Who are you, Park Jimin? [Yoonmin] ©

Capítulo 43

Era un día como cualquier otro. Normal, sin responsabilidades, sin quehaceres, sin nada por qué preocuparse. Yoongi despertó, como lo venía haciendo ya cada mañana. Se estiró en su cama, se levantó y comenzó a preparar su desayuno. Mientras, con una de sus manos libres, comenzó a leer los mensajes que su madre le había enviado más temprano.

"Buenos días, cariño. Sé que ibas a venir a almorzar, pero no estaremos en casa".

"Seguramente volvamos tarde, así que dudo que estemos también para la cena. Lo siento".

El muchacho se encogió de hombros. Le habría gustado pasar el mediodía con sus padres, pero ellos también tenían una vida. Tenían derecho a salir y volver cuando así lo quisieran. Por eso, le contestó a su madre, diciéndole que no había que disculparse; que podrían arreglar para verse otro día.

No obstante, Yoongi sentía que quería estar acompañado, sin saber por qué.

Escribió un mensaje.

"Hola, Jungkookie, ¿Tienes planes para hoy? ¿Te gustaría venir a almorzar? Podemos, también, ir a otro lugar, si quieres. Hazme saber antes del mediodía".

El pelinegro terminó de preparar su desayuno y, mientras lo estaba comiendo, un mensaje le llegó.

"Lo siento, hyung. Hoy no podré salir, ya que estoy muy enfermo. Mejor dejémoslo para la próxima".

Tras haber leído aquello, soltó un largo suspiro y miró a su alrededor. Antes, hacía unos años, tener un día solo en casa habría sido el mayor de los tesoros. Sin embargo, en ese momento, no era tan de su agrado. Había extrañado mucho, y aquello había desencadenado unas terribles ganas de querer estar con esa gente en quien tanto había pensado cuando había estado ausente.

Y hablando de personas en quien había pensado mucho... recordó que era sábado, y que Jimin le había dicho que ese día podrían verse. Sin pensarlo, lo llamó.

—¿Hola?

—¡Buenos días, Jiminnie! ¿Cómo estás?

—¡Yoongi! Ah, muy bien ¿Qué haces despierto tan temprano?

—¿Eh?

Yoongi apartó el celular de su oreja para ver la hora.

Eran las ocho de la mañana.

—Ah, no sé. Es un milagro que no haya despertado a las cinco ¿Te desperté?

—De hecho, no. Estaba por irme.

—¿A dónde?

—A ver a Woo Shik al hospital.

—Oh...

—¿Qué pasa?

—Nada, es que-- nada.

—¡Dime! —se carcajeó.

—Quería preguntarte si hoy podríamos vernos.

—¡Por supuesto! Eso te había dicho, ¿No? Que hoy nos veríamos.