LVI

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Escondió las manos dentro de los bolsillos de su oscuro abrigo en cuanto dejó las flores que trajo sobre aquel único recipiente que había a lado de aquella lápida de mármol para darle como ofrenda. Chan Yeol lucía una mirada algo perdida y distante por el lugar que se encontraba visitando. Se mantuvo varios minutos en silencio mirando aquel pedazo de mármol que yacía con una fotografía, un nombre y dos fechas; el día que nació y dejó este mundo. Se sentía como en un laberinto por estar rodeado de tantos pasillos donde las paredes contenían los cuerpos cremados de distintas personas que habían partido de este mundo. El ambiente era gélido y no tenía a nadie haciéndole compañía en ese momento. Por eso, tuvo mayor libertad para dar ciertas palabras a la otra persona que no sabía sí podría escucharlo en el estado en el cual ahora permanecía.

—No sé cómo podría comenzar... —dijo, primeramente—. Sé que no te conozco en lo absoluto y posiblemente nunca te hubiera conocido en particular. No sé... Qué te llevó a hacer lo que hiciste, solo sé que... Siempre se te estará agradecido. Sin embargo, no puedo pasar por alto el hecho de que...

—¡Chan Yeol!

Él dejó por unos instantes de hablarle a aquella lápida para girar el rostro hacia un costado y observar una figura muy familiar acercándose hacia su ubicación. No siendo un completo impedimento su presencia para seguir hablando.

—No puedo pasar por alto el hecho de que le hayas disparado a Baek Hyun —completó finalmente.

—¡Vaya! Tú no dejas siquiera descansar a los muertos —expresó Yi Fan cuando por fin estuvo a su lado para darle una pequeña palmada en la cabeza por su faltoso comportamiento—. ¿No ves que ha pagado por sus actos?

Chan Yeol hizo una mueca de fastidio por el golpe propinado mientras posaba la mirada sobre él.

—Es que no puedo olvidar que por su culpa Baek Hyun pudo perder la vida —trajo en ese momento aquel recuerdo—. Incluso si se ha recuperado ahora, no puedo dejarlo pasar por alto. Claro, que está perdonado, pero, no puedo olvidar ese tema.

—Lo sé —admitió Yi Fan—, tampoco puedo pasar por alto aquel grave error de su parte. Sin embargo, siento que estoy en deuda con él por haber arriesgado su vida de esta manera. Sé que lo único que puedo ofrecerle en compensación a su acto es que tenga un lugar donde puedan venir a rezar por él.

—Aún me preguntó, ¿por qué actuó de esta manera cuando se supone era del otro bando enemigo? —sacó aquella cuestión tan de repente.

—Son asuntos que quedaron en el pasado, Chan Yeol. Es un tema que ha quedado en el pasado ahora. No traigas a los muertos a la vida. Sabes que necesitan descansar ahora.

—Siento que todo lo que me has contado, esta parte se te olvidó —comentó.

—Es mejor no saberlo ahora, Chan Yeol. Me da un dolor de cabeza recordar todo lo sucedido aquel día. Encima, lo que vino después... Siento que mi cabeza va a explotar. Será mejor ya irnos, ya dejamos nuestras ofrendas para Chen Xiao en agradecimiento por lo que hizo. Es hora de irnos —le avisó.

Chan Yeol asintió. Y con ambas manos juntas como si fuera a dar una oración se despidió de la otra persona para comenzar a dar los primeros pasos por la ruta que vino su hermanastro. Aunque, escuchar que no le seguía los pasos lo hizo detenerse a mitad de camino para mirarlo por sobre su hombro.

—¿No qué ya nos íbamos? —le recordó.

—Ve adelantando, necesito...

—¡Lo sé! —le interrumpió—. Tomate tu tiempo, te esperó en el auto —dio avisó antes de volver a retomar su camino sin esperar respuesta de su parte. Chan Yeol solo se dedicó a buscar la salida por su cuenta.

Objetivo: MasculinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora