XLVIII

592 66 3
                                    

Las lágrimas habían desaparecido de sus ojos. Su rostro ya no mostraba expresiones débiles, sino duras y marcadas. No había tiempo para seguir llorando. No cuando las cosas habían dado un drástico giró y sus motivos ahora eran otros como centrarse en buscar a la rata que había huido a esconderse por cualquier hueco del lugar.

Se encaminó por el pasillo donde varios minutos atrás fue conducido para ser encerrado junto con los demás. El panorama parecía darle buen augurio cuando escuchó pisadas al final del pasillo, respectivamente, de una habitación que yacía con la puerta abierta y dando evidencia de que alguien había entrado hace minutos. Buscó ser cauteloso al llegar hacia la puerta para desde la entrada fijarse que parecía ser una especie de prisión por la enorme reja interpuesta a separar mitad de la habitación. Por ningún motivo soltó la vara de metal que traía en una mano, en cuanto ingresó a inspeccionar y atravesar la puerta de metal entreabierta para echar una mirada más profunda en el interior buscando donde podría haberse ocultado la persona que daba por seguro que este fue su último paradero.

Y entonces, recibió una emboscada.

La otra persona salió de algún rincón para tomarlo por sorpresa cuando pasó un brazo a rodear su cuello con la intención de asfixiarlo. Yi Fan llevó enseguida sus manos a tratar de quitárselo de encima mientras aún contenía aire en sus pulmones. Tuvo que empezar a idear inmediatamente algún plan para salir de esta. Piso con fuerza uno de los zapatos contrarios hasta conseguir hacer quejar al hombre fuertemente y aprovechar esos segundos para recobrar el aire necesario cuando se libró de aquel agarre y tomar cierta distancia. Aunque no iba a perder tanto tiempo, y medio inconsciente, se apresuró en coger la vara de metal que dejó caer al suelo para alcanzar a golpear a la otra persona en un costado de su cuerpo. Otra queja adolorida se dejó escuchar de su parte.

Aun así, un golpe no bastaba para acabar con su contrincante, Yi Fan tuvo que volver a utilizar su vara y golpear otro costado de su cuerpo. El hombre incluso con dos fuertes golpes no se dejaba derrotar tan fácilmente y se dispuso en ir contra Yi Fan para darle su merecido, recibiendo, nuevamente, un preciso golpe a un lado de su cabeza que lo dejó aturdido y viendo doble. Trató de mantener la calma y así, con tropezones, intentó atacar, de nuevo, a Yi Fan. Consiguiendo el mismo resultado; ser otra vez golpeado. Ahora sí, el hombre se encontraba con pocas fuerzas para mantener el equilibrio en su cuerpo; por lo cual, se dejó caer de rodillas al suelo con la mirada perdida estando, de esa manera, en bandeja de oro para Yi Fan.

Él pudo darle la estocada final y acabar con su existencia, pero, una mano sobre su hombro le hizo detener sus actos y voltear de prisa a saber de quién se trataba. Woo Hyun se encontraba resoplando y sacudiendo la cabeza hacia cada lado rechazando la acción que iba a cometer.

—¿Estás seguro de que quieres poner la etiqueta de asesino en tu historial de vida?

Yi Fan no comprendió a qué venía tal comentario que aún lo tenía con los brazos alzados y la vara por lo alto.

—¿En serio quieres volverte un asesino?

Woo Hyun se estaba convirtiendo como esa vocecita en tu cabeza que no para de decirte una y otra vez que estás cometiendo un grave error.

Las intenciones persistían, pero se volvía complicado cuando quien creías ser tu enemigo tenía la maldita razón. Yi Fan no deseaba dejar que aquel hombre se saliera con la suya solo por haberse puesto un freno. Con algo debía pagar. Y ya se había ingeniado como.

Soltó la vara de metal al tirarla hacia un lado siendo el único ruido del momento en cuanto impactó con el suelo.

—¿Podrías hacerme un favor, Woo Hyun? —habló después de unos largos minutos Yi Fan. Porque hacer ese pedido le costaba. No era de su agrado pedir favores y menos a alguien con quien tenía ciertos altercados. Sí que le costó pedirle aquel gran favor por el modo en que terminó resoplando antes de pasar por su lado y disponerse a abandonar aquel lugar en compañía de aquel hombre malherido que estuvo a punto de aniquilar. Debía cobrarse de alguna manera el haberle dado una segunda oportunidad para vivir.

Objetivo: MasculinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora