—¡Atención todos!
La profesora de danza de la academia a la que Jimin asistía miró a todos sus alumnos, aquel sábado. Tras haber exclamado aquello, aplaudió dos veces para asegurarse de que todo el mundo escuchara lo que tenía que decir. Una vez que los jóvenes hicieron silencio, con una sonrisa, la mujer caminó hacia uno de los chicos y lo tomó de la mano, llevándolo con ella hacia el frente de la sala.
—Ya todos conocemos a Jimin, ¿Verdad? Como ya sabían, él fue elegido para la competencia de bailarines de Japón. Representó a nuestra clase y a nuestra institución la semana pasada. Nuestro Jimin obtuvo el primer puesto —abrazó de costado a su alumno y sonrió— ¡Démosle un aplauso, por favor!
Felices, los compañeros del muchacho aplaudieron. Jimin se inclinó, agradeciendo a todos con una gran sonrisa. Luego, tomó entre sus manos el trofeo que le habían dado y que la profesora le estaba entregando.
—Quisiera dejar este premio aquí, en nuestra sala de prácticas. No fui yo quien lo ganó, sino que fuimos todos. Gracias a nuestras buenas presentaciones fue que nuestra institución fue elegida para participar en el evento.
La clase volvió a aplaudir. Algunos, entre emocionados y divertidos, silbaban y saltaban en sus lugares. La docente miró a su alumno y puso una mano sobre uno de sus hombros.
—No hace falta que dejes eso aquí.
—Quiero hacerlo. Tuve suerte de haber sido elegido para ir, pero fue por el esfuerzo de todos que nuestra academia fue incluida en la competencia.
—Es un gesto muy bonito hacia tus compañeros, Jimin. Gracias por haber tomado esta decisión.
—No es nada.
—Ahora, ve a casa ¡Pero no olvides estudiar! Sabes que mañana tienen examen conmigo. Tal vez hayas ganado, pero no por ser una estrella te librarás de los parciales.
—Lo sé, me esforzaré mucho. Adiós, profesora.
—Hasta mañana, campeón.
Jimin se despidió de todos y cada uno de sus compañeros, y salió del lugar para irse a su casa. Había sido ese un día bastante largo para él. Tal vez, pensó, dejaría el estudio para antes del examen y dormiría un poco la siesta.
Ya fuera del edificio, mientras caminaba por las calles de Busan, Jimin miró a su alrededor y cambió su camino, tomando otro que no era común para él. Se alejó un poco del que lo llevaba a su casa, y llegó hasta un lugar que había planeado ir a ver desde hacía ya unos cuantos días: el pequeño espacio vacío entre dos tiendas abandonadas en donde habían apuñalado a Woo Shik.
Jimin se detuvo en aquel lugar y, con sus manos en las tiras de su mochila, avanzó hasta quedar en el medio de aquel oscuro y solitario pasillo. Miró con atención cada pequeño rincón, en busca de algo que pudiera servir para identificar a ese tipo, Young Cheol. Vio botes de basura viejos y vacíos, e incluso una mancha de sangre en el piso que, supuso, era del ataque a su amigo. Sin embargo, no pudo hallar nada más. Eran aquellos dos locales abandonados muy viejos como para contar con cámaras de seguridad. Al menos, lo suficientemente viejos como para que tuviera cámaras que funcionaran.
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Who are you, Park Jimin? [Yoonmin] ©
FanficUna foto y un nombre. Sólo con eso contaba Min Yoongi para emprender una importante y riesgosa búsqueda. La búsqueda de un completo extraño.