• CAPITULO 25 •

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Ya estábamos en casa de Ruggero, los chicos estaban jugando en la habitación de él, mientras que nosotras habíamos decidido ir a comprar un poco de cerveza con algunos bocadillos.

—Aún no puedo creer que Agustín haya dicho que sí.

—Valentina, yo no pienso ir. No me gusta ir a esos lugares tan peligrosos. Además, si Ruggero se llega a enterar de que iré... uf.

—¡no importa! —Estábamos guardando algunas cervezas en el refrigerador para que no se nos calentaran—Además, iremos el otro fin de semana, lo tengo todo bajo control. Hoy no iremos porque entonces si sospecharían, aparte ¡hoy me reconcilié con Logan! Y eso me gusta mucho, hoy me quedaré en su casa para darle mis disculpas de una mejor forma—Me guiña el ojo, ay por dios jajaja habla en doble sentido, que asco.

—Bueno... este... Yo creo que será mejor la otra semana...

—¡Ya dijiste! ¡wuuuw! ¡Vamos a ir a unas carreras!—Mientras ponía las frituras en un tazón, mi amiga empezó a dar muchas vueltas por la cocina, hasta que noté como abría una puerta que había ahí.

—Valentina... no es correcto que entres a cuartos en casas ajenas.

—Madre mía—Caminé hacia donde ella estaba, había prendido la luz y al parecer era la cochera. —¡¿ya viste lo que tiene?!

—No, y mejor salte porque no vaya a ser que nos vean.

Y como si le hubiera dicho lo contrario a mi amiga, quitó una gran tela blanca dejando ver una moto color negra muy fina...—¡Ruggero corría en las carreras!

—¿qué? Que te hace pensar eso.

—Pues recuerda que Agustín nos acaba de decir que se la pasaba mucho tiempo en ese lugar... tiene una moto que se ve que no la usa desde hace tiempo. ¿No te parece extraño? ¡Y creí que tú eras la cerebrito!

—Mmmh... no creí que Ruggero supiera andar en moto.

—¡Si! no creo que sea de su madre.

—Tal vez es de algún familiar...

—Puede ser.

—¡¿qué hacen aquí?!

—¡aaaaaah!—gritó Valentina sobresaltada—¡estupido me asustaste!

—Creí que solo irían por algo para beber, no entiendo qué hacen en mi cochera—Ruggero se cruzó de brazos, su mirada se dirigió hacia la manta del suelo—¿qué hacían?

—¿manejas moto?—Le pregunte, este fue hasta la manta y la puso de nuevo en su lugar.

—Si, mi padre me enseñó.

—¿conducías en las carreras?

—¿de nuevo con el tema de las carreras? Ustedes me están preocupado en verdad, no me gustaría que fueran ¿me escucharon?

—Sabemos que te la vivías en ese lugar—No pude evitar soltarle, lo cual mi amiga hizo que me diera una mirada asesina.

—Lo hacía, ya no. ¿Quien les dijo?

—¡nadie!—Mi amiga corre de nuevo a la cocina, así que yo también la seguí.

Una vez ya dentro de la habitación, Logan y Agustín estaban jugando a un videojuego, decidimos sentarnos y hacer como si nada pasara.

Tras unos momentos, me entra una llamada. Mierda, es Fabián. Me excusé que iría al baño para salir a atenderla.

—¿si? ¿Bueno?

—¡mi niña hermosa! ¡¿Cómo estás?!

—Bien, bien, Fabián.

—Me alegro mucho, llamaba para avisarte de que no estaré aquí en Buenos Aires esta semana, así que me gustaría que vinieran mañana por sus cheques de pago. Y se llevarán libre mientras no estoy, ¿si?

¿Por qué Yo? #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora