LIV

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Hizo la señal de la cruz para aquel tipo por haber arriesgado su vida ante unos desconocidos. Trató de no tocar mucho su cuerpo, siquiera pisarlo, para conseguir finalmente llegar hacia la ventanilla y darse cuenta que la madre de Yi Fan se encontraba esperándolo. Con un par de movimientos consiguió salir y respirar aquel aire fresco que ansiaba tanto. Ver el cielo fue la gloria. Miraba sus propias manos observando que realmente estaba libre. Se sentía tan bien volver a ver el colorido exterior y no solo unas sucias paredes a cada hora.

—¿Qué hacemos ahora, Kuan Lin? —decía la señora Wu queriendo saber cuál era el siguiente movimiento.

Kuan Lin le pidió que vuelva a ayudarle con poner el cuerpo del señor Park contra su espalda para dejar la parte posterior de aquellas instalaciones y caminar hacia la parte delantera donde posiblemente puedan guiarse a encontrar alguna carretera o un vehículo que crucé por el lugar. Cualquiera de los dos vendría muy bien en este momento.

—¿Y mi hijo? —preguntó preocupada—. ¿Acaso no nos estamos alejando demasiado?

—Debo dejarlos a ustedes primero a salvo para ir por él —respondió.

—Kuan Lin... —pronunció como si hubiese descubierto que todo había sido una mentira—. ¿Dónde se encuentra mi hijo?

Él supo que lo habían acorralado, por más que se mordía el labio por tratar de seguir poniendo excusas, ya era en vano, no sabía qué más decir, no quedaba de otra. Estuvo a punto de decir la verdad si no fuera por el ruido de ciertas llantas y la sirena de la policía empezara a hacerse escuchar en su camino. Ellos dejaron aquel tema para saber qué ocurría y tener cierto alivio que realmente fuera la policía quienes se encontraban haciendo presencia en el lugar. De uno de esos autos, salió una persona muy familiar para Kuan Lin cuando lo vio. Su padre se aproximó hacia él para ayudarlo con la persona que cargaba en su espalda y trasladarlo hacia la ambulancia que también había acudido al lugar. Luego de ello, recién pudo abrazarlo y sentir tanto alivio de que estuviera en este momento frente a sus ojos. Kuan Lin también se sentía contento de verlo. Aun cuando, su padre le decía que todo era su culpa y que lo sentía tanto. Él se encontraba feliz de estar a su lado ahora.

—Padre... —pronunció—. Debo regresar, Kris aún se encuentra dentro —le comunicó.

—¿Kris? —preguntó extrañado.

—Yi Fan, padre —respondió—. Debo regresar, él fue quien me ayudó a salir de aquel lugar. No puedo dejarlo solo.

—Deja a la policía que haga su trabajo, Kuan Lin.

—No, padre —se opuso—. No puedo dejarlo solo. Su madre está muy preocupada y ya le he mentido mucho. Tengo que hacerlo —aseguró, en cuanto se apartó de él para esquivar a ciertos policías que le impedían con volver a entrar hacia aquel lugar. Su padre estuvo gritando varias veces su nombre, pero, de nada sirvió, Kuan Lin volvió a ingresar hacia aquellas instalaciones a través del portón que fue abierto.

Yi Fan había vuelto a conseguir arrojar el arma de su tío contra el suelo para tener un duelo cuerpo a cuerpo donde tenía más las de ganar por saber cómo defenderse. Era un duelo justo. La sangre que se iba a derramar sería de sus propias manos y no producto de una bala. Aunque su tío era una sabandija y como sea quería llegar hasta su revólver, pero Yi Fan no se lo permitió. Ambos se encontraban forcejeando en el suelo debido a que se lanzó contra su tío para hacerlo caer y ahora estar encima de él dándole golpe tras golpe contra su rostro. En ese momento, la rabia se apoderó de él, comenzó a recordar cada uno de los hechos que había cometido y no se detuvo, siguió impactando sus nudillos contra esas abusadas mejillas, aunque se tiñeran de sangre. Lo tenía por fin. Estaba cobrándose todo el mal que le había hecho. Sin embargo, no era suficiente. Y su tío aun sintiendo tanto dolor en el rostro se atrevió a reír. Dejándolo desconcertado.

Objetivo: MasculinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora