Objetivo: Masculinidad

XXXI

—¿De qué quieres hablar? —preguntó Chan Yeol una vez dejó de hacer sus cosas para voltear y darle la cara. Soo Young le mostró una sonrisa que trataba de disimular cierta preocupación por lo siguiente a preguntar.

—¿Estás seguro de que no me guardas rencor?

Otra vez, esa cuestión, y Chan Yeol estaba muy seguro de que no le guardaba rencor. Absolutamente. Esa persona no tenía ni el más mínimo rencor de su parte.

—Porque si es así... —dijo, primeramente— estás en todo tu derecho —concluyó, dejando a Chan Yeol un poco sorprendido y negando con la cabeza por no haber sido rápido para responder.

—No es así... —trató de justificarse.

—Chan Yeol —le interrumpió—. Lo que hice en ese tiempo, esa opción de irme sin decirte nada, estuvo mal, es algo que ha estado en mí tanto tiempo, de que hice mal haberte abandonado sin alguna explicación y dejar que terceros te den la noticia.

Vino a él como un balde de agua fría, los acontecimientos del pasado, a cruzar por sus ojos, en un rollo de película.

—Se que puede ser justificable el que haya sido inmadura con mis acciones y que la primera opción que cruzó por mi cabeza fuera irme lo más lejos de aquí por mi tranquilidad, pero no conseguí esa tranquilidad que buscaba. Y por eso, estoy aquí, porque debía hacerlo desde hace meses, cuando ya me sentía preparada, venir hablar con la persona que más me afectó por estas decisiones. La persona que estuvo para mí durante ese tiempo y a quien siquiera pude darle las explicaciones que se merecía.

—Joy...

Soo Young dejó de estar con el mundo en sus pensamientos para ver a los ojos a Chan Yeol en cuanto oyó aquel nombre salir de sus labios como hace tiempo no escuchaba de su parte. Ella no pudo contener sentir sus ojos picarle por cierta emoción que se apoderaba de su persona.

—Estabas siendo presionada —explicó—. Te estaban chantajeando de un modo tan vil que ahora sé podrías haber sufrido más sí lo veías por ti misma. Eres una buena persona, Joy, tú no merecías pasar lo que te ocurrió por mí culpa —sintió un sabor amargo admitirlo, pero, era la realidad, de que lo sucedido había sido por su culpa, por no haber complacido los caprichos del ex capitán del club de baloncesto.

Soo Young tenía esa sensación de que iba a mostrar lágrimas en sus ojos pero se contuvo hacerlo por la gran equivocación que oyó y a lo cual, desde hace tiempo, debía hacérselo saber. Era la máxima razón de su presencia en ese momento.

—Chan Yeol —nombró, para tener su atención—, no es tu culpa.

—Fue por mí que te sucedió esto, Joy —insistió.

—Sé que esas personas querían lastimarte a través de mí y lo consiguieron, porque mira ese pensamiento que tienes.

—No, no, Joy, estás equivocada —Chan Yeol se había acercado a sostenerle de los hombros para que lo viera a los ojos—. Es mi culpa, debí ser menos egoísta y más precavido. Tenía que protegerte y no ponerte en bandeja de oro para ellos.

—No fuiste egoísta —le corrigió—. Nadie sabía lo que iba a suceder, nadie conocía las intenciones a las que podían llegar y no siempre debo estar como una damisela en peligro esperando que alguien venga a mi rescate. Debía también ser precavida y poder defenderme, pero, mis torpes acciones tuvieron consecuencias y mira cómo has terminado.

—Joy, yo...

Soo Young lo sabía. Chan Yeol seguiría insistiendo en culparse.. Había pasado tanto tiempo y le dolía confirmar que la persona delante de sus ojos cargó con este pensamiento hasta este día. ¿Cómo fueron sus días desde aquel terrible incidente? Él lastimándose cada día con aquel episodio, ver en sus ojos que no había chispa de la alegría que solía tener cada que se veían y qué decir de su personalidad, percatarse que su agarré se volvía tosco sin que se diera cuenta, también corroboraba que esta persona no era la misma que conoció tiempo atrás. Chan Yeol había cambiado. Y dudaba que fuera para bien o para mal. No tenía conocimiento de sus andanzas. Pero ahora que estaba nuevamente en su vida, por lo menos, debía hacer que esa carga desapareciera o que el peso no fuera el mismo.