XIII

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Una terrible confusión

Algo en su cabeza le decía que el accidente que había sufrido su padre no fue de casualidad, alguien tuvo que ver en ello, por estar seguro que su padre sufría una especie de paranoia desde que tuvo un altercado con el hermano mayor de su madre por menospreciarla en una fiesta de gala que suele hacer su abuelo para codearse con otros empresarios.

Tenía nueve años cuando su padre sufrió aquel accidente de auto.

Ese día, su padre había salido con normalidad a trabajar, diciendo que volvería en la noche para ir a cenar en un restaurante. Si él hubiese sabido que sería la última vez que vería a su padre con vida entonces no habría dejado de abrazarlo. Por una extraña razón, quiso mostrarse afectuoso, dándole un fuerte abrazo como solía hacer cuando era más pequeño.

La noticia del accidente se mostró en distintos canales de televisión y portada de los periódicos. Inventaron hasta rumores alegando que tenía un romance ocultó por no ser el único que falleció en el accidente, pues había otro tripulante en el auto, una misteriosa mujer que nadie sabía su identidad en ese momento.

Por supuesto, su madre quedó devastada y en vez de encontrar refugio en su familia, solo consiguió ser criticada respecto a los chismes que comenzaban a circular. Ser la comidilla y que su apellido se viera en boca de todos de aquella manera, no era para nada del agrado de su padre. Se sintió completamente decepcionado de ella que no quiso verla por varios meses hasta que solucionara aquel error.

A Yi Fan le pareció una completa injusticia lo que su abuelo hacía con su madre y que tomará la muerte de su padre como una deshonra. Desde ese día, sintió que el lazo con su abuelo se había terminado. En realidad, con toda su familia. Los hermanos de su madre le parecían seres despreciables y a quienes deberían arrancarles los ojos y hacer comer sus propias palabras. Jamás creyó que les echarían tanta mierda encima.

Ni siquiera sus primos se salvaban. Ellos consiguieron hacer que en la escuela tacharan a Yi Fan señalando que no había ningún parentesco y que solo era un becado más en aquella reconocida escuela. Fue entonces que empezó a dejar de asistir a clases para echar el día merodeando por la calle, haciendo amigos nuevos y entrando a mundos desconocidos.

Conociendo de esa manera un terrible secreto.

Había conocido personas que estaban en la mafia siendo tan jóvenes, se mostraban con tatuajes y un lenguaje sin censura. El carácter que empezó a tener Yi Fan lo hacían candidato para formar parte de algún clan, pero, no estaba en sus planes entrar a esos grupos, era demasiado joven y no quería hacer preocupar a su madre con ese tema al respecto. Él solo prefería meterse en peleas callejeras y ganar un par de monedas, en vez de hacer negocios turbios y ganar una buena pasta. Esa ganancia en cambio lo aceptó un amigo suyo, uno que tenía muchos problemas económicos y no le quedó de otra que entrar siendo repartidor.

Aquel día, Yi Fan vio por primera vez droga en polvo, del mismo color que el polvo de harina o de la leche. Cualquiera podría creer que era eso en vez de cocaína. Pero el olor delataba el producto. Yi Fan sintió arcadas y ganas de expulsar su comida en algún rincón de la habitación.

—Ni siquiera lo has probado y ya te estás sintiendo una nenita —se burló su amigo.

—Esa porquería huele muy fuerte —se quejó con una voz graciosa por estar tapando un poco su nariz y estando a una distancia prudente.

—No seas gallina. Dicen que estás cosa te aleja de tus problemas si lo aspiras —le comentó con tanta naturalidad que Yi Fan se hacía sospechas que ya había consumido antes.

—En primer lugar, no deberías estar abriendo el producto que te han encargado entregar.

—Descuida, nadie se enterara. Solo voy a echar una probada.

Objetivo: MasculinidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora