Capítulo 46

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Muchos pensarían que las noches lluviosas están hechas para dormir, pero en un pequeño parque japonés, dos pares de pies pisoteaban charcos de agua, dentro de los cuales antes habían estado flotando hojas de árboles y florecillas de cerezo que se habían volado. Las risas acompañaban el sonido del chapoteo, haciendo que la escena, para sus protagonistas, fuera mucho más divertida y digna de ser recordada por siempre.

De la mano de su —ahora— novio, Jimin corría por los senderos del parque, riendo a carcajadas. Yoongi seguía torpemente sus pasos, pues correr y saltar estaba fuera del alcance de las cosas que adoraba o podía hacer con facilidad. Aún así, con la respiración agitada y una brillante sonrisa, seguía haciéndolo y disfrutaba del momento con todo su corazón.

Tras haber cruzado la calle, los dos llegaron a su hotel, sin que les importara mucho haber hecho un alboroto al haber ingresado. Jimin caminó hacia el ascensor y, cuando este abrió sus puertas, se metió junto al pelinegro, quien no tuvo tiempo siquiera de parpadear, una vez que estas se cerraron, pues Jimin lo arrinconó juguetonamente contra una pared y comenzó a repartir besos por todo su rostro.



—Te ves-- —Jimin lo besó en los labios, interrumpiéndolo— te ves feliz.

—Lo estoy, estoy muy feliz.



Así, con esa sonrisa que hacía desaparecer tiernamente sus dulces ojos, Jimin volvió a besarlo.

Yoongi sentía que moría lentamente, pero de la mejor manera posible. Apenas se dio cuenta de cuándo llegó a la habitación que compartían, o cuándo su espalda chocó con la puerta que el otro había acabado de cerrar, para proseguir con sus besos.

Al mayor le había costado un poco comprender a qué se había referido Jimin hacía poco, cuando una escena de besos similar había terminado abrupta e incómodamente debido a los miedos que el otro tenía. Había tardado en relacionarlo con las cosas por las que había pasado hacía unos años, y no quería hacer nada mal. De nuevo, estaba pensando demasiado en qué hacer y qué no, pero no le importaba, pues sabía que era por su bien.

Jimin, por otro lado, sentía que quería ir más allá. Sí, tenía sus miedos y sus fantasmas del pasado que lo atormentaban, de vez en cuando. Pero no dejaba de ser Yoongi. Era consciente de que él no le haría daño, sino todo lo contrario. Incluso sabía —aún sin saberlo— que el otro estaba pensando en eso mismo; que estaba dándole muchas vueltas a todo en su cabeza, pues sabía de sus temores. Por eso, decidió dar un paso más y apegarse un poco más a él, metiendo sus manos por debajo de su ropa, que estaba empapada por la lluvia, al igual que la suya.



—Jiminnie... —llamó débilmente, hipnotizado por los besos y el gentil y suave tacto del menor.

—¿Sí? —lo vio a los ojos, sus pulgares aún acariciaban sus costados.

—¿Qué haces?

—Dejo ir mis miedos y hago lo que realmente deseo hacer, siempre y cuando tú también lo quieras.

—Sí, lo quiero, pero esto-- no tienes que hacer nada si--

—Quiero hacerlo —admitió con una sonrisa y ojos brillantes—. Sé que estará todo bien contigo. Nunca ha sido de otra forma.



Yoongi suspiró y sonrió. Volvió a atrapar entre sus labios los de Jimin, feliz de tener su total confianza, aunque consciente de que tenía que seguir yendo con cuidado.

Who are you, Park Jimin? [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora