Capítulo 3

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La jornada laboral había finalizado. Jungkook guardó rápidamente todas sus cosas, y colgó su mochila sobre sus hombros. Después, miró al joven a su lado e hizo una mueca de preocupación. Min Yoongi, su compañero y amigo, tenía la mirada fija en el monitor de su computadora —el cual, desde hacía ya un buen rato, estaba apagado— y su respiración parecía estar agitada. De pronto, el pobre joven se sobresaltó al haber sentido la mano del menor sobre su hombro.



—Hyung, me estás preocupando. No hiciste bien tus informes, no prestaste atención... ¡Y mírate ahora! Deja de pensar en ello. Es triste, pero son cosas que no te corresponden. La policía y su familia se encargarán de buscar al muchacho.

—¿Y si lo es, Jungkook? —lo miró.



Sus ojos denotaban una inmensa tristeza.



—Puedo apostar incluso mi vida: ese chico de la televisión era el mismo que pasó junto a mi auto. Yo había visto algo raro en él. Se veía perdido y asustado. Pude haber parado el auto, le pude haber preguntado si estaba bien o si necesitaba algo, pero sólo seguí en línea recta hacia mi hogar. Soy tan egoísta...

—No lo eres, sólo... no imaginaste que resultaría de este modo.

—Créeme, lo hice. De verdad lo hice, pero no me detuve... no me detuve...

—Yoongi, tranquilízate, ¿Sí? —presionó juntos sus labios— ¿Quieres un poco de agua?

—Estoy bien.

—¿Necesitas que te acompañe a tu casa?



El mayor negó con la cabeza.



—No te tortures con esto. Son cosas que pasan. No tenías por qué saber qué iría a pasar.

—Gracias, Jungkook.

—No es nada ¿Vamos?



El joven tardó unos segundos, pero luego se paró y siguió al más chico hasta el estacionamiento. Se despidió de él y, a diferencia de los otros días —y para sorpresa de Jungkook—, no le dio advertencia alguna acerca de tener cuidado al conducir su bicicleta por las calles. Poco después, se subió a su auto y comenzó a conducir, pero no podía estar tranquilo. No podía evitar pasar lentamente por cada cuadra, observando si había algún rastro de aquel muchacho del cual casi ni recordaba el nombre. Pero fue inútil.

Yoongi llegó a su casa en cuestión de unos minutos. Y luego de haberse cambiado y de haber cenado, caminó hacia su habitación, pero se detuvo antes de haber entrado. Cambió su camino y volvió al comedor para poder agarrar su computadora portátil, que estaba arriba de la mesa. La llevó hasta su cuarto y, después de haberse acostado, la colocó sobre sus piernas y la encendió.

El muchacho no pudo evitarlo: abrió el primer sitio de noticias confiable que encontró. Para su sorpresa, el caso de la desaparición de Park Jimin era el primero y más destacado. No obstante, no pudo hallar mucha información útil, más allá de lo que ya había visto en la televisión.

**************

—Apenas has tocado tu almuerzo ¿Estás bien, cielo?



Yoongi miró a su madre y se encogió de hombros. Ella, con todo su instinto maternal y sobreprotector, besó su frente para ver si esta se encontraba caliente.



—No tienes fiebre.

—Estoy bien, mamá.

—Te conozco.

—No es nada.

—¿Todo bien en el trabajo?

—Cariño, déjalo —dijo el señor Min—. Si no quiere contar sus problemas, está bien.

—De hecho, uno de los peores errores de los padres es no prestar atención a las emociones de sus hijos. No puedo pasar desapercibido esto. Yoongi está deprimido. Puedo verlo.

—Yo lo veo igual.

—No lo estás viendo. Estás viendo tu estúpido celular.

—Sí, estaría leyendo el periódico, pero no lo trajeron esta mañana. No sé qué pudo haber pasado —se quejó.

—¿Acaso me estás escuchando? Dije algo sobre nuestro hijo.



Antes de que Yoongi rodara los ojos debido a aquellas peleas comunes entre ellos —esas que hacían que él agradeciera una y mil veces haber podido tener la oportunidad de haberse ido a vivir por su cuenta—, miró a su papá con atención.



—Papá, ¿Tienes el periódico de ayer?

—Debe estar en la basura. Lo habría guardado, pero tu madre lo tiró, creyendo que era muy viejo.

—Aquí vamos de nuevo... —suspiró la señora.



Yoongi, sin siquiera decir algo al respecto, se paró de un salto y corrió hacia el cesto que estaba en una esquina de la cocina. Y allí estaba. Dentro y bastante arrugado, se encontraba el diario del día anterior. El joven lo agarró entre sus manos, y su madre lo miró con desagrado.



—Amor, no revuelvas en la basura.

—Necesito esto. Quiero ver algo.



Yoongi revisó entre las páginas, y halló lo que buscaba: el caso de Park Jimin estaba impreso en las primeras hojas. De pronto, corrió hacia la sala con las páginas en sus manos, buscó una tijera en un cajón y recortó con cuidado la imagen del chico desaparecido. La noche anterior había querido imprimirla, pero no disponía de tinta en su impresora. Él realmente quería tener una a mano, por las dudas.

La foto del diario estaba arrugada y un poco maltratada, pero se veía bien. Yoongi la observó durante un largo rato.



—Park Jimin... ¿Quién eres, en realidad?



Tras haber soltado un largo suspiro, la miró con atención. Sus ojos se veían felices y brillantes, y su sonrisa era preciosa. Era un muchacho bastante hermoso. Parecía simpático, como si fuera de esas personas que hacen que tengas total confianza en cuestión de segundos; esas que cambian tu vida en un parpadeo.

Y Yoongi no se dio cuenta, pero eso ya estaba pasando desde ese mismo instante.

Porque pensó en él. Pensó en ese chico del cual sólo conocía su rostro y su nombre; pensó en cómo se estaría sintiendo, en que podía estar en peligro, en cómo se estaba sintiendo su familia... en cómo se sentía él mismo con todo eso al creerse, en parte, culpable por lo que le estaba pasando... y también pensaba en que planeaba hacer algo al respecto.

Tal vez era por esa culpa que lo mataba por dentro; tal vez había sido el haber visto a su familia tan rota, pero de lo que estaba seguro era de que intentaría buscarlo.

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Bueno, a pesar de que puede que haya sido algo aburrido este capítulo, espero que les haya gustado 💕 nos leemos el tercer sábado del mes a la misma hora 💕

Who are you, Park Jimin? [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora