XXXVII

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Secretos al descubierto

Su madre le prometió que le esperaría antes de abordar el avión al tener programado su vuelo desde muy temprano. La noticia de la muerte de su padre no fue una situación que no tuviera conocimiento ya que, estuvo al tanto de cuando fue internado debido a un infarto que sufrió cuando fue a supervisar la empresa, por él mismo. Era cuestión de días para recibir esa infortunada noticia y tener bien claro que regresaría a su país de nacimiento para despedirse oficialmente de su familia pues al único que aún, a pesar de todo, guardaba respeto y memoria, era a su padre. Así que iría a verlo por última vez sin importarle no estar invitada, seguramente. Sin embargo, sabía que darle esa noticia a su hijo lo iba a preocupar y no se equivocó. Yi Fan apenas supo de lo que iba a hacer su madre puso el grito al cielo y se metió en el papel de hijo sumamente protector y tenaz de que no se volviera ver las caras con esas personas.

A través de una llamada telefónica pudo informarle de las razones por las cuales debía regresar a China, ocultando ciertos detalles que ya habría tiempo a comunicarle. Su cabeza no estaba para pensar en eso, se preparaba mentalmente cómo iba a enfrentar a su familia después de tantos años. Siendo, la compañía de su esposo ese apoyo emocional de que nada podría salir mal y que, por fin, ambos podrían vivir una vida tranquila dejando que el pasado quedé donde debía permanecer.

Había esperado bastante tiempo para darse cuenta de la ausencia de su hijo en el aeropuerto. Tal vez, avisarle de este hecho a último minuto no fue la mejor idea. Más cuando se enteró que Yi Fan se encontraba en una competencia de baloncesto. Sabía que a su hijo le encantaba demasiado ese deporte y que esta noticia podría desconcentarlo siendo perjudicial. Insistió porque no viniera y que se centrará en su juego, pero su hijo hizo de oídos sordos para dar por seguro que iría a verla. Cabía la posibilidad que con su presencia sus planes puedan tambalear, por eso, también trató de prepararse para mantenerse firme con su decisión.

—Querida, el vuelo ya va a partir en media hora, debemos ya entrar al abordaje —le informó su esposo tratando de persuadir que dejará de esperar para de una vez entrar hacia el otro pasillo. Ellos se encontraban en el salón de espera donde aún había acceso con el ingreso a quienes no iban a abordar algún avión.

—Le hice una promesa a mi hijo —comunicó la mujer, mirando hacia cualquiera de las cinco entradas que había para cerciorarse de la presencia de su hijo si llegaba a venir.

—Ha pasado ya más de una hora desde que hiciste esa llamada. Seguramente, Yi Fan ha tenido inconvenientes para venir. Sabes que está participando en una competencia —le recordó.

—¿Sí le ha pasado algo? —La señora Wu comenzó a preocuparse. Conocía a su hijo y era posible que hubiera hecho alguna locura con tal de venir.

—Sí quieres... —en ese momento, el señor Park guardó silencio cuando oyó el timbre de su móvil sonar, causando que lo sacará del bolsillo de su abrigo para observar a través de la pantalla una llamada entrante de su hijo. Por tanto, apretó el botón verde para contestar—. ¿Aló? ¿Chan Yeol? —escuchar aquel nombre, atrajo la atención de su esposa.

Pudo oír dos voces y cierto forcejeo que no dejaba escucharse con claridad que trataban de comunicar. Insistió porque se calmarán y uno hablará a la vez. Siendo una voz desconocida que empezó a pedirle por saber si aún se encontraban en el salón de espera y que estaban a nada de llegar al lugar. El señor Park no desconfió de esa persona por mostrarse amable y además que trataba de imponer autoridad entre sus dos hijos; razón que le sacó una sonrisa y todos los datos necesarios. Siendo así, que, en cuestión de minutos, la señora Wu observó por una de las puertas la melena castaña de su hijo entre la multitud y, apenas cruzaron miradas, salió disparada a su encuentro para en medio del salón brindarle un fuerte abrazo.

Objetivo: MasculinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora