Maia Riddle es hija de Lord Voldemort, claramente. Pronto recibirá un regalo de cumpleaños no muy esperado, pero deberá aprender a vivir con ello. Ser Mortífaga.
En el camino conocerá personas, amará a algunas y odiará a otras. Entre ellas, Draco Ma...
Hoy me desperté y lo primero que me dije a mi misma fue:
-Feliz cumpleaños a ti, Maia Riddle Stievenson- sonreí algo triste, como en todos mis cumpleaños. Pero lo tomaré como un día normal, como el resto.
Ni siquiera me vestí adecuadamente y me puse mis pantuflas y salí perezosamente de mi cama.
Para mi mala suerte Malfoy se había levantado.
-Draco que.. haces despierto tan temprano, nunca te levantas a esta hora- dije algo nerviosa por mi apariencia. Mi pelo seguro lucía horrible.
-Pero hoy hice una excepción. Feliz mayoria de edad, Maia Stievenson- dijo acercandose a mi con una pequeña caja negra con un liston verde.
-te acordaste...- dije sonriendole.
-claro- dijo con una sonrisa arrogante.
Abrí la caja y me encontré con un collar del cual colgaba un dije con una piedra transparente en su interior.
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-es hermoso Draco- dije observando el regalo con una sonrisa.
-si, pero no es solo una piedra. Estamos en el mundo mágico querida no te iba a dar solo una piedra- lo miré para que continuara -es una especie de... pensadero portatil. Mientras lo lleves puesto todos sus recuerdos y memorias se almacenarán allí, cuando quieras revivir un momento solo envuelve el dije en tu mano y piensa fuertemente en el recuerdo que quieras volver a ver. Y este aparecerá frente a tus ojos- se detuvo por un momento y abrí la boca para hablar pero él me interrumpió.
-Por supuesto yo no puedo ver lo que tu ves a no ser que yo también esté tocando la piedra. Tus recuerdos permaneceran ahi mientras lo uses, si alguien mas lo usa, estos seran reemplazados por las memorias del portador. Hasta que la piedra sea destruida- sonaba como un vendedor tratando de venderme una propiedad.
Lo miré y escuche atenta -¿Por qué querría destruirla?- pregunté riendo.
-Quizás se cae-
-La cuidare mucho- sonreí
-Ademas... Son extremadamente dificiles de encontrar. Pero no si eres rico-
Lo mire confundida y esperé a que explique.
-Solo debes conseguir a alguien que te lo venda- continuó
-No es barato supongo- dije algo molesta de que gaste dinero en mi, aunque le sobre.
-Claro que no, crees que te compraría joyeria barata- dijo con obviedad.
Rodé los ojos y deposité un beso en su mejilla. A lo que él sonrío y sus mejillas adoptaron un tono rojizo en cuanto me separé.
Lo dejé en la caja para luego ponermelo.
-bueno y... ¿te levantaste tan temprano para darme un regalo? No era necesario, podrías habermelo dado mas tarde- dije mientras nos dirigiamos a la cocina.