Capitulo 12

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No he salido de la cama en los últimos dos días. Volví a casa después de la videollamada con Leli y Ari estaba tan deprimida cuando llegue que me acabé deprimiendo yo también. No sé para qué vine. Estoy por echarme a llorar. O mejor intento adelantar los pasajes e irme a casa ya. Echo de menos a Joel. Estoy echa una bolita en la cama cuando me doy cuenta de que ya estoy llamando a mi hermano.

-Hola. ¿Te lo pasas bien?
-Quiero volver a casa Joel. Te echo de menos. Y Ari no quiere pasar tiempo conmigo. Y Àlex está entrenando. Yo... Quiero volver a casa. Por favor.

Empiezo a llorar y Joel intenta calmarme por el teléfono, pero no hay manera. Yo no me calmo por mucho que Joel me lo pida. Y que en un momento hasta me insinúe que ya me he tirado a Alex pues no me ayuda. ¿Cómo me va a ayudar que mi hermano me pregunte que si va a ser tío? ¡Solo llevo 3 días aquí!

-Joel ni se te ocurra llamarme puta a la cara. ¡CLARO QUÉ NO ME HE ACOSTADO NI CON MARC NI CON ÀLEX! Creía que me conocías mejor.
-Joder Mireia. Todos somos humanos. Y Alex siempre te volvió loca y no me lo niegues.
-Pero eso no tiene que ver con que me insinues si estoy embarazada. ¡Sabes perfectamente que...!
-Lo sé, pero podrías haber cambiado de opinión.
-Pues no. Nunca lo haré.

Nos quedamos en silencio un rato. Ya no estoy deprimida, pero si muy cabreada con Joel. Es increíble que se piense que soy así. Me conoce desde hace 20 años y aún se cree que me abro de piernas al primero que me pasa por delante. Vale, Àlex no es cualquiera, pero aún así no le perdono. Debería confiar en mí.

-¿Quieres que vaya?
-¿Para vigilarme? No, gracias.
-Para que no te aburras y te deprimas. Pero vale, me quedo aquí.
-Lo siento Joel, pero es que me parece increíble que pienses eso.
-Lo retiro. ¿Vale?
-Hablaré con tía, pero no creo que se oponga. Puedes ir buscando vuelo.
-Vale. Te quiero.
-Y yo a ti.

Salgo de la habitación y busco a mi tía. La verdad es que estoy en pijama (si se le puede llamar eso) y no sé con quién me puedo encontrar por el camino, pero me da igual. Encuentro a mi tía por fin pero no está sola, y la única persona que consigue que me entre vergüenza por mi vestimenta está comiéndome con la mirada.

-Justo hablabamos de ti. Àlex quería saber si...
-Yo... Joel quiere venir. ¿Habría algún problema?
-Claro que no.
-Vale. Adiós Àlex.

Y salgo corriendo de vuelta a mi habitación. Dios, no aguantaba más su mirada fija en todo mi cuerpo. El mismo que no está muy tapado de digamos. ¿Qué me pasa? ¿Por qué cada vez que le tengo delante parece que los huesos se me vuelvan mantequilla? Esa mirada... Esa que me manda al mismísimo infierno provocándome un calor tan horroroso que es imposible de aguantar. ¿Pero que me pasa?

Me tumbo en la cama, consigo calmarme y cuando pienso que todo a pasado, mi perdición personificada entra por la puerta. Y sé que no soy la única afectada cuando estamos cerca porque veo como el aire se le escapa de golpe de los pulmones y como su querido amiguito hace acto de presencia (como casi todas las últimas veces que nos hemos visto). Aunque mi indumentaria no ayuda, está claro. La camiseta se me ha subido y los pantalones ya de por sí cortos están todos enrrollados y tapan poco más que las bragas.

-Hola. ¿Querías hablar?
-Sí. Pero si estabas ocupada puedo irme.
-No. Solo déjame un momento, es un poco incómodo hablar contigo casi desnuda.
-Claro.

Cierra la puerta y hasta que ya me he cambiado y le gritó que estoy lista no vuelve a abrir.

-Ven.
-Voy.

Àlex se acerca a dónde estoy sentada y se sienta a mi lado. No puedo evitar las ganas de pegarme a él y besarle que me entran. Pero no me muevo del sitio. Prefiero saber que quiere contarme.

-¿Querías decirme algo?- le pregunto levantando la vista por fin desde que ha entrado por la puerta.
-Nada, era por si querías dar una vuelta. Pero supongo que no estás de ánimo.
-Vale.

Àlex baja la mirada y cuando le veo poner cara de susto no puedo evitar mirar hacia donde está mirando. Y es mi mano, aunque sé lo que le ha llamado la atención.

-No me voy a casar ni nada parecido. Solo es un anillo Àlex.
-No parece un simple anillo.
-Prefiero no hablar de ello. Me trae malos recuerdos.
-Entiendo. ¿Puedo quedarme aquí? No me apetece volver aún a casa y tu tía debe haberse cansado de mí ya.
-Ariadna seguro que se alegra de verte.
-Está estudiando.
-Ya. Entonces supongo que puedes quedarte conmigo.

Cojo el móvil y le pongo un WhatsApp a mi hermano que 5 minutos después me dice que mañana por la mañana está aquí.

-Àlex...
-Dime.
-¿Mañana podrías llevarme a Barcelona? Joel va a venir y...
-Claro. A Marc le encantará saber que viene.

No respondo. Solo le miro. Necesito que alguien me explique porque durante 14 años no me ha pasado nada al verle por la tele y ahora de repente parece que me arrolle un tren cada vez que me sonríe. ¿Me estoy volviendo loca? Sí, va a ser eso. Joel al final va a tener razón, al paso de voy no voy a ser capaz de cumplir la promesa que le hice a mi abuelo. No si no me alejo de Àlex. Este chico va a conseguir que lo que he conseguido en los últimos años no valga para absolutamente nada. Me tumbo en la cama y Àlex conmigo. Y no consigo sacarme la sensación de que o me alejo ya de Àlex o no voy a ser capaz de escapar de él jamás. A cada segundo que pasa soy menos capaz de alejarme de él. Y lo peor es que ya lo supe con solo 5 años. La niña de hace 15 años ya sabía que Àlex me freiria las neuronas y me haría dependiente de él. Y sinceramente, una parte de mí quiere eso con todas sus ganas y la otra parte se muere de miedo por ello, y justo esa es la que me domina la mayor parte del tiempo.

El Destino Llama A Tu Puerta. (EDLlATP 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora