LIII

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No mires hacia atrás 

En ocasiones como esta, donde te encuentras siendo custodiado por dos hombres que vigilaban a cada instante tus acciones mientras sientes tan jodido el cuerpo y el rostro, solo te queda pensar en que, si bien fue una absurda idea el enfrentarlos, conseguiste por lo menos noquear a unos cuantos. Aun cuando la desventaja era notoria, no te dejaste vencer tan rápido y diste pelea. Una no tan grandiosa, pero conseguiste no quedar tan malherido y con la mente muy despierta para pasar al siguiente nivel donde te toca enfrentar al enemigo final.

Miró hacia la habitación donde dejó a Kuan Lin cuando pasó por aquel lugar, seguía manteniendo las esperanzas que cuando llegará hacia la habitación del fondo no lo encontrará dentro. Lo que menos quería encontrar era a Kuan Lin estando a disposición de aquel desagradable tipo. Por eso, cuando abrieron la puerta para que pudiera entrar, cerró los ojos por unos instantes. Al abrirlos, sintió un enorme alivio que en el interior solo se encontrará su tío junto con tres hombres más. La habitación por donde fuera mostraba que hubo una masacre minutos antes. Por más que quisieran haber dejado impecable las paredes y el suelo se pudo notar que no ocultó todo rastro de lo sucedido.

Xiao Ming dejó de mirar el exterior a través de la ventana para poder voltear y ver el regalo que le habían traído. Una satisfactoria sonrisa comenzó a mostrar en su rostro. Dicha expresión que desagrado absolutamente a Yi Fan por saber que se regocijaba de tenerlo de esta manera ante sus ojos; tan derrotado. Se alejó de su escritorio para estar cerca de Yi Fan, enfrente de él y hacerle más presente la sensación que poseía.

—Te advertí que no causaras otro alboroto y qué ocurrió —empezó a hablar, teniendo que alzar la voz con lo siguiente—: ¡Pusiste en contra mía a uno de mis mejores hombres! —Yi Fan solo permaneció callado—. Pero esa basura ya pagó como debía de hacerlo. Agradécele en el infierno que te haya querido salvar el pellejo.

Yi Fan simplemente miraba hacia cualquier punto fijo como si esa noticia no le provocará ninguna reacción. Situación que desesperó un poco a su tío por aún en su estado y posición siguiera mostrándose desafiante.

—¡Claro! ¿Qué va a importarte aquello? Una muerte más, qué va. ¿Cuántas personas tengo que matar para llegar a ti? No importa. Ya te tengo ahora —decía caminando de un lado a otro por su sitio—. Pero, aun así, sigues siendo reacio a obedecer, continúas creyendo tener más poder que yo, quizá ese carácter pudo ver mi padre cuando cometió aquella absurda decisión. Me hierve la sangre de tan solo pensar que todo lo que hice en estos años no tiene valor alguno por tu culpa. Fue incompetente de mi parte dejar pasar la oportunidad cuando te observé en aquella camilla estando tan indefenso y solo a unos minutos de haberte podido asfixiar con mis propias manos. Recordarlo me hace sentir que fui un completo idiota por no haberlo hecho. Tal vez, porque te creí tan insignificante y que con atormentarte fuera suficiente para cerrarte la boca. Sin embargo, mírame, luzco desesperado porque todo se salió de control. Porque lo que no debió ver la luz está dando de qué hablar y puede ser que mi tiempo esté por acabarse. Sé que es cuestión de minutos para que aparezca la policía y encuentre varios cuerpos sin vida en esta maldita pocilga.

Y lo que menos se esperaba Xiao Ming es que sus palabras le causaron gracia a Yi Fan por empezar a escucharlo reír.

—Así que lo ves con gracia. Supongo que tienes un retorcido sentido del humor. Es bueno reír. Es bueno reír antes de morir —soltó con la paciencia posible como si con ello fuera a causar que dejará de reír, pero fue todo lo contrario. Yi Fan seguía carcajeando como si hubiera escuchado el mejor chiste de su vida.

—Jefe... —intervino uno de sus hombres por notar la vena que se pronunciaba en su frente en señal de que estaba a poco, muy poco de perder la completa paciencia.

Objetivo: MasculinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora