• CAPITULO 51 •

2.4K 113 83
                                    

Abracé a la pequeña niña y en seguida llegó la radiante luz de Antonella a mi casa con un pastel en manos.

—Hola Karol, que hermosa te vez—Le sonreí.

—Gracias, usted también se ve hermosa.

—Hola Antonella, pasen, pasen, ya saben que esta es su casa—Todos caminaron hasta el living mientras que yo aún estaba atontada—¡Que hermosas flores!—Gritó mi madre viendo a Ruggero.

—Gracias señora, son para su preciosa hija—Le sonrió, estúpido.

—¿Porque no me dijeron que Ruggero vendría a cenar?—Traté de hacer una sonrisa, pero en verdad me costaba algo de trabajo.

—Era una sorpresa hija, además creo que nuca has pasado navidad con un novio y ¿que mejor que hoy? ¡Pónganse para una foto! Que con ese hermoso vestido que tienes hija, la subiré hasta a mi Instagram para presumirlo—Sin poder reprochar, Ruggero me extendió el gran ramo de flores que siendo sincera están bellísimas. Él tenía puesto un saco color negro que con los músculos de los brazos hacían verlo aún más atractivo, maldita sea el día en que fuiste tan guapo Ruggero Pasquarelli.

—Aún no le has dicho a tus padres que terminamos—Me susurró entre una sonrisa mientras que me sujetaba bien por la cintura para posar en la foto.

—Y por lo que veo tú tampoco a tu madre—Y el flash se apareció—Gracias por las flores, no te hubieras molestado.

—Mereces más que solo flores. Pero era lo único que se le acerca un poco a tu belleza—Me reí burlona—¿Qué te causa tanta gracia señorita Sevilla?

—Eres muy cursi.

—¡Vengan! Que la cena está servida, estoy seguro que les encantarán.

Todos caminamos hasta el comedor, tomando asiento mientras que yo puse mis flores en un jarrón, sin duda este a sido un detallazo hermoso, aunque eso no cambia nada entre nosotros dos.

Al llegar de nuevo donde todos, solo quedaba la silla a un lado de Ruggero, así que bufando caminé hasta allá.

—Le estábamos diciendo en la mañana a nuestra hija que ojalá y nuestros hijos usen protección, ahora mismo no queremos una sorpresa.

—¡Mamá!—Oh no, más roja no me pude haber puesto. La risita de Ruggero resonó en mi oído.

—¿Qué hija? Es normal, pero es mejor que se cuiden.

—Por eso no te preocupes, siempre le veo los condones a mi hijo cuando voy a recoger la ropa sucia—Habla Antonella, y mientras todos en esta mesa se lo tomaban a gracia yo estaba que moría de vergüenza.

—Tranquilos suegros, que si nos cuidamos—Lo fulminé a mas no poder, pero él solo me miró para guiñarme el ojo.

—Eso espero Yerno—Habla mi padre—Ya están grandes, y si tienen alguna dificultad sobre el tema, no duden en preguntarme... aquí entre nosotros, yo me sé unas poses que están muy...

—¡Papá!—De nuevo todos ríen, dejando a un lado el tema y charlando de lo suyo.

—No hacen falta que nos digan posiciones, a ti te encanta cuando te pongo en cuatro—Lo fulminé de nuevo.

—Cierra la boca Ruggero, que a mi no se me hace gracia este chistesito de pasar noche buena juntos.

—¿Chistesito? Han invitado a mi madre, ese no ha sido mi problema. Además me alegro que lo hicieran, siempre la pasamos en casa solos los dos porque a Camila la van a dejar con su madre—Sus ojos van a su reloj—Justamente en unas horas. —¿Qué se dice en esta situación?

¿Por qué Yo? #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora