Anfitrite || KookMin

72. Llamas de Ares

Las pantallas de toda Rusia encienden. Sin importar cuál sea, la más mínima señal que puedan recibir. Celulares, televisores, tabletas, anuncios publicitarios y demás. Las personas en cualquier situación se detienen, murmuran al respecto, en total confusión por el ser perfecto que luce en las enormes pantallas. Sim importar que la luz sea cortada para impedir que sea transmitida aquella transmisión desconocida.

—Habitantes de la nación rusa. Soy Jeon Jungkook, rey de la Atlántida y actual gobernante del océano entero.

No entienden lo que dice como tal, no hablan ese idioma. Nadie lo hace. Abajo hay grandes letras que subtitulan las palabras del monarca. Mayor impresión causa aquello. Pues apenas los nobles tuvieron el honor de ver al personaje. Solo se ha mostrado en eventos sociales privados y es imposible tener una imagen de él con el príncipe de Corea.

—Doy este mensaje con una profunda decepción. No solo en ustedes, sino en quien los gobierna. Poco hay en su cabeza, poco tiene de alma y no dudo que irá al Tártaro por lo que hizo. Deben saber qué, a pesar de las advertencias claras y hechas con la mejor fe, su zar se atrevió a invadir mi territorio. Se atrevió a atacar a mí gente y peor aún, hacer daño a mí cónyuge.

Ahora hay discusiones, discrepancias, en su mayoría en contra del actuar de Zar.

—Como bien le dije en nuestro último encuentro... Quien se atreviera a acercarse sería penado con la muerte. Lo lamento por quienes conocían a estas personas, pero que sepan que quien acepta hacer esto, contra la nación que sea, por seguir una orden envidiosa y codiciosa, poco tiene que ofrecer.

Hay muchas personas de rodillas. S. Coups alza su lanza y cuando la baja en vertical la cabeza de las veinticinco personas allí es cortada. El agua se mancha de sangre pronto. Jungkook mantiene gesto indiferente ante eso ¿Por qué habría de causarle pena o mínima compasión? Por su culpa su esposo está inconsciente en ala médica, recuperándose. Vuelve hacia al frente.

—La inundación de sus costas es culpa del zar y el tsunami que tardará exactas cuarenta y ocho horas a partir de la finalización de este mensaje también es su culpa. Las autoridades coreanas brindarán apoyo a quienes decidan vivir otro día sabiendo agradecer la oportunidad que se brinda; quienes decidan morir serán alimento de la profundidad. La Atlántida no perdona y sus castigos no se hacen esperar.

El mensaje termina y así inicia el caos en el territorio ruso. Choques, gritos, carreras, robos ¿Qué no sucede en el territorio? Incluyendo explosiones repentinas tras pocas horas, ataques y reclamos a la cercanía del palacio que ocupa el zar.

~ * * * * ~

—Cuarenta y ocho horas ¿En serio aguardaras todo ese tiempo?

—Según el cálculo eso brindará tiempo a un veinte o veintidós por ciento de la población a salir del país. Hay que herir para que sepan el motivo de la herida y la entiendan, un exceso solo fundará rencor y permiso de venganza. —Yoongi da una risa sin gracia, cruzado de brazos, el par viendo como Rusia arde en caos y las fronteras dan paso a miles de personas, recogidas en su mayoría por la corona coreana.

Jiyong había estado tan de acuerdo con el ataque que hizo su propia parte. Por obvias razones en un principio no se iba a permitir salir a nadie. La guardia real coreana se hizo cargo de esa protección, reclamando esa parte del terreno y permitiendo el paso a todos los que están agradeciendo fervientes por la oportunidad.

Agradecen a los dioses.

Agradecen a Poseidón.

Agradecen a Jungkook.