× [ cerise ] ×

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2011

El último pasajero aparte de él, finalmente bajó.

Los párpados encima de sus pupilas brillantes a causa del reflejo de las distintas luces en la triste ciudad que atardecía demasiado rápido, caían pesados. Las yemas de sus dedos estaban pegadas en la ventana y su respiración tranquila chocaba directamente contra el cristal, porque poco a poco se estaba yendo, su alma estaba fugándose de una maldita vez.
La sensación era similar a como si tuviera una cuerda rodeando su pálido cuello, que en cada milisegundo aumentaba con más vehemencia su agarre arrebatando todo el oxígeno que sus pulmones pudieran llegar a recibir.

Una gota, silenciosa, sin un sollozo que la acompañara en su recorrido, se deslizaba por su mejilla suave hasta caer casi al mismo tiempo que sus brazos. Toda su fuerza se había perdido, y allí, sentado, su cabeza era la única que seguía arriba recostada en la ventana.

Mientras volvía a morder el interior de su mejilla, sintió en su lengua el dulce y letal sabor de una cereza artificial. En su torrente sanguíneo se celebraba una carrera en la que los químicos viajaban y ardían penetrando su sistema, llevándose todo con ellos. Arrasando.

Una parte suya, no quería dejar de sentir el frío aire rozando en su nariz, no quería dejar de percibir su cuerpo por más que fuera delgado y horrible. Sin embargo, ese preciso pensamiento lo calmó más de lo que debería. Por fin se despediría del mundo de mierda en el que le había tocado vivir. Tal vez después pudiera tener un poco más de suerte, aunque no la mereciera.

Sus ojos como pequeños y hermosos cristales, se movieron una última vez observando la luna saliendo y robándose toda la atención en el cielo. Respiró suavemente recordando la misma luna brillando en el lago aquella noche con Jaehyun, en donde se habían confesado por primera vez y se había dado cuenta que si no era él quien le acompañaría el resto de su vida, entonces no sería nadie.

Y efectivamente, no fue nadie. Sus ojos finalmente se cerraron en un segundo, su corazón se detuvo.

El bus estacionó instantes después terminado el recorrido. Sin embargo, la conductora se había dado cuenta que todavía quedaba un pasajero en la última silla, muy lejos de ella.
Era un joven delgado y demacrado, posiblemente tan cansado, que no se había despertado en dónde fuera que tenía que bajarse.
La mujer suspiró abrigandose y yendo hasta él. Lo movió un poco mientras le avisaba que debía bajarse, pero el joven no respondía, estaba muy muy pálido, las delgadas venas se podían notar en sus mejillas. Nuevamente volvió a moverlo esta vez un poco más brusco, pero lo único que logró es que el joven se fuera para otro lado cayendo casi inerte.

Ahí ella supo que no había nada bien.

«pero, en realidad, ¿Alguna vez algo estuvo bien?...»

0. CERISE


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Pd: solo para avisarles, Doyoung no ha muerto.

je te laisserai des mots ; jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora