta años, mamá! —chilló, fingiendo haberse dormido y Erick golpeó su pecho, haciéndolo reír y ahogarse, por lo que él también rió— Mentira bebé, algún día llegarás a nuestro hogar y encontrarás la más grande sorpresa ahí, con todos tus amigos y los míos, y nuestras familias y... ¡Todo el mundo! Y entonces te pediré que te cases conmigo.

—¿Insinúas que viviré contigo antes de casarnos? —el castaño asintió con obviedad— Ah, ¿pues qué te crees? Primero el anillo, luego el compromiso.

—¿Qué más da? —rió— Ya dormimos juntos, para ese entonces no creo que no te haya convencido de vivir conmigo.

Erick abrió la boca, ofendido.

—¿Me estás diciendo fácil?

El chico rió negando y atrapó sus labios en un beso.

—Sólo digo que yo siempre me salgo con la mía.

—Bueno, eso es verdad —respondió, luego de un rato en silencio suspiró, apenas Christopher se estaba quedando dormido y habló—. ¿Y qué te hace pensar que yo me quedaré esperando a que tú me pidas matrimonio?

—Soy mayor.

—Eres la pasiva —le dijo, especulando que en un futuro él sería el macho dominante, porque probablemente, por algunos centímetros sería más alto, Christopher rió al escucharlo y negó—. ¡Por supuesto que sí!

La noche más fría || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora